Quinta confesión
LA
TRILOGÍA DE FRANCK...
Milagros saltó de su silla para
romper ese raro ambiente que había generado la confesión de Gisela, a pesar de
que todos habían manifestado su solidaridad para con su amiga fue algo salvaje
y tenso. Diciendo a gritos – ¿Amigos vamos a buscar qué comer y nos traemos el hielo y el ron, así no perdemos
esas ganas de exorcizar nuestro pasado, una vez por todas, qué les parece?- Todos
estuvieron de acuerdo y se levantaron con Milagro hacia la casa. Ya eran las
nueve de la noche y no querían que los pellizcara la luz del día, antes de que
todos hablaran. Dentro de la casa todos gritaban – Milagros ¿Dónde está la
pizza que trajo Fredy?- Pásame esos dos
panes de jamón que están a tu lado, - Gritó Soledad. Todo era movimiento en la
cocina de la amiga.
Mientras esto ocurría, algunos
vecinos que no tuvieron visitas esa noche, habían estado escuchando las confesiones,
como quién oye el trinar de un ave o logra ver el brote de una planta, en el
comienzo de la primavera y lejos de
estar sorprendidos por cada uno de los relatos, el efecto fue al contrario, los
puso, cómo les digo… algo emocionados. Los espías del patio contiguo eran
personas no tan jóvenes y ya habían perdido el deseo de estar juntos, de disfrutarse
uno al otro como lo hacían años atrás. La rutina los había absorbido y eran
pobres sombras de un ayer espléndido. En cada relato que escuchaban sentían que
crecían las ganas de tocarse y sentirse uno al otro, por lo que habían colocado
una colcha en el césped y allí, recostados oían y se amaban. Ella le decía – ¡Armando
tenías tiempo que no me tocabas de esa forma, como cuando éramos novios y nos
íbamos al auto cine y lo menos que hacíamos era ver la película! – ¿Recuerdas?-
Y él le contestaba -¿No te gusta mujer? – Por supuesto que me gusta, este
cuerpo está hambriento de esas sensaciones excitantes.
No querían perderse las seis confesiones
que faltaban, así que también aprovecharon de pertrecharse de bebidas para
seguir a la par de los vecinos en su charla. Esto podía darse porque los
jardines del lugar, estaban divididos por un seto alto y bien pródigo, que
impedía ver al otro lado de él pero se podían oír todo.
Iban llegaban uno a uno al
“Confesionario” como habían quedado en llamarlo. Cada quién venía con dos
platos y haciendo malabares para que no se les cayera. Otros con los vasos, el
hielo y los cigarros de Karol, que con el ritmo de vida que llevaba, no podía
dejar de disfrutarlo y ese era el mejor momento para acompañarse con ese vicio
que encontró, entre los bares y conciertos. Ese será otra confesión. En medio
de los relatos, se la veía lanzar círculos de humo, luego de exhalar una gran
bocanada, como si en eso se le fuera la vida.
Estando ya todo listo, Gisela por
haber sido la última en confesar, mueve la lata y saca el nombre de Franck.
Cual Hinchas en un partido de Fútbol, los amigos comienzan a gritar - ¡Franck,
Franck, Franck!- Éste se levanta, no antes de acomodarse el trago y con su
estilo de chico despreocupado, les hace un guiño a las amigas.
Se oye el llanto de un niño a
todo pulmón, seguidamente la voz de un hombre que dice a lo lejos, – Calla a
ese carajito que tengo que levantarme muy temprano- De pronto todo vuelve al
silencio y es cuando el confesado se dirige a los amigos.
- Esto me sucedió, también
estando joven. Habían llegado las vacaciones y decidí viajar a otros lugares
desconocidos por mí. Me arregle una mochila, con lo suficiente para estar una o
dos semanas. Cómo no sabía dónde iría, traté de llevar lo que utilizaría en
cualquier situación.
Llegué al Aeropuerto y vi que había
boletos sólo para Canadá, lo pensé un momento y recordé que llevaba un suéter
por si había frío, cosas de loco pero me decidí y compré mi pasaje.
Eso fue en época decembrina
también. Me sentía solo había terminado con
una relación de dos años y no quería pasar por los mismos lugares por donde
íbamos juntos en mi ciudad.
El vuelo fue bastante tranquilo,
solo que me encontré con una señora que no paraba de hablar y preguntar de
cualquier cosa. En una de esas me hice el dormido para que entendiera que no
quería conversar y lo más chistoso fue que, en verdad me dormí. Una sacudida
del avión fue lo que me despertó y cual no es mi sorpresa que la persona que
tengo al lado, no es la señora parlanchina, sino a una mamita rica. El avión
siguió zarandeándose y por instinto la chica me agarró la mano. Como ustedes entenderán
yo tenía que proteger ese regalo que Dios me puso en el camino o al lado de mi
asiento, mejor dicho. La arrimé hacia mí y cual pajarito asustado, temblaba en
mis brazos.
Esto pasó por un rato, hasta que
se oyó la voz del Capitán diciendo que ya habíamos pasado las turbulencias y
que de aquí en adelante, el viaje sería suave y de nuestro agrado.
Me dije – “¿Quién le estaba
preguntando algo a este hombre?” Porque inmediatamente la chica se zafó del
abrazo que le mantenía, como hombre protector que soy - y lanzó una carcajada-.
Muy apenada por su comportamiento,
según ella, me dio las gracias y volvió a su lugar.
La conversación no se hizo
esperar por supuesto. Ya para la media hora tenía su número de teléfono y
nombre. Todo iba a la perfección. Es más no me acordaba del porqué había
decidido ir a Canadá.
Le conté mis razones para viajar,
las que a mí me interesaban, y que no conocía
gente alguna en ese lugar del mundo. Fue cuando el cielo se abrió y un
rayo de luz me iluminó, la chica me invitó a su casa para que pasara esas dos
semanas que tenía para estar en su país.
Les confieso que estuve a punto
de hacer la danza de la victoria, pero tuve que contenerme y muy seriamente le
di las gracias pero no sabíamos que dirían sus padres. -No te preocupes- me
dijo estoy segura que ellos te recibirán muy bien.
Al llegar al Aeropuerto Internacional
de Toronto Pearson esperamos, bueno ella esperó su equipaje y fuimos rumbo a su
carro que había dejado estacionado allí. ¿La siguiente parada? su casa.
Por el camino, le avisó a su
familia que llevaba un invitado. Al colgar, me lanzó una bellísima sonrisa,
donde mostraba una hilera de dientes blancos como perlas y dijo -todo está
bien, nos esperan-.
Qué puedo decir de su casa era
grande, hermosa, elegante.
En el porche nos esperaba una
mujer extremadamente atractiva. Llevaba unos pantaloncitos cortos, muy serios
ellos y una blusa transparente. Los zapatos de tacón la hacían ver más alta.
Cual no es mi sorpresa, al saber que esa mujer era la madre de mi amiga. Ya
podía ver de dónde venían esos ojos verdes y esa sonrisa cautivadora.
Nos conocimos y e inmediatamente
sentí el trato cordial del cual era objeto, me atendieron a cuerpo de Rey.
Luego conocí al papá, algo gruñón y despreocupado. En el almuerzo no le dirigió
la palabra a ninguno. Se levantó y se fue.
Tenían una piscina de unos
cincuenta metros, con un jacuzzi precioso. Allí pasamos el resto de la tarde,
tomando y comiendo lo más exquisito que jamás había probado.
Ambas mujeres en traje de baño,
les puedo decir que eran igual de hermosas y no se podría saber quién era la madre
o la hija. Ambas se esmeraron en que me sitiera cual Jeque. El padre salió de viaje
por asuntos de negocios, que lo mantendría lejos por unas semanas.
Cayendo la tarde, me indicaron
que la cena estaría lista para las ocho de la noche, aconsejándome descansar y
prepararme para una suculenta cena.
Al bajar, las damas se habían
vestido elegantemente y recordé los jeans que llevaba medio arrugados y una
camisa, igual de magullada. Mis zapatos eran los más viejos que tenía y me di
cuenta en ese momento pero ustedes saben cómo soy, me olvidé del asunto porque
no dañaría esa cena tan suculenta que tenía ante mis ojos sentándome en el
lugar que me indicaron pero estoy seguro que distorsionaba completamente con
todo lo que había en ese lugar y en ese momento.
Fue una cena afrodisíaca
completamente. Fueron platos de mariscos y otros de Langosta, con su respectiva
ensalada. Al terminar nos retiramos a una de las salas para oír música y
tomarnos un licor digestivo.
La chica me sacó a bailar,
mientras, su madre nos observaba. En una vuelta que doy vi que la madre estaba
al lado de nosotros y le dijo a su hija que ella quería bailar también y seguí
el son con la madre. Claro que se notaba la diferencia, en el tacto, cuando la
tomé en mis brazos. Era fuerte y de cintura estrecha. Bailaba muy pegado a mí y
yo temía faltarle el respeto. De repente se apretó mucho más y allí sentí todo
su cuerpo que unido al mío bailaban a un mismo ritmo. La atraje más hacia mí
para que sintiera lo que estaba provocando y mientras me veía pícaramente, sus
labios sonrieron, de una forma muy provocativa.
En verdad les digo que yo no
sabía, en ese momento, qué pasaba o cómo debía comportarme, cuando siento que
la hija se ata a mi espalda y comienza acariciarla y lo que le sigue a ella. Sus
manos se deslizaban hacia adelante y descubrió mi respuesta a lo que estaba
pasando y continúo su trabajo.
La madre abrió sus labios y en un
beso suave y excitante permaneció pegada
sintiendo cómo su hija me acariciaba. Me daba la impresión que la hija estaba
como alumna en un taller de cómo excitar a un hombre. Al final la Maestra no se
dejó quitar su lugar.
De allí en adelante, nadie habló.
Solo fueron caricias y besos frenéticos entre los tres. No me dieron tiempo de
buscar un preservativo, esas mujeres traviesas ya lo tenían dispuesto y listo para
ser usado.
El padre no llamó mientras estuvo
fuera y la casa con sus mujeres las tuve para mí todo ese tiempo.
Se me terminaban los días para regresar
y con mucho dolor tuve que decirle adiós a esas Diosas del amor. Hoy por hoy no
he reflexionado de lo que pasó allí. Total eran unas vacaciones, luego de una
ruptura de corazón. Definitivamente alguien me quiere mucho allá arriba porque
me puso en el sitio y momento perfecto.
Al fin una confesión sin tanto
drama –dice Milagros- me pareció buenísima y muy excitante Franck. Todos se
levantaron y brindaron por esa erótica confesión. -No todo debe ser dolor. Aunque
existan penas en el alma, siempre tenemos que buscar lo que nos haga feliz y seguir
adelante- continúo diciendo Milagros.
Los vecinos dejando todo en el césped,
se dirigieron a su cuarto para recapacitar de lo que habían sentido, tras
compartir la confesión de Franck. Se prometieron mejorar su relación íntima con
fantasías y atreverse a retozar en el juego del amor.
Ya vamos acercándonos a la décima
confesión. Con ésta llevamos cinco y la de Milagros me parece que será
interesante. Sígueme y pronto podrás oír todas las confesiones…
Carmen
Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
26
de diciembre del 2015
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