martes, 13 de octubre de 2015

LA DAMA BAJO LA SÁBANA...





La noche cubría con su mágico manto negro, toda la extensión de la playa que mis ojos alcanzaban ver. Poco a poco iban apareciendo pequeños destellos que formaban figuras interesantes en el cielo. Sólo se oía el ruido que hace el mar, al besar tímidamente sus arenas húmedas por pocos momentos para luego regresar a sus aguas y dejar que otros puedan acariciar y depositar su esencia en ella.

A lo lejos se oye una melodía acompañada de tambores. Los amigos se había ido acostar algo temprano ya que las actividades de la mañana habían sido intensas. Yo no podía conciliar el sueño, aún sentía una chispa de energía que recorría mi cuerpo. Entonces me escabullí hacia un tronco que había dejado la marea, la noche anterior. Parecía ser parte de algún naufragio. Llevaba tallado una especie de imagen en la punta.

Con ese escenario y un trago en la mano, me puse a detallar lo que el mar había arrojado de sus profundidades y no solo era un tronco, también estaba en la orilla una vasija que resplandecía con los rayos de la luna, cada vez que el mar lo abrazaba. Me levanté y lo tomé para averiguar de qué se trataba. Supuse que era un tarro para tomar alguna bebida exquisita. Aún permanecía en su relieve, detalles de algún trabajo de orfebrería. Mi mente se puso a imaginar de qué época sería dicho objeto y adentrándose más la noche oí cuando alguien dijo:

-Señor, disculpe que le interrumpa pero el Timonel avisa que, a poca distancia, algo sobre sale del mar y pregunta qué hacer. El Capitán estaba durmiendo. A su lado, sobre su brazo descansaba una hermosa mujer. Estaba claro que esa noche habían aprovechado la tranquilidad del mar para disfrutar de los placeres del amor.

Rufino –Espero que si me vienes a despertar a estas horas es porque aprecias tu cabeza sobre tu cuello- Respondió el Capitán.
Claro mi Capitán –dijo Rufino- jamás osaría molestarlo en sus horas de descanso – esto lo decía mientras le daba una mirada a la mujer que estaba en la cama como Dios la mandó al mundo. Ella, al percibir su mirada, coquetamente se cubrió con las sábanas. -En verdad yo no quería venir pero el Timonel me dijo que era, sumamente importante que usted lo supiera. Diciendo esto, se volteó para retirarse, no sin antes mirar de reojo, otra vez, la silueta que dibujaba el cuerpo de la mujer, bajo las sábanas. Cerró rápido y subió a la cubierta, dejando por sentado que su jefe subiría inmediatamente.

El Capitán se demoró  y cuando lo hizo, ya no había nada qué hacer. El encontronazo fue fuerte. Habían chocado con unos restos de barco que, años atrás fueron atacados por una pequeña flota de Piratas. Éstos estaban haciendo de las suyas en esos tiempos, contra cualquier buque que se encontrara en el mar.

El trompazo fue tan fuerte que le hizo un hueco al casco entrando de inmediato el agua e inundando la parte de abajo del barco “Fortinacho”, nombre que le habían dado porque parecía imposible que pudiera ser destruido por cualquier tipo de barco.

Sin darle tiempo a dar alguna orden, el Capitán salió volando tan rápido, que se  perdió entre las grandes olas, los restos de su barco y del naufragio. 

La tripulación del barco luchó por evitar que se hundiese su nave pero fue infructuoso lo que hicieron. Poco a poco se lo fue tragando el mar para así formar parte, del cementerio de los barcos, como así llamaban el lugar.

La marea había subido y me desperté, cuando el agua besaba mis pies. Me levanté y con mi trofeo marino fui a la habitación donde estaba la chica con quien había llegado al lugar.

Al entrar al recinto, éste se encontraba a media luz. Cuando mis ojos se acostumbraron al lugar, sólo resplandecía esa tela blanca que cubría el hermoso cuerpo de esa mujer  que me cautivó. Fue casualidad o coincidencia pero la sábana se le fue escurriendo hacia el suelo y me iba dejando ver su hermoso cuerpo desnudo. Su melena cubría parte de mi almohada. Por un momento me alivió el no estar en alta mar, con una amenaza de choque marino. Solo habría un encontronazo con esa deliciosa sirena, que esperaba la hiciera mía, otra vez.




Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
13 de octubre de 2015

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