La brisa se va colando por
entre la flor escondida.
Tus manos van traspasando
este cuerpo algo envejecido pero que mantiene en su alma lo que tanto has
querido.
Las edades son remolinos al
viento
Que al encontrar quién las
haga girar
Renacerán como niñas con
trenzas.
Una vela ilumina la habitación
En esa penumbra puedo ver tu
sopor, cuando arqueas la espalda.
Las gotas resbalan por toda
tu columna. Una que otra cae en mi boca y percibo el sabor de una uva en plena
cosecha.
Ese rostro asombrado por la
compañía que has encontrado. La fascinación que se dibuja en tu boca cuando
haces esa mueca, en el momento sublime en que penetras mis ansias de mujer
adulta.
Al aire huyen las sábanas de
seda.
Molestan en ese instante en
que aprendes entre mis piernas y yo disfruto de tu falta de experiencia en
estas lides.
Eras brioso, como ese corcel
joven que por primera vez reconoce una buena monta.
Mis manos te detienen y hace
que respires, pausadamente y detengas tu galopar.
No entiendes, que más se
logra siendo paciente, que adelantar, con premura, el acto final.
La obediencia requiere de un
premio, por lo que me levanto para endulzar tu garganta seca y sedienta dejando
colar un vino tinto, como lo haría un ave a su polluelo.
Lo recibes con delicia y cada
gota te alienta a seguir con el juego.
Tu cuerpo arde de deseo pero
tienes que sentir la vibración que emana de mis adentros. Has aprendido, cómo
contenerte y lo disfrutas. Así entiendes que es un arte celestial el saber
postergar tu venida y de esa forma seguir jugando por más tiempo.
“Espera, no te muevas” déjame
sentir tu palpitar dentro de mí.
Piensa en otra cosa. No me
mires, mucho menos te muerdas los labios porque no sería capaz de aguantarme”
“Déjame gozar este placentero
momento y así entenderás lo que es amor sin fronteras”
“Tócame, anda, acaricia mis
senos”.
¿Has visto la manera en que
se han endurecido?
¡Dije que no te movieras!
Sooo... Quieto. ¡Cuéntame un chiste que me haga reír, vamos sé que puedes!
Era el momento y le dije
¡Ahora sí amor, no aguanto
más! ¡Soltemos las riendas de estas aguas que pujan por desbordarse!
Es el instante para llenar la
copa. No importa si se rebosa, nada se desperdiciará. Ahora haz que mi cuerpo
grite tu nombre para que se oiga por todo el Continente.
Ya apaciguada las ganas y
tendidos en el suelo, le digo al oído: “Cuando quieras, te doy la segunda
clase”. Me mira y besándome suavemente, me dice –Anóteme para mañana,
quiero aprender rápido-
Dos seres que se encontraron
y lograron sentir el placer de algo nuevo que dejó en sus vidas las ganas de
seguir escudriñando los secretos, que hasta hoy habían sido Tabú, de esa forma
llegará a ser un buen amante.
Carmen Pacheco
Lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
6 de septiembre de 2016
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