viernes, 8 de enero de 2016

DIEZ SECRETOS DE NAVIDAD…






Octava Confesión



KAROL SE ADORMECÍA ENTRE EL HUMO Y EL ALCOHOL, HASTA QUE SE ESCUCHÓ UN GRITO


Lograron tranquilizar a Milagros con dos tragos de ron prometiéndole que la ayudarían en ese estado de confusión en que se encontraba. Las cosas se iban destapando lentamente y empiezo a darme cuenta lo poco que nos conocíamos realmente.

- Bueno basta de lloriqueos, que aquí vinimos fue a disfrutar de nuestros chismes – dijo Raúl soltando una carcajada y al mismo tiempo dándole la lata a Milagros. –Sécate esas lágrimas mujer, que posiblemente ahora es que vas a saber lo que es vivir contigo misma, que es lo que más importa y saca el nombre del próximo, porque quedan tres confesiones en el tintero y el sol casi nos agarra y como los vampiros podemos desaparecer –

No tenía porque moverla mucho. Metió la mano y gritó el nombre de Karol.

La música que ambientaba el lugar era de esas románticas, del tipo que se escuchan en las rockolas,  las que dan ganas de llorar y seguir tomando por cada una de las revelaciones.

Ya los vecinos se habían retirado de sus sitios estratégicos.

En el rincón de atrás, del patio de la casa de Milagros, apenas se oía (acompañando la música del lugar) un par de gatos que se instalaron  en el techo del frente emitiendo un romántico ronroneo, que más bien parecía que se estaban matando. También se unieron para participar de esa velada erótica, sensual y reveladora

Karol con su atuendo de mujer liberada. Tatuajes y argollas por doquier, se arrimó al lugar donde confesaría lo peor que la había pasado. Nunca le gustó usar pantalones por lo que siempre andaba en faldas cortas y botas hasta las rodillas. Una blusa corta y transparente era su atuendo de esa noche. Ya sus amigos sabían que no le gustaba usar ropa interior, por lo que no les sorprendió ver la línea de sus senos dibujados, hermosamente, en la tela que medio la protegía.

-Esta confesión amerita un buen trago amigos – dijo Karol dirigiéndose al lugar de las confesiones. Luis le preparó uno al que el llamaba “Destornillador”. – Este es el perfecto para sacar todos los demonios que se nos atraganta y con los que pasamos toda la vida ahogados – Le dijo Luis –

Como saben – empezó Karol- me gusta la música y por sobre todas las cosas, adoro el Rock fuerte. Ese que se te mete bien adentro. Como cuando aspiras un perfume y dejas que penetre todas tus membranas, hasta la última, hasta la más profunda llenándote de de vida. Así es como percibo el Rock.

Todas las tardes, luego de hacer mis tareas escolares corría a un lugar donde los chicos íbamos a golpear las guitarras y a dar alaridos. Ese era el verdadero Rock para nosotros, a esa edad.

Con el tiempo traté de entrar a una escuela de música pero mis padres pensaban que si me volvía médico o abogada, la vida sería más cómoda y satisfactoria. Como ven, haciendo un gesto con los brazos, no lo lograron. Fueron más fuertes mis ansias de rocanrolear.

En el lugar que les comento, años después, entraban y salían del lugar, cualquier cantidad de jóvenes. Era el local del momento, estaba de moda y el que quería oír música ácida, allí la conseguía. Nadie se preocupaba de nada. Todo era alegría, licor y drogas.
  
Al costado del lugar, se encontraba una puerta resguardada por un hombre bien fuerte. Por allí entrarían los artistas que cantarían esa noche.

Allí estarían el grupo que estaba sonando mucho por la radio y la cola de personas que esperaban ver a sus ídolos se encontraba frenética. Una que otra trataban de sobornar al Vigilante para que las dejara pasar. Algunas lo lograban otras no.

Fue un tremendo relajo el que se formó, cuando vimos que se acercaba la camioneta que traía a nuestros ídolos y todas comenzamos a gritar. A medida que se iban acercando, la multitud se fue aglomerando alrededor del vehículo.

Era un sueño poder ver en persona al hombre que me hacía volar, en cada arpegio que le sacaba a esa guitarra. El solo pronunciar su nombre mi cuerpo convulsionaba de placer y en ese momento lo tendría ante mis ojos. Éramos muchas chicas en el lugar, resultaría muy difícil que se fijara en mí pero igual yo gritaba y brincaba para poder sobresalir de esa marea de mujeres excitadas.

Encendió un cigarrillo y votando una bocanada de humo nos dijo –pero si me vio, aunque ustedes no lo crean me vio- en el momento en que se bajó de la camioneta, yo había dado el brinco más grande de mi vida, apoyándome en los hombros de la chica de adelante, - Sé qué eso no se debe hacer pero que caray era el hombre de mi vida el que había aparecido- Así que en ese preciso instante nuestros miradas se encontraron. Para mí fue suficiente. Sentía que había besado esos deliciosos labios, con tan solo una mirada. Un grupo de chicas pasaron sobre mí. No podía moverme había caído en un trance diabólico de amor y no sentí, cómo la marea de mujeres me empujaba hasta caer al piso.

Todo fue muy rápido, cuando reaccioné ya todas  habían entrado y yo estaba tirada en el suelo, con mis rodillas sangrando y el cuerpo adolorido. Las lágrimas rodaron cual manantial en pleno verano. En eso sentí que alguien me levantaba y cuando pude verle el rostro, me di cuenta que era él, mi Cantante preferido, quién había dejado que la banda se llevara a las otras jóvenes para quedarse ayudarme. No salía de mi asombro y con un dedo, suavemente cerró mi boca.

¿Cómo te sientes? – preguntó tratando de limpiarme las piernas, que estaban llenas de tierra. Bien –Atiné a responder, entre mi fascinación y desconcierto.

Me condujo dentro del lugar y me presentó con los músicos de la banda. Era una locura el lugar. Las luces se encendían, bailaban, giraban, mientras que las personas cantaban una de las melodías que los había hecho famosos. Yo no sentía el dolor ya. Estaba con Él y era suficiente.

Karol se aclara la garganta y doblando sus piernas prosigue el relato o la confesión. Un rayo de luz abrazaba el torso de la amiga, deslumbrando mucho más, sus senos. La temperatura había bajado para esa hora y la línea de éstos dejaba ver cómo se dibujaban sus puntas, que se mantenían fuertes y desafiantes. Luis sacudió su cabeza y puso su atención en el relato.

La noche pasó muy rápido y tenía que volver a mi casa. Mi ídolo sugirió llevarme hasta allá. No lo voy a negar tomé algo más que tres tragos y que, posiblemente alguien me pasó un cigarro aliñado pero me sentía en condiciones de volver por mi cuenta. Sin embargo no quería hacerle un desaire al hombre que toda la noche me atendió y ayudó, luego de mi caída.

Con todo el equipo en la camioneta, nos montamos y salimos hacia mi casa. Eso fue lo que yo pensé pero ya ellos habían cuadrado, en la noche, a dónde me llevarían.

Por supuesto que ya habían aparecido uno que otro beso entre él y yo pero más nada. En la camioneta comenzó a besarme y yo respondí también. Una cosa pasó a la otra, en un momento sus manos estaban debajo de mi blusa y tomaba mis senos con furia. Yo traté de zafarme y le dije que se detuviera pero no oía. Me rasgó la suave tela que me tapaba, e inmediatamente su boca aprisionó mis senos, con ligeros mordiscos lacerantes. En ese momento detuvieron el carro y los que estaban adelante me sujetaron los brazos.

Entre todos me quitaron la poca ropa que me quedaba y empezaron a manosear mis muslos. Eran varios, no podía defenderme. Se turnaron una, dos hasta tres veces para saciar su hambre.

Hubo un momento en que ya no sabía quién o qué era yo. Gisela se levanta y Karol le dice apartándola -Tranquila Gisela– es algo que tengo que sacar, de una vez por todas.

Los seis hombres que estaban en la camioneta, entre drogas y alcohol habían abusado de mí, las veces que les dio la gana. Luego desperté en un hospital, con hematomas y fracturas de distintos tipo.

Hice la denuncia pero el dinero puede más que la dignidad de una persona y por el solo hecho de haber aceptado que me llevaran a mi casa fue suficiente para soltarlos. Alegando que yo induje a la violación.

Esta historia jamás la supieron mis familiares. No permití que se enteraran. Por supuesto era claro que había sido violada pero los pormenores jamás se lo dije a ninguno de ellos. Hoy, gracias a la inventiva de Milagros pude sacar este veneno que he llevado por muchos años.

Karol admitió una situación extrema, que puede ocurrirle a cualquiera, sea hombre o mujer. Esperamos que con ese exorcismo que le hizo a esos recuerdos pueda seguir, este año que viene, en lo que a ella le gusta pero sin resentimientos hacia lo que significa el Rock.

Con esta confesión nos faltan dos por compartir. El tiempo se nos vino encima pero a nuestros amigos, se les detuvo el tiempo. Sólo celebraran año nuevo, cuando el último diga su confesión más tenebrosa.

¿Me acompañas para ver qué nos dicen Paulina y Susana?

Qué les parece si me siguen y así le damos un Feliz año a los amigos que se están confesando…



Carmen Pacheco
@Erotismo10
06 de enero del 2016











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