En el boulevard
se estaba celebrando una especie de fiesta. La gente iba disfrazada de
personajes del siglo XVIII. Todo era algarabía y antifaces. Algo que jamás me gustó
es ir por allí con el rostro tapado. Había quedado en encontrarme con Luisa
María, amiga de la infancia, la que siempre tiene conversaciones muy
aleccionadoras.
Cuando llego
al Restaurant donde nos encontraríamos observé un remolino de hombres alrededor
de mi amiga. Al verme ésta, hace un gesto que dice “Qué puedo hacer” mientras
coquetamente escribe algo en un pedazo de papel de uno de los que la rodeaban.
Cuando llegué, los despidió con mucha cortesía dejando en sus mentes, la idea que
esa noche estarían cenando juntos.
Nos abrazamos
y riendo le digo – No cambias María Luisa, la misma coqueta de cuando niñas. -
Qué te puedo decir- dice arreglándose el escote, dejando a la vista unos pechos
que parecen palomas prestas a volar.
Que alegría
que hayas podido viajar esta temporada a Madrid. – Me dice. Como ves han
llegado muchos turistas para la entrega de premios de esta noche.
Haciéndole una
seña al mesonero, le contesto – No me lo hubiese perdido por nada del mundo
amiga. Quiero verte recibir el tuyo y nos echamos a reír. Tráigame una buena
taza de café con chocolate y una torta como la que tiene mi amiga.
Cuéntame cómo
te ha ido con tus apariciones en el teatro. Desde que escribiste aquel libro de
“La piel bajo mis uñas” y de eso hacen unos meses, no había podido encontrarte
para conversar.
Todo ha ido
a pedir de boca. Me estoy presentando seis veces a la semana y los fines de
semana dos, le comento. No quiero cansarme tanto y prefiero dejar unas cuantas
horas para mí.
El tema que
tendré la semana entrante es sobre la sexualidad tántrica y la conexión al
corazón. ¿Qué te parece el título que le puse?
Interesante esa
combinación de sensaciones en un teatro –Contesta.
¿Crees que
el sexo puede tomarse como una adición?
Claro que
sí, sobre todo si hablamos de un sexo meramente cerebral.
No entiendo,
le replico.
La sexualidad
puede ser muy adictiva cuando no está conectada al corazón y generar patrones
emocionales dolorosos. No hay acto sexual que no despierte emociones y es por
eso que debemos entrenarnos para poder disfrutarlo sin, cómo es que tú les
llamas - “Apego”- le contesto. Exactamente, cuando aprendemos a llevar una
sexualidad consiente con ese órgano llamado corazón, parece una controversia
pero es posible que no nos apeguemos a
nadie y gozamos los encuentros más que los que sufren por amor.
Hago un
gesto de necesitar algo más que lacre ese frasco de perfume que destapó.
Te explico. Cuando
llegas a entender que esa persona con quien estás, no la tienes que dominar o
tratar de amarrarla a ti es más placentero el sexo con él o con ella. Si mi
placer depende de otra persona es allí cuando aparecen las pataletas del niño interior
“Por qué tú no estás cuando yo quiero”. “Por
qué tu no me das cuando yo quiero” pero cuando está conectado al corazón dentro
de ti misma ya no es tan adictivo. Cuando se conecta al corazón es menos
intenso, no quiere decir que sea menos verdad. Al contrario es cuando el
verdadero amor renace y se manifiesta con toda su gloria. De la forma que te
comento encuentras más espacio y se crea más confianza. Te das cuenta que el
otro no es un objeto para ser usado por ti, ni tú por él y estás más conectada
a ti misma, por lo tanto no estás tan necesitado del otro. Deja de existir eso
que dicen “Sin ti no soy nada” Al contrario es cuando están más compenetrados
en el sentir. Eso es uno de los caminos entre el sexo y el corazón.
Primero hay
que aceptar que se está solo o sola. Existen los que te preguntan “Cómo y todavía
sigues soltero” o cómo haces para vivir sola. No saben que en la soledad hay un
espacio exquisito de intimidad con uno mismo y solamente desde ese espacio puedes
abrir la puerta a otra persona para dejarlo entrar. Cuando has aprendido a
convivir contigo es más fácil hacerlo con otra persona.
Me has dado
material para desarrollar en el próximo Foro. La gente estará feliz de aprender
cómo disfrutar del sexo sin tener que aferrarse a nadie y sí gozar cada
instante en la libertad que nos da el no apegarse de ninguna forma valorando el
momento que se vive y más nada.
El tiempo
corrió como muchacho tras un heladero. Quedamos en encontrarnos esa noche, luego
de la entrega de los premios y así seguir compartiendo su merecido
reconocimiento y algo más de cosas del amor.
Carmen
Pacheco
@Erotismo10
07
de junio de 2017
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