miércoles, 28 de septiembre de 2016

MIS ORGASMOS QUERIDOS…






Rosario y María coincidieron en el mercado. Una de ellas buscaba ese no sé qué muy recomendado para elevar la energía, o el vigor sexual entre las parejas.

Desde pequeña se oía ese dichoso refrán “El amor entra por casa” así que supuso que eso también tendría que ver con el enfriamiento de las camas matrimoniales y no es porque sean de metal, no, es porque no se viene haciendo el buen uso en ella. Es por eso que quiere encontrar algún afrodisíaco.

¡María! – Gritó Rosario- Espera mujer, cuál es la prisa. Deja que cancele para que nos tomemos un cafecito mientras nos ponemos al día. Ya María iba de salida, cuando su llamado la detuvo en seco. Fue una verdadera sorpresa encontrarse –pensó- mientras esperaba a la amiga, a quién creía de vacaciones con sus abuelos fuera del país.

El escándalo del mercado era muy grande. El que ha tenido la fortuna de viajar puede aseverar esto, que aunque se hable en el mismo idioma al tuyo, el alboroto es el mismo y si es en otro idioma es peor porque al fin y al cabo, no les entiendes ni una sola palabra.

Ya juntas, se abrazaron riendo por la fascinación que significaba encontrarse, luego de tanto tiempo. Se consideraban más que unas amigas. Ellas habían recorrido muchos senderos, en sus encuentros. Las conversaciones siempre les traían algún aprendizaje, algo nuevo que vivir.

¡Mujer! – Le dice María- teníamos mucho tiempo que no nos veíamos y mira que he necesitado de nuestras conversaciones aleccionadoras.

Qué haces aquí, aunque la pregunta sea tonta verdad –dijo Rosario. Si bien no me lo creerás – le contestó María - estoy buscando una artificio para que vuelvan mis ganas de tener un orgasmo con mi esposo.

Rosario, se escandaliza por tan extraños deseos de su amiga. Quedó paralizada y luego comenzó a reír pero de una forma nerviosa y cada vez que le decía que se tranquilizara, ella reía con más ganas. Los que estaban comprando, al lado de ellas, las veían como bichos raros y empezaban apartarse. Cuando Rosario observa las caras de las personas, arremete con carcajadas incontrolables. Su rostro se puso rojo como un tomate y se doblaba porque le empezaba a doler el estómago.

Al ver que no se callaba, su amiga la agarró por el brazo y la sacó del lugar pero la muy jodedora no paraba de reír. Observó que al lado había un barcito pequeño y se metieron allí. Era bastante coqueto y muy sobrio a la vez.  

Ya dentro, María le pidió al Barman un vaso con agua, al tenerlo en sus manos, no lo pensó dos veces y le lanzó el contenido a la cara de Rosario. ¡Santo remedio! la mujer paró de reír.

Sus ojos habían quedado abiertos, como dos platos y con la expresión de no creer lo que su amiga había hecho. Antes que Rosario reaccionara aprovechó y la sentó en una de las sillas del lugar. Le hizo una señal al de la barra para que se acercara y le pidió dos vasos con Vodka, agua quina, limón con bastante hielo, en vaso corto y le acentuó que le colocara un chorrito de limón.

Cuando se fue el dependiente, le dijo ¿Cómo te has atrevido a tirarme agua en la cara María? – De sus ojos salían chispas- No podía hacer otra cosa, le decía calmándola. No parabas de reír y me pareció que te iba a dar algo y como a los locos se les controla con agua… Mirándola de reojo pudo ver que la amiga le sonreía y le ponía las manos sobre los hombros y le dijo: -Tenías razón, no podía parar de reír. Es que me resultó increíble, el por qué estabas en el mercado, entre yerbateros y demás.

Al llegar las bebidas levantaron los vasos y brindaron por el reencuentro que prometía ser muy divertido.

A ver –dice Rosario- ¿Cómo está eso de querer elevar tu lívido? ¿De cuándo acá has tenido problemas con eso?

Es que no logro tener orgasmos con mi pareja. Siempre estoy pendiente de que él se satisfaga y luego, -ya tu sabes- “A Rey muerto, ni con grúa” y siempre quedo esperando una merecida satisfacción. Luego de esa ardua y deliciosa faena, me dice “Estuviste estupenda, como siempre” me da un beso y se voltea. No tiene la más mínima delicadeza de preguntarme si yo me satisfice o cómo me sentía. Hay momentos en que le digo, “Bueno quedé con ganas es que es tan rico estar contigo que quiero más” ¡tonta de mí! A lo que me responde, entre cerrando los ojos “Tranquila amor, déjame agarrar fuerzas y vamos para el segundo” Qué segundo y que ocho cuartos. No se despierta, ni que le pongan la banda marcial al lado. Por lo que es otra noche más de caminar por la casa, meterme en la nevera a ver si un helado de chocolate me quita estas enormes ganas que tengo. Me baño y al final termino masturbándome e imaginando escenas sensuales. Al decir esto siente algo de pena con su amiga pero lo tenía entre pecho y espalda y era el momento y la persona con quién compartir este secreto, esta inquietud.

Cuando le comento algo, a la mañana siguiente dice “Es que tu tardas mucho y luego de esas deliciosas caricias, ni que estuviera muerto para no soltar mis ganas”. Así han estado pasando los días y me parece injusto para mí el estar con el hombre que amo y no lograr satisfacerme con él.

Rosario le dice: Los hombres son muy básicos mi amor. Mientras ellos se satisfagan, les importa una col, si tú lo has podido alcanzar, por supuesto que no son todos, la verdad sea dicha, de paso.

 Mientras conversaban no se percatan, que al lado estaba una mujer que se comía su conversación. Agitaba un vaso, que contenía hielo y un líquido amarillento podría ser whisky o manzanilla pero por el sitio donde estaban, me inclino a pensar que es una bebida espirituosa. Arrimando su silla, les preguntó si podía entrar en la conversación. Ambas se vieron y le hicieron lugar para que se acercara.

No he podido dejar de oír la plática de las dos. Es algo que me está pasando también y no lo entiendo, apenas tengo veinticinco años y mi pareja no se preocupa por satisfacerme. Les contaré mi historia. Tenemos cuatro años de casados y siempre fuimos muy fogosos. No podíamos estar separados por mucho tiempo porque era un infierno. Los encuentros eran una batalla campal de romanticismo y sexo apasionado. Entiendo que el tiempo pasa y que no puedo esperar ser o que él continúe con el mismo entusiasmo pero ahora ya no le importa mi satisfacción. Tenemos sexo dos veces al mes y de una forma rápida y fugaz. Ese romanticismo o el pre, que a todas las mujeres nos encanta han desaparecido. Llega directo a la cama y como si fuera un animal aplacando sus ganas me posee, sin dejar, que por lo menos mis partes estén lubricadas, por lo que termino adolorida, triste y sin haber podido satisfacer mis ganas.

Rosario levanta la mano indicándole al barman que sirva otra ronda de lo mismo. Señoras mías, no entiendo que ustedes hayan dejado llegar su matrimonio hasta ese punto. Son mujeres jóvenes y con mucha iniciativa por dentro, ¿qué les ha pasado? Para empezar, quiero que sepan que se han dejado manipular y agredir de sus compañeros, a sabiendas o no de parte de ellos. Si ustedes están pasando por todo esto es porque se los han permitido.

María pide la palabra y explica que ella ha tratado de hablar con su esposo para explicarle qué es lo que a ella la éxito, cuáles son los lugares y cómo debe hacerlo para sentir más pero la respuesta contundente de él es “Yo sé cómo hacerlo, vas a venir a enseñarme cómo complacer a una mujer” y con eso se termina cualquier tipo de conversación entre nosotros.
Y tú por no tener una discusión, en pleno acto, -Le comenta Rosario- callas y te sometes a lo que él quiere, ¿no es verdad? María baja la vista asintiendo tristemente.

Queridas amigas, ¿por cierto cómo te llamas? – dirigiéndose a la que se acercó a ellas-
Amaury, -respondió.
Ustedes han escogido ser infelices.
¿Nosotras? -Levantan sus voces María y Amaury- Si somos las agredidas, las que sufrimos el comportamiento de nuestras parejas.

Les vuelvo a repetir que ustedes son las únicas culpables de que eso esté pasando y por qué se los digo, sencillamente porque han aceptado en silencio, que las sigan maltratando. Recuerden que si ustedes mujeres no se quieren y respetan a sí mismas, no esperen que sus hombres o cualquier persona lo haga. Ustedes son las llamadas a ponerle un alto a cualquier tipo de agresión y ésa es una muy normal y no por ser normal es bueno. Me explico, esa es la más común, luego vienen los golpes, los gritos y las amenazas. Si sus compañeros no quieren entender que ustedes tienen el derecho de ser tratadas con amor y consideración, lo más seguro es que tendrán que ir a un Terapeuta de parejas.

María tú no necesitas de artimañas o yerbas para mejorar tu lívido es la situación que estás viviendo, la que no te deja terminar o llegar al clímax.

Haciendo las veces de Terapeuta, te voy aconsejar una cosa. Cuando tengas el próximo encuentro sexual con tu esposo, déjalo que sea él quien comience el juego. Aunque tengas muchas ganas de ser cómo eres en el sexo. Deja que él tome la iniciativa y románticamente indúcelo hacia lo que tú quieres que te haga. Una que otra vez actúa y hazle sentir muchas ganas pero déjalo con la intriga. Posiblemente se vea en la necesidad de entender que tiene que estimularte para que lo hagas sentir y así, poco a poco, si te ama, el entenderá que no eres una máquina, a quién se le oprime un botón y empieza a trabajar. Es seguro que se dará cuenta que necesitas más estímulo y más caricias. Claro, una buena conversación, en un lugar que no sea la casa podría mejorar aún más las cosas. Hagan una cita con ellos y encuéntrense en algún sitio que a ambos les guste, sin expectativas, solo será para hablar y volver a conocerse.

Muchas veces terminamos, imaginando otra situación, con otro hombre o mujer, mientras estamos con nuestros compañeros y se puede volver un hábito. Podríamos llamarlo un vicio, porque de esa manera se puede llegar a tener un orgasmo. Esto no quiere decir que ya no amemos a nuestros hombres pero es la necesidad de sentir, la que lleva a tomar atajos, que no son muy recomendados. Cuando eso pasa, si se quiere mejorar o rescatar la relación, deben buscar ayuda Profesional. Porque tres o cuatro en una misma cama, no es normal, a menos que los cuatro estén de acuerdo con ese tipo de relación.

Yo considero –dice Rosario- que hacer el amor es algo tan sublime que no podemos permitir que nos saboteen ese momento glorioso. Abraza a tu amor y dile que quieres que te haga sentir, que te eleve hasta el cielo que por tu parte harás que gima de placer por el tiempo que él quiera y cuando ya esté listo o lista podrán  lanzarse a la aventura más exquisita que todo ser vivo puede disfrutar. Y así cual ríos que se encuentran para volcarse a un manantial de amor sentirán cómo fluyen de sus entrañas la esencia de la vida. Hablen, comuníquense antes y verán que, si son inteligentes, será el mejor sexo que hayan tenido.

Ya se les estaba haciendo tarde y entre las tres pagaron la cuenta. Tomaron rumbos distintos, no sin antes comprometerse a volver a encontrarse y contar sí pudieron llegar a ese Orgasmo tan deseado.

Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10 
28 de septiembre de 2016



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