viernes, 19 de agosto de 2016

VIVIENDO UNA FANTASÍA...




“Nunca permitas que otra persona te haga sentir mal, Que jamás empequeñezca tu forma de ser, de vivir, de pensar, de cómo ves la vida, porque en ese momento, estarás perdiendo el control de tu vida”

Esas palabras retumbaban en la mente de Josefina. Hace quince años, su madre, al verla llorando por un amor fallido, se las dijo y a pesar de estar repletas de tanta sabiduría, no las tomó en cuenta.


Hoy, en su pequeña habitación, luego de haber llorado lo que pensó no haría por nadie, llegaba a su mente esa figura frágil repitiendo las mismas palabras de otrora. Sus ojos atascaron ese manantial de agua salada, que de ellos salía. Su cabeza se irguió y analizó cada coma, cada punto, cada rima de esas palabras y pasándose las manos por los ojos, decidió que serían las últimas lágrimas que derramaría por alguien que no entendía su ser, cuando se atrevía a poner, en entre dicho su estabilidad, en cuanto a su forma de sentir.


Esa noche, luego de sacudirse ese mal sentimiento. Se dio un espumoso baño acompañado por una copa de vino y una suave música. De esa forma pudo recordar la persona que, verdaderamente era ella. Quiso por un instante, hacer que otro ser se sintiera en las nubes y pensó que definitivamente esa no era la forma de amarse y respetarse. Primero estaba su esencia y su yo como persona. 


Pasado un rato se levantó de su baño de espumas. Sintió como unas de ellas se deslizaban por todo su cuerpo, mientras caminaba desnuda buscando una toalla. Al pasar frente a la ventana disfrutó las caricias que la brisa le otorgaba a su piel, con ese roce cual lengua punzante. Haciendo que las espigas de sus senos se erizaran y produciendo una sensación de placer muy profunda a la vez. Sus manos los acariciaron notando su rigidez e inmediatamente, la otra buscó su sexo, que ya empezaban a vibrar por la eterna esperanza. 


Tomó la toalla, se la terció alrededor de los hombros y fue directo a su closet para escoger un vestido bonito y unos elegantes zapatos. Hoy drenaría tantas sensaciones acumuladas dentro de ella. Su cabello húmedo, le daba un aspecto de fiera, que incitaba a meter las manos por esos rizos alegres y encantadores mientras que de su piel canela húmeda emana un delicioso perfume tan suyo, que levantaría un muerto  ansioso de pasión.


Llamó a un amigo y le pidió la llevara al café, donde se reunía el grupo. Justiniano, era el nombre del amigo, le pareció maravilloso ir junto a Josefina al encuentro de los amigos. Así la gente murmuraría que ella estaba prendada de él. Inmediatamente se arregló y se lanzó a la calle, con ese incansable vehículo que tenía para todas las juergas que se le antojaba.


Cuando llegó donde Josefina, se dio cuenta que ella estaba en el porche esperándolo. Cuando la luz del farol la iluminó, Justiniano tuvo que apretar la boca y las manos de la impresión. Nunca la había visto tan hermosa y provocativa. No sabía que tenía esa noche pero estaba para hacerla sentir el verdadero amor
- pensó el muchacho -


Le abrió la puerta del carro, muy caballerosamente. Aprovechando para aspirar el suave perfume de azahares que emanaba de sus cabellos aún húmedos.


Estás preciosa –le dijo el amigo-
Josefina viéndolo de medio lado, le dio las gracias y le dijo que se apresurara. Ansiaba por llegar al lugar.


Las luces de la calle invitaban a los clubes nocturnos, todo era movimiento y música. Cuando llegaron, él la acompañó a la mesa. Lo menos que se esperaban era ver a Josefina por esos lados y menos ese día, que sabían estaría con el que ella había denominado “Mi Tormento”.


El grupo gritó y aplaudió su llegada. Inmediatamente mandaron a que colocaran otra silla y la bebida que siempre acostumbraba a tomar con el grupo.


Tenía tiempo retirada de su gente y tuvo que ponerse al corriente de todo lo que les había pasado. Unos se casaron, otros se graduaron y venía un niño en camino. Eran muchos acontecimientos que se había perdido por estar pendiente de otra cosa.


De pronto apareció Hernán, ellos habían tenido un romance muy serio algunos meses atrás por lo que todos pensaron que se casarían. Las miradas cayeron sobre Josefina y se quedaron callados esperando la reacción de ella.


Él se le acercó y le pidió que bailaran juntos. Los amigos cuchicheaban viéndolos irse hacia la pista de baile. Hasta hicieron apuestas, unos decían que volverían y otros que no, que ya eso había terminado.


Ya en la pista, Hernán la sujetó a él  y envolviéndola con su agresivo perfume de hombre comenzaron a bailar suavemente. Josefina estaba encantada de sentir ese abrazo fuerte, que siempre le daba Hernán y decidió dejarse llevar. Al no encontrar resistencia de parte de ella, la atrajo más hacia su pecho y los brazos de ella se elevaron para rodear su cuello y de esa forma quedaron entrelazados toda la noche. No se separaron a tomar o hablar con los amigos. Eran solo ellos.


Antes que terminara la reunión, ya la pareja se había escabullido por la cocina del café y se fueron a conversar a la orilla del mar. Muchos recuerdos, muchas preguntas, muchos porqué y era el momento de aclarar algunas cosas.


Aunque esa noche Josefina no quería hablar, necesitaba sentir y en un descuido de Hernán, se quitó la ropa y quedó vestida con esa suave piel canela, tan uniformemente perfecta. 


Arriba una hermosa y redonda luna llena, la abrazaba de luz, cual foco en una obra de arte, donde su piel era la estrella principal del acto y jugando con las tonalidades hizo que brillara cada centímetro de ella a semejanza de la Diosa de ébano. Sin decir palabra, se enrumbó hacia la espuma que se formaba en la orilla, por cada envión que hacía el mar contra la arena.


Él la siguió y en un segundo ya estaba cerca de ella. Sus manos la tomaron por su frágil cintura. Un beso y una sensación de cuerpo hizo que en ese sitio hirviera el agua. Ella pasó sus largas piernas por la cadera de él y entrelazados, al ritmo del mar sus ansias fueron apagadas y quedaron viendo hacia la luna luego de darse por entero.


Los senos de Josefina emergían sobre el agua y la luz de la luna los pintaba como joyas que flotan a la deriva en el mar. Fue suficiente esa vista para que su compañero volviera a sentir ganas de tenerla y enceguecido de deseo la volvió hacer suya, de la forma que solo él sabía.


Al otro día Josefina recibía infinidad de mensajes y llamadas. Ella estaba en lo suyo y desde ese momento, no permitió que nada, ni nadie la sacara de su verdadero yo.


En esta vida todo pasa y nada queda. Así que hay que disfrutar lo que pasa y seguir disfrutando del camino, que es lo más importante. ¿El llegar? Siempre estará allí, por qué preocuparse entonces. Disfruta de la travesía.


Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
19 de agosto de 2016





jueves, 18 de agosto de 2016

DEJA QUE MI CUERPO DANCE...





De muy lejos, llega el suave sonido, que acaricia, penetrando suavemente y dándole ese sabor salobre, que duele por breves momentos a la orilla de la playa.

Es como dice aquella canción “Que besa la playa y se va”

El ir y venir del mar.

El querer y no querer.

El besar y regresar al mar es lo que retumba en mi cabeza.


Mi amada embellece el momento, con sus suaves y melancólicas notas musicales, que saca de un piano viejo.


Las blanca y las negra, unidas a través de sus largos dedos, hacen que mi ser se emborrache de tranquilidad, de ese entendimiento apasionado.


Que suave está la noche. Sólo el ruido del mar y los acordes musicales estremecen todo el  espacio en que estoy. Ni un ave se atreve a romper con esa delicada armonía, que extrañamente se logra percibir pero que en este preciso instante tengo la bendición de regocijarme en ella.


Cómo quisiera quedarme por siempre, de esta manera y dejar que mi mente abrase esa alma tan soñadora y en una suave danza de amor expresar, exactamente, lo que mi corazón, hoy siente.


No, no pares de tocar, querida mía... Déjame disfrutar, un poco más de esta razón de amar.




Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo
18 de agosto de 2016


martes, 9 de agosto de 2016

UNA SILUETA BAJO MIS SÁBANAS...




Me encuentro en esos días de fogosidad literaria y recostada en mi cama, lo veo respirar plácidamente. – Su aliento se escapa por entre sus abiertos labios y es una especie de calidez pegajosa, que incita a saborearla. Es un aroma como aquellos dulces que le llamábamos “Melcocha” y que dejaban siempre la sensación de querer seguir estirándose, hasta alargarlos en toda su extensión, dejando al aire su dulce y aromática tersura.

Su pequeña barba  bordea esos labios, tan deseados. Le dan un aspecto de hombre de letras, de esos que subyugan con su profundidad de ideas y verborrea. Me excitan las mentes brillantes.


No puedo dejar de observarlo. Siento que, no solamente mi cama ha sido abordada, con piratas en plena alta mar. Mi alma se alegra de que ese ser de las mil facetas, haya logrado asaltar esa solitaria extensión, cuando mi tripulación había desestimado la perseverancia de tan arrojado ser.


Días atrás, en mi alcoba no se respiraba otro tipo de olor, que no fuese el de la persona que, día a día, lo ocupaba. Sólo, algunas veces podía percibir el aroma de los silencios y de la atractiva pero maléfica Soledad.


Puedo hacer una retrospectiva, muy reciente de dos semanas, por ejemplo y al unirla a la de este momento, cuando observo el movimiento acompasado de su respiración, me indica que no estoy sola. Puedo ver cómo se va transformando o mejor dicho, cómo se va rellenando, una parte de la sábana que cubre este desnudo y deseoso cuerpo. 


Ante mis ojos se manifiesta una forma de nacimiento a mi lado. No me da miedo, solo es incredulidad al ver cómo emerge por debajo de la sábana la forma de una persona. 


Si pudiéramos unir esos dos tiempos  podríamos hacer una buena secuencia desde la soledad hacia la locura más grande y sentir ese cuerpo caliente, que hoy ocupa el otro lado de la cama.


El anhelo ha sido abrigado. Sus manos rodean ese ser sintiendo su temperatura afiebrado y jadeante, con una multiplicidad de sensaciones y sentimientos. Su voz ronca, aunque anda con un poquito de gripe, me suena como el gato que siempre quise tener ronroneándose en mis oídos.


Su boca, al fin ha probado el néctar, que permanecía, en plena maceración y que, según su catador, está en el punto ideal para su degustación. El tiempo ha sido benévolo con mis esencias y las ha mantenido jugosas para mi sibarita especial.


Muy quedo me ha dicho, que mantengo mis curvas y la tenacidad en mi cuerpo. Qué están en el punto perfecto para sus apetencias y deseos. Mi ego de mujer se dispara, cual cohete al viento. No hay nada mejor, cuando un hombre enciende, de esa forma, las ganas de galopear sabana adentro, a una mujer. No existen límites para ensillarlo y demostrarle, lo lejos que se puede llegar, con ella. ¡Dios! mi mente se desnuda y aparece la trovadora, la amante, la puta, la amiga, la compinche, la loba hambrienta y sedienta de amor.


Mi alma se ha vestido, con ropa de campo. Mis pies permanecen descalzos manteniendo el contacto con la suavidad del monte y la humedad de la tierra. Con el olor a flores silvestres estoy lista para lanzarme a todo galope sobre ese caballo brioso y fuerte, que me llevará a seguir disfrutando de la belleza de la vida.


El sol ilumina mi rostro, mientras, una suave brisa, se cuela por los rizos de mis cabellos, que orgullosa agitan mi melena encanecida. ¡Toda yo soy vida, todo Él es mi vida!


Carmen Pacheco
@Erotismo10
9 de agosto del 2016