domingo, 29 de octubre de 2017

APRESURANDO EL TIEMPO…



Vuela tiempo vuela
Llévate mis cuitas bien lejos
Serpentea cual dragón henchido
Lanzando luces de vida al aire

Vuela tiempo vuela
No repares en mi dolor
Que me han dicho que tú lo curas todo
Y es por eso que no le pongo atención.

Vuela tiempo vuela
Que en tu lomo llevas mi aliento
Aferrado a tus crines
Mientras me llega su pensamiento

Vuela tiempo vuela
Que sólo la esperanza persiste
Para olvidar aquel amor
Que no sabe que existes

Vuela tiempo vuela
Y muéstrame tus sorpresas
Dime que volveré amar
¿No ves que estoy triste?

Vuela tiempo vuela
Que en tu volar retorne mi alegría
Es el tesoro de mi alma
Es mi ilusión y algarabía.

¡Vuela tiempo…Por favor vuela!




Carmen Pacheco
@Erotismo10
29 de octubre del 2017



lunes, 23 de octubre de 2017

You were a vision of love...





It was a sunny afternoon. They had forecast winds and cloudy skies. The sun ignored the predictions and kept the atmosphere warm and bright.

I was walking along the boulevard of San Marino, when I saw a woman who moving at her pace. Her skirt, soft like a butterfly's wing, clung to her hips, revealing rounded buttocks, which, at the strong wobble of her hips, performed a dance like drums in the jungle. It was a delight the sight that was offered at the time but I had to cross to another corner to go to the meeting place with friends. Suddenly, a strong breeze hit the folds of her skirt and it began to flutter madly, like a flag flying. You had some boxes in your hands and you did not know what to do at the moment. The scene had become a magical and sexual experience. I could see your delicate panties that matched your blouse. They were of a black lace, very delicate, that framed exquisitely the roundness of your jewel.

You were still undecided, if you dropped the boxes or grabbed your skirt. You turned around on the spot and in that way I noticed your legs turned and delicate skin, which I thought of as an Amazon. Strong and outlined. He was certain they would take a beating from this spirited steed.

At last you decided to release the boxes and with the face red for the pain of knowing you observed to you covered your legs. In that moment I loved you.

I thought-what a pity, I would have liked to keep watching you fight the wind-when suddenly a breath of hot air was let slip between your legs and immediately, with the face decomposed delirium, gave way to the feeling that this air left you . It was as if a mouth had risen to your mountain ranges and made your whole being gleaned with pleasure. Since your hands touched those exquisite breasts like pigeons that wish to fly and without remembering where you were, you delighted in the soft and warm sensation that gave you that flash of breeze. I had been perplexed by the scene before me. He could not believe what he was sharing at the time. My hunger for man rose like a rooster in full dawn. I wanted to hug you and kiss those fleshy lips, which were in the middle of the street giving the first one that caught them. Woman i wanted to make you mine. But it all happened as fast as it started and you grabbed your boxes and kept walking as if nothing had happened. While I, behind you, I was dying to have you. You never knew my anguish, my sorrow. Only if you read these words, will you identify with them.

I ran to my house went to the bathroom  with your image in my mind. I gave free rein to my desires and for a moment y had you whole for me. Your skirt I made mine. From your breasts sprouted lilies and carnations. Greater was my feeling, when I gave vent to my fantasy and tried that honey that ran between your legs. It was a delight that I lived, until I realized that you will never know what your skirt and the wind did with this desire to make you mine.



Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@ Eroticism10

October 23, 2017

AYER TE HICE MÍA...






Era una tarde soleada. Habían pronosticado vientos con cielos nublados. El sol no hizo caso de las predicciones y de igual manera mantenía el ambiente cálido e iluminado.

Caminaba por el boulevard de San Mariño, cuando vi a una mujer que se tongoneaba al son de su propio ritmo. Su falda, suave cual ala de mariposa se pegaba a sus cadera dejando ver unas redondeadas nalgas, que al meneo fuerte de su vaivén, hacían una danza cual tambores en plena jungla, ¡tras, tras, tras, tras! Era una delicia la vista que se me ofrecía en ese momento pero tenía que cruzar hacia otra esquina para dirigirme al lugar de encuentro con unos amigos. De repente, un fuerte ventarrón azotó los pliegues de su falda y ésta comenzó a ondear locamente, cual bandera al viento. Llevabas unas cajas en tus manos y no supiste qué hacer en el momento. La escena se había convertido en una experiencia mágica y sexual. Pude ver tus delicadas bragas que hacían juego con tu blusa. Eran de un encaje negro, muy fino, que enmarcaban exquisitamente la redondez de tu joya.

Seguías indecisa, si soltar las cajas o agarrarte la falda. Dabas vueltas en el sitio y de esa forma reparé en tus piernas torneadas y de delicada piel, que se me antojaron como las de una amazona, fuertes y delineadas. Estaba seguro que aguantarían una embestida de este brioso corcel.

Al fin decidiste soltar las cajas y con el rostro cual grana por la pena de saberte observada agarraste la inquieta pieza y pusiste tus manos alrededor de tus piernas. En ese momento te amé.

Pensé –Qué lástima, me hubiese gustado seguir viéndote pelear contra el viento- cuando de repente una bocanada de aire caliente pasó atropelladamente al raz del piso dejándose colar por entre tus piernas e inmediatamente, con la cara descompuesta de delirio, diste paso a la sensación que éste aire te dejaba. Fue como si una boca hubiese subido a tus cordilleras e hiciera que todo tu ser se espigara de placer. Ya tus manos tocaban esos senos exquisitos cual palomas que desean volar, y sin recordar dónde estabas, te deleitaste con la suave y cálida sensación que te otorgó ese fogonazo de brisa. Yo, había quedado perplejo con la escena que tenía frente a mí. No daba crédito de lo que era partícipe en ese momento. Mis ganas de hombre se elevaron cual gallo en pleno amanecer. Quería abrazarte y besar esos labios carnosos, que estaban en medio de la calle obsequiándose al primero que los atrapara. ¡Mujer que ganas tenía de hacerte mía! Pero todo pasó tan rápido como empezó. Agarraste tus cajas y seguiste caminando como si no hubiese pasado nada. Mientras yo, tras de ti, me moría de deseos por tenerte. Jamás supiste de mi angustia, de mi pena. Sólo si llegases a leer estas letras, te identificarías con ellas.

Corrí a mi casa y sin saludar entre al baño, con tu imagen en mi mente. Di rienda suelta a mis deseos y por un momento te tuve de pie a cabeza. Tu falda la hice mía. De de tus senos brotaron lirios y claveles.  Mayor fue mi sentir, cuando caí preso de mis fantasías y deseos, los cuales me llevaron a probar esa miel dorada que corría por entre tus piernas. Fue una delicia lo que viví, hasta que comprendí que tú no sabrás lo que hicieron tu falda y el viento con estas ganas de hacerte mía.


Carmen Pacheco
@Erotismo10
23 de octubre de 2017



viernes, 13 de octubre de 2017

EL MALÉFICO JUEGO DEL DESTINO...







Qué haces deslizándote por entre mis vocales
Profanando mis angustias y mis placeres
Dejando entrever que sí me gusta
Permitiéndole al aire desnudar mis atardeceres.

Caminas sobre cada nota y sin importarte
Si es negra o blanca, manoseas mis delirios con tu pluma
Humedeces con tu tinta mis cavidades
Escribiendo mis secretos a la luz pública.

En cada letra y en cada coma se advierte que lo quiero
Mi papel está blanco cuál sábana virgen
Que se estremece al ver cómo dejas esparcida
La muestra de mi inocencia.

Qué es lo que esperabas con este necio encuentro
Ya lo tenía apaciguado, no muerto pero si tranquilo
Y vienes tú con esa forma tan exquisita de inventar la vida
Y me colocas su boca a un espacio de un beso y su mano
Al instante de una caricia.

Oh! majadero hacedor de sueños
Es que no te das cuenta que no es posible
Qué te dio por reunirnos
Qué pensaste al hacerlo
Sólo un loco como tú es capaz de semejante travesura
Solamente tú tendrías que entender esta deliciosa locura.

Ahora qué hago con mis ganas
Cómo le explico a mi corazón que no debe latir a otro ritmo
Que fueron jugarretas de alguien que no pensó
O quizás fue de alguien que lo deseó.

Oh! destino perverso es que no encuentras oficio en tus días
Qué levantas tu mano y con un movimiento agitas,
Sin pensarlo, su alma y la mía
Acercándonos de tal forma que volvemos a la agonía.

De todas maneras Gracias, gracias por tus majaderías
La vida vibró, en un segundo, por entre mis ramas secas.
Y un capullo lleno de colores emergió de mi interior
Dejando muy claro que no estoy muerta, sino
En un letargo de amor.

Volveré a cerrar ese episodio
La cordura la traeré a empujones
Y seguiré en la espera de un nuevo amanecer
Y de nuevas sensaciones.

Sólo te pido que te comportes
Y que dejes tranquilo lo que así debe estar
Yo con mis danzas entre el negro y el blanco
Y a él… con lo que es de él.






Carmen Pacheco
@Erotismo10
13 de octubre de 2017




martes, 10 de octubre de 2017

SÓLO ELLA LO SABÍA...





Nadie entendía del porqué sonreía sentada frente al mar.
Sus ojos se iluminaban sin razón aparente. Su boca esbozaba una suave sonrisa, haciendo que su rostro se irradiara.

Nadie entendía del porqué de repente volteaba en medio de la calle. Era como si presintiera algo o percibiera a alguien.

Los que la conocían no sabían interpretar su comportamiento. Jamás dijeron que estuviera loca pero si extraña.


El batir de la brisa entre las ramas
La sonrisa de un niño
El beso de unos enamorados
Le hacía cambiar la palabra en su rostro.


Nadie entendió del porqué caminaba con las manos agarradas tarareando una suave melodía, que sólo ella conocía. Sus pies golpeaban la piedra que se atravesaba. Su cabello volaba al viento.

No, no estaba loca. Solo que, llevaba dentro de ella un olor a rosas, unos besos largos y unos ojos inquietos.

Era la vida misma la que rondaba el ocaso de sus años.



Carmen Pacheco
@Erotismo10
10 de octubre de 2017

lunes, 9 de octubre de 2017

EL ASOMBRO DE MI RESPUESTA...





Si alguien me preguntase si tuve amores
Le contestaré que muchos
Pero al hacer un inventario
Sólo hubo uno que logró llegar
A las profundidades de mi alma.


Si alguien me preguntara si me amaron
Le diré que varios lo hicieron
Pero que al forjar el repertorio
Sólo uno lo sentí verdadero.


Si alguien me pregunta si llegué amar
Le diré que posiblemente a varios
Pero hoy revisando la retahíla de nombres
Veo que me equivoqué
Sólo se ama cuando tu alma la tocan
Y eso fue sólo una vez.







Carmen Pacheco
@Erotismo10
9 de octubre de 2017

domingo, 8 de octubre de 2017

SEX ON A TRAIN...





He was an ordinary man. He passed through the crowd, without arousing any feeling. Every day he went from his house to work and vice versa. There was nothing that made him smile. His life had become a string of truncated dreams, monotony was his horizon.

Pablo had married Matilde twenty years ago. From that union were born three loves. They were Paul's eyes but they became Matilda's life. Everything in his house changed. The care was transferred, only and exclusively for the children. On those sleepless nights, Paul would turn and begin to caress his wife knowing that he was ready to make her feel the heat of a man but she would take his hand away and turn asleep. Pablo, many times it was necessary to resort to that old technique to relieve the desire that he had to feel it and thus leave all its source within his bowels. Only that night would not be.

The next morning Matilde said nothing and went into the chores of her house and her children. So the years went by and Paul had devised a way of self-satisfaction. He never stopped trying with Matilde, but there were other reasons why "No". One night they were the headaches, others the menstruation, the child requires my presence and stop counting. It had become an impossible mission. He was very much in love with his wife and for that, he also justified her.

So it was passing time and already Pablo and Matilde were not, like woman and man to make love. Both were aging, he with his yearning and her with the decision to be a housewife and nothing else.

For the world they were the perfect marriage. They were never heard to argue, they were always seen with the family and of course, for society, Paul had never betrayed Matilde. As I said the "Perfect Marriage" Only the procession went inside and without knowing it about to explode.

One afternoon, when Pablo was leaving work, the boss asked him to stay an hour longer to finish a sales analysis that they had to present the next day at the partners meeting. For Pablo it was a routine, there was no reason to run to go home, total would not find anything different from the everyday.

Already in his sixties, despite his age, life had been benevolent with him and kept in very good condition. He liked to run from time to time to de-stress and went every Saturday to the park and there he ran for three hours straight.

That day he left work at nine o'clock at night. He went to the train station and found it quite and alone. It was not unusual for him to be at that hour on the train. There were few people waiting on the train platform. He had brought some of the work that was to be completed by the next day. It was said, I go to read it on the train while I travel and when I get home I make the corrections that I will need.

In the distance the train whistled, announcing its arrival. He opened his doors and was alone. The other passengers embarked in different places of the tren so that he had alone. Better, he told himself, so they do not interrupt me and I work a little

The train came out of the station between metal squeaks and wobble of the wagon where he was traveling.

He looked for his glasses and read the document he was carrying. The distance between her work and her home was about two hour. Immersed in the papers, he did not notice that a young woman in her mid-twenties had slipped into the place where he was. Suddenly hears her voice, and when drops the paper she meets a beautiful young woman, white as snow, her hair in the color of a sunset. His dark eyes were on him as he played with a piece of hair, which made him nervous and not knowing where to look. He decided to go back to what he was doing. Suddenly he felt her hands touching his leg and releasing the leaves he saw and was and saw her kneeling between her knees.  What are you doing, he asks. She just moved her hands between her thighs. Pablo was not able to shout or say something higher than a "No" do not do it, No, do not continue but she did not stop seeing him in the eyes caught the belt and was slowly unbuttoning. Pablo felt that he was covered by an electric force and that his voice came out more and more, but he always repeated "No, do not do it" "Stop please" his voice was not heard. The woman was already lowering the closure. There was no one in that car, apart from them. No one saw what was happening. The train movement added more to the sense of pleasure that was growing in Paul. His eyes could not believe what was happening to him and even what he was feeling. He had always thought, since Matilde did not want to make love to him, in what they had married, he imagined that he was dead of sensations and at that moment his body was a bunch of them.

His hands were thin, with long, hot fingers. With all the skill that has made that move, he took his penis and brought it to his mouth. She wanted to scream but she could not, the sensations rising and falling on her body. Every sucking was an indescribable delight. Pablo squirmed in the seat, , each time his mouth went up and down. So they stayed for a few minutes and as a woman understood what she did she climbed to the hips of Pablo and penetrating herself she rode him like a mad rider. He at last gave himself up to the facts and took her by her buttocks and forced her to feel him deeper and deeper. It was already that man who had once been and responded as only he knew how to do it. They were minutes of delirium and desire. She took his hands and made him touch her beautiful breasts, they were not so big but very firm. Already the madness could not be stopped, he made it several times before reaching his destination.

There were no farewells or words, only each one took his way as if nothing had ever happened, but for Paul they had been the most exquisite hours he had ever felt. The Paul returning home was another man. When he arrived and greeted Matilde, she noticed something strange. He looked at it without knowing what was different, he turned around and said to himself, "These are things of mine," that old man is going to have, but more and more years of age.

Pablo did not eat that night, got into the bathroom and remained there smelling his clothes that still had the smell of that girl. Without understanding, just sniffing and remembering made the blood run faster and made him want to be, again, inside that beautiful woman. He bathed and lay down if he said words to his wife. That night he dreamed of that train car and with hands that caressed him making him to end again that morning and leaving the mark of his sin on the sheets.

Paul's life was no longer the same. She understood that despite her years she could make a woman happy. He tried again with Matilde and changed the routine of looking for it but it was useless, and Matilde, that woman he fell in love with had died, instead a dry and bitter woman reigned. The following week he began to leave work late, with the only hope of meeting, again, with that pretty woman. But it was useless she never saw her again. He became a ghost who wandered the train wagons at night with the only hope of finding the woman with the hot fingers.



Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@ Eroticism10

October 8, 2017

SEXO EN EL TREN




Era un hombre común. Pasaba por entre la multitud, sin despertar sentimiento alguno. Todos los días iba de su casa al trabajo y viceversa. No había algo que lo incitara a sonreír. Su vida se había convertido en una sarta de sueños truncados, la monotonía era su horizonte.

Pablo se había casado con Matilde hacía veinte años. De esa unión nacieron tres amores. Eran los ojos de Pablo pero se convirtieron en la vida de Matilde. Todo en su casa cambió. La atención fue trasladada, única y exclusivamente para los hijos. En esas noches de insomnio Pablo se volteaba y comenzaba a acariciar a su mujer sabiendo que estaba listo para hacerla sentir el calor de un hombre pero ella le apartaba la mano y se volteaba haciéndose la dormida. Pablo, muchas veces se vio en la necesidad de recurrir a esa técnica tan vieja para desahogar las ganas que tenía por sentirla y dejar así todo su manantial dentro de sus entrañas. Sólo que esa noche no sería.

A la mañana siguiente Matilde no comentaba nada y se adentraba a los quehaceres de su casa y sus hijos. Así fueron pasando los años y Pablo había ideado una forma de auto satisfacerse. Jamás dejó de intentarlo con Matilde pero aparecieron otros motivos del por qué “No”. Una noche eran los trillados dolores de cabeza, otros la menstruación, el niño requiere mi presencia y pare de contar. Se había convertido en una misión imposible. Él estaba muy enamorado de su mujer y por eso, también la justificaba.

Así fue pasando el tiempo y ya Pablo y Matilde no se encontraban, como mujer y hombre para hacer el amor. Ambos fueron envejeciendo, él con sus anhelos represados y ella con la decisión de ser ama de casa y más nada.

Para el mundo eran el matrimonio perfecto. Jamás se les oyó discutir, se les veía siempre en familia y se suponía que eso era lo que importaba para la sociedad. Pablo jamás había traicionado a Matilde. Como dije el “Matrimonio perfecto” Solo que la procesión iba por dentro y sin saberlo se encontraba a punto de explotar.

Cierta tarde, que Pablo salía del trabajo, el jefe le pidió que se quedara una hora más para que terminara un análisis de venta que tenían que exponer al día siguiente en la reunión de socios. Para Pablo era algo de rutina, no había por qué correr para ir a la casa, total no encontraría nada distinto a lo de todos los días.

Ya rondaba por los sesenta años y a pesar de su edad, la vida había sido benévola con él. Se mantenía en muy buenas condiciones. Le gustaba correr de vez en cuando para desestresarse e iba todos los sábados al parque y se quedaba tres horas. Sobre el asfalto dejaba la impotencia de no poder tener una vida sexual como todo el mundo lo hacía.

Ese día salió del trabajo a las nueve de la noche. Fue a la estación del tren encontrándola bastante despejada. No era común que él estuviera a esa hora en el tren. En el andén habían pocas personas esperando. Se había llevado algo de trabajo que debía terminar para el día siguiente. Se dijo, lo leo en el tren mientras viajo y al llegar a casa le hago las correcciones que necesitare.

En la distancia se oyó el pito del tren, que anunciaba su llegada. Al detenerse abrió sus puertas y su interior estaba sólo. Los otros pasajeros se embarcaron en distintos lugares del tren por lo que a él le tocó uno vacío. Mejor, se dijo, así no me interrumpen y trabajo un poco.

El tren salió de la estación entre chirridos de metales y bamboleo del vagón donde viajaba. Sacó sus lentes y se dispuso a leer el documento que llevaba. La distancia entre su trabajo y su casa eran de unas dos horas, así que tendría tiempo hasta de echar una pestañada. Inmerso en los papeles no observó que una joven, de unos veinticinco años, se había colado al lugar donde él estaba. La oye carraspear y al bajar el documento se encontró con una joven hermosa, blanca cual la nieve, el cabello alborotado del color de un atardecer. Sus ojos oscuros, como los de esas niñas traviesas, estaban sobre él, mientras jugaba con un mechó de su pelo, cosa que lo puso nervioso y sin saber hacia dónde mirar. Decidió regresar a lo que estaba haciendo. De repente sintió que unas manos le acariciaban la pierna y soltando las hojas vio que la joven estaba de rodillas entre ellas. Qué haces, le pregunta, tratando de alejarse de esas manos. Ella sólo movía sus manos entre sus muslos acariciándolo con vehemencia llegando hasta su ingle. Pablo no atinaba a gritar o a decir algo más alto que un “No” No lo hagas, No, No sigas pero ella sin dejar de verlo a los ojos le agarró el cinturón y lo fue soltando poco a poco. Pablo sentía que lo cubría una fuerza eléctrica y que su voz salía más queda cada vez pero siempre le repetía “No, No lo hagas” “Detente por favor” su voz no era escuchada ya era como el silbido de un asmático, apenas audible lo que salía de su boca. La chica ya le bajaba el cierre. No había nadie en ese vagón, a parte de ellos. Nadie vio lo que pasaba. El movimiento del tren aunaba más la sensación de placer que iba creciendo en Pablo. Sus ojos no daban crédito a lo que le estaba pasando y aún a lo que estaba sintiendo. Siempre había pensado, dado que Matilde no quería hacer el amor con él, en lo que llevaban de matrimonio, imaginó que estaba muerto de sensaciones y en ese momento su cuerpo era un manojo de ellas, indicándole que estaba más vivo que nunca.

Sus manos eran delgadas, con dedos largos y calientes. Con toda la destreza del que ha realizado ese movimiento, le sacó el pene y se lo llevó a la boca. Una boca carnosa y rosada, que junto a una lengua conocedora de lo que debía hacer, lo excitaba cada vez más. Quería gritar pero no podía, las sensaciones subían y bajaban en su cuerpo. A cada succión era una delicia indescriptible, a cada mordisco la locura total. Pablo se retorcía en el asiento agarrándose de los posa manos, cada vez que esa boca subía y bajaba por su miembro, dejando resbalar su saliva hasta su ropa. Así estuvieron unos minutos y como mujer entendida de lo que hacía, se subió a las caderas de Pablo y penetrándose ella misma lo cabalgó como una amazona enloquecida. Él al fin se entregó a los hechos y la tomó por sus ancas obligándola a sentirlo más y más profundo. Ya era ese hombre que una vez había sido y respondió como sólo él sabía hacerlo. Fueron minutos de delirio y deseo. Sus manos eran dirigidas hacia unos senos  hermosos, grandes y firmes, con unos pezones oscuros que apuntaban a matar, mientras ella gemía de placer. Ya la locura no se podía frenar, la hizo suya varias veces antes de llegar a su destino.

No hubo despedidas ni palabras entre ellos al bajarse del tren, cada uno tomó su camino como si nunca hubiese pasado nada pero para Pablo habían sido las horas más exquisitas que jamás había sentido. El Pablo que regresaba a su casa era otro hombre. Cuando llegó y saludó a Matilde, ésta notó algo extraño. Se le quedó viendo sin atinar a saber qué tenía de distinto, se volteó y se dijo, son cosas mías, que va a tener ese viejo, sino más edad y resabios.

Pablo esa noche no comió, se metió en el baño y permaneció allí oliendo su ropa que aún tenía el aroma íntimo de esa muchacha. El sólo olor le hacía recordar lo vivido y su sangre corria más rápido, dándole ganas de estar, nuevamente, dentro de esa hermosa mujer. Se bañó y acostó si decir palabras a su esposa. Esa noche soñó con ese vagón  del tren y que muchas manos lo acariciaban haciendo que se excitara como un niño dejando  así, la huella de su pecado sobre las sábanas.

Ya la vida de Pablo no era la misma. Entendió que a pesar de tener sus años podía hacer feliz a una mujer. Volvió a intentarlo con Matilde y cambió la rutina de buscarla pero fue inútil, ya Matilde, aquella mujer del cual se enamoró había muerto, en su lugar reinaba una mujer seca y amargada. A la semana siguiente empezó a salir tarde del trabajo, con la única esperanza de encontrarse, nuevamente, con aquella linda mujer. Pero fue inútil jamás la volvió a ver. Se convirtió en un fantasma que deambulaba por las noches entre los vagones del tren, con la única esperanza de encontrar a la mujer de los dedos calientes.




Carmen Pacheco
@Erotismo10
8 de octubre del 2017