sábado, 29 de abril de 2017

SI USTED LA VIERA...





   
¡Hay amigos!... si ustedes la vieran. Es de una belleza extraña. Aun siendo hermosa a la vista, lo que más me excita es su tibieza interna.

Tiene la magia del que le muestra a un niño un sortilegio atrayente. La poesía de la amante que duerme entre capullos. Aquella que con su mirada enciende las imperturbabilidades de un célibe. Puede estar callada, mientras transita por tu mundo pero la posibilidad de encontrarse con su sensualidad, en cada respiración que emite, es más seguro, que un amanecer repleto de sombras naranja en el horizonte.

No importa la distancia ni el silencio, ella me llevó a correrías jamás percibidas, donde su naturaleza, dulzura y picardía me enamoraron. Es posible que me encuentres, de vez en cuando omitido, como si no estuviera en este mundo. Es cuando viajo por mis adentros sorbiendo una taza de café entre sus pestañas y caderas, a la vez que me deleito de su aroma, mientras evoco su pubis.

Nuestros encuentros reales se han cristianizado como mi modo de vida. El acompasado vaivén de su aliento, me permite el disfrutar de su hálito, que al momento de besarla la existencia y la lujuria se hacen presentes en todo mí ser. Su cabello se enreda entre mis dedos cual crines relucientes. Los tomo con la mano y la empujo hacia atrás, en ese delirante deseo de dominarla. Pero no se deja y quien termina dominado y poseído soy yo. Volteándose me clava esos enormes ojos, que desarman toda intención de hacerla mía y me convierto en un ser sumiso ante su piel desnuda y sus pezones erectos.


Muy de vez en cuando me deja tomar las riendas. Es tan divino dejarse querer por esta mujer que no me importa que sea ella la que lleve la voz cantante en nuestras concurrencias.

Sus piernas fuertes y flexibles me atrapan por las caderas inmovilizando mi cuerpo. Sus ojos nunca se cierran, jamás deja pasar por alto mis expresiones de placidez mientras ella es la que otorga las caricias. Disfruta ver cómo me deshago de ansias, cuando sus manos recorren toda mi dermis. Los poros se abren esperando el suave roce de sus dedos. Alardea de saberse conquistadora, mientras pasa por mis partes eróticas esperando el gemido que sigue a su caricia. Éste momento se prolonga hasta que tengo que decirle, muy quedo, “me harás terminar muy rápido” sólo así detiene su delicioso jugueteo y vuelvo a tomar aire para distraer a mis hormonas, que en ese momento se quieren salir cual chorro alucinante.

En una distracción de ella, la asalto por la espalda e inmovilizándola tránsito por sus pechos grandes y generosos, éstos mantienen sus pezones cual espiga al viento, duros y excitantes. En ellos me regodeo por un rato, mientras mi ser la sondea suavemente por entre sus abultadas montañas, que mantienen firme mis ansias de más. Le beso sus divinas orejas de niña. Mi lengua dibuja el contorno logrando sus quejidos y espasmos que hacen arder con más fuerza mis ganas de sentirla.

Contarles no es lo mismo que sentirlo, seguro estoy que se me escapan algunas cosas. Aunque ustedes crean que lo que les relato pareciera salido de la historia del erotismo, en los tiempos en que empezaba hablarse de esas ganas de sentir, que desde que el hombre existe ha estado escondido. Hablo de esas sensaciones a los que no se atrevían algunos a comentar y mucho menos la mujer podía decirle a su compañero lo que le gustaría sentir y cómo sentir. Pero amigos, la realidad es más excitante, más hermosa.

Es por eso que les musito, si ustedes la vieran,  entenderían mi sentir. Compartirían conmigo la verdad del ser humano. Las mieles que se pueden coincidir con esa deidad. Esa mirada  tan profunda, como sólo ella estila hacer, que desarma en un segundo al más centrado que exista.

En silencio mientras me retiro, la veo dormir plácidamente y su respirar sosegado en la sábana de mi pensamiento hace que cierre la puerta de mis deseos, hasta otro amanecer encendido, donde vuelva a sentir cómo su miel se introduce a través de su lengua por las papilas de mi boca.


Carmen Pacheco
@Erotismo10
29 de abril de 2017


  

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