Séptima Confesión
MILAGROS Y LOS BESOS SORBIDOS...
No les había
comentado pero entre el grupo teníamos a un guitarrista, Luis. Él Jamás
alardeaba de su don y siempre pasaba desapercibido en las reuniones, solo si
estaba, como hoy, entre amigos era que sacaba a su “Diosa” cómo él acostumbraba
a llamarla. Era una guitarra clásica española muy hermosa.
Dispuesto a
complacer a sus amigos, la sacó de su estuche y mientras iba tocando cada una
de sus cuerdas, le hablaba a su instrumento, -“Tenía tiempo que no estabas en
mis brazos mi Diosa amada. Tu cintura apoyada junto a mi pecho y el resto
reposando sobre mi pierna, es cuando te siento más excitante que nunca. Logras
que salgan melodías divinas de tu preciosa boca y me subyugas a tus antojos-”
Al instante empezaron a salir notas nostálgicas y melodiosas que lograron
tranquilizar al grupo.
Haciéndole un
guiño a Milagros, le dice -Anda mi negra linda, acompáñame con esa canción que
tanto me gusta cómo la cantas, aquella que dice “Para que no olvides
recordarme”-. La voz de la amiga, viajaba por el aire y segura estoy que
llegaba hasta más allá de dos cuadras. Era una voz fuerte y ronca, como esos
sonidos que invitan a sentir sensaciones que nos dice que el mundo es perfecto.
Esa mezcla de
música, ron y recuerdos eran los momentos, que solo una vez ocurren. Eran
instantes de complicidad y había que aprovecharlos, hasta el último sorbo.
Luego de
terminar la canción, Fredy se colocó al frente y recordándoles que el tiempo se
les iba procedería a mover la lata, donde estaban los nombres para aligerar las
tres confesiones restantes. Todos pusieron atención -¡Y el ganador es Milagros!
– Y todos gritaron, - Anda Milagrito dinos tu secreto más guardado-
Recordemos que
del otro lado seguían los vecinos espiando la reunión y que sin pensarlo
hicieron la de ellos, como si estuvieran disfrutando de unas películas subidas
de tono.
Margarita, ya
sabía cómo empezaba la ceremonia en el “Confesionario” y con unos tragos, entre
pecho y espalda, se envalentonó y comenzó su relato.
- Mi confesión
no es de tanto tiempo atrás. Podría decir que eso sucedió hace unos once meses
y les aseguro que sólo ustedes lo sabrán, porque ni a mi esposo me había
atrevido a contárselo. Siempre lo he visto como algo pecaminoso y es por eso
que he estado muy distraída en estos últimos días. En verdad les digo que no sé
por qué lo hice-.
Los amigos ya
estaban intrigados. Conocían a Milagros y nunca pensarían que ella fuera capaz
de hacer algo fuera de lo normal. El solo hecho de tener esta reunión en su
casa fue rarísimo. Su familia la estaban pasando esa noche en casa de su
suegra, cosa que nos pareció extraño pero son cosas de parejas y en eso uno no
se mete y fue por eso que nos vinimos todos acompañarla.
Continúa
Milagros – Hace unos meses atrás, estaba en los arreglos de una fiesta que le daríamos
al jefe del Departamento donde trabajaba. ¿Recuerdan, que para esos días no
podía reunirme con ninguno de ustedes por estar muy ocupada? Yo estaba junto al
grupo de cuatro personas, que habíamos decidido arreglar el salón con
bambalinas y globos. Estábamos atrasados en los arreglos y hubo un momento en
que una de las chicas tuvo que subirse a una escalera para revisar un panel del
techo. Queríamos que al pararse el Jefe en ese lugar, le cayera un poco
de papelillos y nosotros soplaríamos las serpentinas.
El que le
estaba sosteniendo la escalera a la chica, lo llamaron y tuve que quedarme en
su lugar. No me acuerdo el nombre de ella pero no olvidaré lo que sucedió en
los siguientes minutos.
Yo trataba de
evitar que se cayera, ya que estaba bien alto. Le iba a decir algo cuando
volteé hacia arriba y la joven estaba con una faldita corta, unas medias
sujetadas con liguero. Les juro que en ese momento, se me metió el demonio por
dentro porque verla en esa posición fue transformarme inmediatamente. Salía de
mí un instinto animal muy fuerte y empecé a subir poco a poco por la escalera,
cual pantera en busca de su presa. Todo lo que desde abajo veía, al irme
acercando era más deseable y a todo color por supuesto muy excitante.
Los amigos
habían quedado paralizados de la impresión, de cómo iban sucediéndose las cosas
en el relato de Milagros.
Al estar más
cerca, le agarré el tobillo y empecé acariciarle la pierna. Ella empezó a
moverse y a tratar de soltarse pero en la posición que estaba, no era seguro
para ella patalear mucho. Al mismo tiempo gritaba que la soltara. Yo escuchaba
como si estuviera en otro salón, lejos muy lejos y sentía que no era conmigo.
Seguía
subiendo y mis manos lograron atraparle sus caderas. Como quién sabe lo que
hace. La sujeté con una mano y la otra la deslicé hacia su ropa íntima
bajándoselas hasta sus muslos. Ella lloraba pero el animal que la tenía
sostenida no la oía y mucho menos reaccionaba al llanto de ella.
Cuando llegué
al siguiente escalón, ya mi rostro estaba pegado a la frescura de sus partes y
suavemente la besé una y otra vez. Se había despertado unos deseos inmensos de
saborearla, como jamás me pasó con mi esposo.
La otra
Milagro, al fin se daba cuenta de lo que estaba pasando pero no podía detener a
la fiera o demonio que se había hecho presente en ese momento. Jamás hubiese
pensado en hacer algo como eso pero disfruté cada uno de sus enviones y
mientras más jugueteaba con sus divinas partes más se venía. Ya no gritaba, ya
no me pedía que la dejara tranquila. Solo gozaba de esa sensación jamás
experimentado en su vida.
En un momento
volví en mí y entendiendo que no podía quedarme allí bajé más rápido que cómo
subió la pantera. Me refugié en una plaza a llorar y a pedir perdón por lo que
había hecho. No entendía nada.
La joven nunca
supo quién fue el, porque supuso que había sido uno de los hombres, que estuvo
con ella esa mañana. Tampoco lo contó por la misma razón de no tener certeza de
quién era.
Se lo dije a
mi esposo, para no tener secretos en el matrimonio y es por eso que está donde
su madre. Dice que teme vuelva a pasarme y tenemos una hija. Así que amigos es
la razón más importante del porqué están ustedes aquí. Necesitaba saber que no
soy algo raro, algo a lo que se le tenga miedo.
-Al decir
esto, se desplomó como cuando se suelta algo que pesa mucho y al mismo tiempo
su llanto le partía el corazón a todos. Sollozó un rato hasta recuperar la
compostura. Era como un animal herido al que se le jorunga la herida más
reciente dentro de él. Todos nos abrazamos a ella y le dimos nuestra
solidaridad. Solo le recomendamos que viera a un especialista porque a lo mejor
tenía algo escondido, con relación a sus gustos con respecto al género
femenino.
No es algo
para morirse, -le aseguró Raúl- Lo importante es estar definido y vivir la vida.
Del otro lado
de la casa, los vecinos se habían retirado uno a uno al lograr tener un sexo
más interesante, como nunca lo habían tenido con sus parejas, así que quedaba
una sola de ellas y la dueña de la casa.
Milagros nos
habla de algo que puede sucederle a cualquiera que no haya podido entender sus
tendencias sexuales y éstas pueden salir, cual torbellino, en el momento menos
indicado y muy explosivo.
Se feliz con
lo que eres y acéptate, que lo demás no importa…
Con esta
confesión nos faltan tres por compartir. Qué les parece si me acompañan y así
le damos un Feliz año a los amigos que se están confesando…
Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
29 de diciembre de 2015
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