Llegaste
a eso de media mañana trayendo el delirio en tu sonrisa.
Jugamos
al juego de las miradas y sin pensarlo fuimos atrapados por el parpadeo de sus
luces.
Inventamos
momentos para estar juntos.
Nuestros
cuerpos eran atraídos por una fuerza extraordinaria.
No
quisimos resistirnos, la verdad sea dicha porque imaginamos la dulzura del
encuentro.
Y
una flor fue la excusa para ese primer abrazo.
Éramos
como dos trenes que recorrían los rechinados rieles a una velocidad inexplicable.
Corazones
desbocados que palpitaban insaciables cual herido de muerte.
Manos
alocadas que deseaban sentir la savia que se atropellaba por nuestro ser.
El
tiempo inclemente, nos hirió con su crudeza. Bailábamos al ritmo de la danza
trágica de las horas.
Me
enseñaste amar de una manera distinta.
Como
se ama con el alma y el espíritu.
Como
se ama con los poros y con la mente.
Aprendí
que no somos uno, sino que continuamos siendo dos, con nuestra fortaleza, debilidades
y sentimientos y fue la manera de entrelazarnos sin exigencias y sin esperar
nada del otro.
Conocí
la dulzura de tu palabra y la verdad que ellas transmitían. Fue un cúmulo de
cortas frases, las que hicieron que me prendara de tu verborrea silente y
acompasada.
Atesoré
esos besos profundos y sentidos que llegaron a tocar mi intimidad, los que me
hicieron suspirar cuando una suave brisa rosaba mis labios.
Llegué
a entender lo que significa esperar.
Disfruté los instantes de distancia que había entre tu vida y la mía.
Me
daba fuerza y esperanza, el saberte lejos pero al alcance de mi respiración.
Conocí
lo que es conversar con ese yo interno que tantas veces permaneció sosegado y
olvidado.
Tu
paso por mi vida, ha servido para entender que estoy cerca del ser adecuado
para mí, que solo le bastará con mirarme con unos ojos juguetones y malcriados
que iluminarán mis días y atardeceres.
Que me dé ese abrazo que quita el frío de la soledad
y unos besos, tan profundos, que no
me interese respirar por mí misma.
Y
por sobre todo, una gran taza de café humeante y un trozo de torta de chocolate
para hacer del final del día, un instante para nosotros.
Fuiste
mi pedacito de cielo y hoy agradezco el tiempo compartido.
Vivirás
en mis recuerdos…
Carmen
Pacheco
@Erotismo10
13
de abril de 2017
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