Rosario y María coincidieron en el mercado. Una de ellas buscaba
ese no sé qué muy recomendado para elevar la energía, o el vigor sexual entre
las parejas.
Desde pequeña se oía ese dichoso refrán “El amor entra por casa”
así que supuso que eso también tendría que ver con el enfriamiento de las camas
matrimoniales y no es porque sean de metal, no, es porque no se viene haciendo
el buen uso en ella. Es por eso que quiere encontrar algún afrodisíaco.
¡María! – Gritó Rosario- Espera mujer, cuál es la prisa. Deja que
cancele para que nos tomemos un cafecito mientras nos ponemos al día. Ya María
iba de salida, cuando su llamado la detuvo en seco. Fue una verdadera sorpresa
encontrarse –pensó- mientras esperaba a la amiga, a quién creía de vacaciones
con sus abuelos fuera del país.
El escándalo del mercado era muy grande. El que ha tenido la
fortuna de viajar puede aseverar esto, que aunque se hable en el mismo idioma
al tuyo, el alboroto es el mismo y si es en otro idioma es peor porque al fin y
al cabo, no les entiendes ni una sola palabra.
Ya juntas, se abrazaron riendo por la fascinación que significaba
encontrarse, luego de tanto tiempo. Se consideraban más que unas amigas. Ellas
habían recorrido muchos senderos, en sus encuentros. Las conversaciones siempre
les traían algún aprendizaje, algo nuevo que vivir.
¡Mujer! – Le dice María- teníamos mucho tiempo que no nos veíamos
y mira que he necesitado de nuestras conversaciones aleccionadoras.
Qué haces aquí, aunque la pregunta sea tonta verdad –dijo Rosario.
Si bien no me lo creerás – le contestó María - estoy buscando una artificio
para que vuelvan mis ganas de tener un orgasmo con mi esposo.
Rosario, se escandaliza por tan extraños deseos de su amiga. Quedó
paralizada y luego comenzó a reír pero de una forma nerviosa y cada vez que le
decía que se tranquilizara, ella reía con más ganas. Los que estaban comprando,
al lado de ellas, las veían como bichos raros y empezaban apartarse. Cuando
Rosario observa las caras de las personas, arremete con carcajadas
incontrolables. Su rostro se puso rojo como un tomate y se doblaba porque le
empezaba a doler el estómago.
Al ver que no se callaba, su amiga la agarró por el brazo y la sacó
del lugar pero la muy jodedora no paraba de reír. Observó que al lado había un
barcito pequeño y se metieron allí. Era bastante coqueto y muy sobrio a la vez.
Ya dentro, María le pidió al Barman un vaso con agua, al tenerlo
en sus manos, no lo pensó dos veces y le lanzó el contenido a la cara de
Rosario. ¡Santo remedio! la mujer paró de reír.
Sus ojos habían quedado abiertos, como dos platos y con la
expresión de no creer lo que su amiga había hecho. Antes que Rosario
reaccionara aprovechó y la sentó en una de las sillas del lugar. Le hizo una
señal al de la barra para que se acercara y le pidió dos vasos con Vodka, agua
quina, limón con bastante hielo, en vaso corto y le acentuó que le colocara un
chorrito de limón.
Cuando se fue el dependiente, le dijo ¿Cómo te has atrevido a
tirarme agua en la cara María? – De sus ojos salían chispas- No podía hacer
otra cosa, le decía calmándola. No parabas de reír y me pareció que te iba a
dar algo y como a los locos se les controla con agua… Mirándola de reojo pudo
ver que la amiga le sonreía y le ponía las manos sobre los hombros y le dijo:
-Tenías razón, no podía parar de reír. Es que me resultó increíble, el por qué
estabas en el mercado, entre yerbateros y demás.
Al llegar las bebidas levantaron los vasos y brindaron por el
reencuentro que prometía ser muy divertido.
A ver –dice Rosario- ¿Cómo está eso de querer elevar tu lívido?
¿De cuándo acá has tenido problemas con eso?
Es que no logro tener orgasmos con mi pareja. Siempre estoy
pendiente de que él se satisfaga y luego, -ya tu sabes- “A Rey muerto, ni con
grúa” y siempre quedo esperando una merecida satisfacción. Luego de esa ardua y
deliciosa faena, me dice “Estuviste estupenda, como siempre” me da un beso y se
voltea. No tiene la más mínima delicadeza de preguntarme si yo me satisfice o
cómo me sentía. Hay momentos en que le digo, “Bueno quedé con ganas es que es
tan rico estar contigo que quiero más” ¡tonta de mí! A lo que me responde,
entre cerrando los ojos “Tranquila amor, déjame agarrar fuerzas y vamos para el
segundo” Qué segundo y que ocho cuartos. No se despierta, ni que le pongan la
banda marcial al lado. Por lo que es otra noche más de caminar por la casa,
meterme en la nevera a ver si un helado de chocolate me quita estas enormes
ganas que tengo. Me baño y al final termino masturbándome e imaginando escenas
sensuales. Al decir esto siente algo de pena con su amiga pero lo tenía entre
pecho y espalda y era el momento y la persona con quién compartir este secreto,
esta inquietud.
Cuando le comento algo, a la mañana siguiente dice “Es que tu
tardas mucho y luego de esas deliciosas caricias, ni que estuviera muerto para
no soltar mis ganas”. Así han estado pasando los días y me parece injusto para
mí el estar con el hombre que amo y no lograr satisfacerme con él.
Rosario le dice: Los hombres son muy básicos mi amor. Mientras
ellos se satisfagan, les importa una col, si tú lo has podido alcanzar, por
supuesto que no son todos, la verdad sea dicha, de paso.
Mientras conversaban no se percatan, que al lado estaba una
mujer que se comía su conversación. Agitaba un vaso, que contenía hielo y un
líquido amarillento podría ser whisky o manzanilla pero por el sitio donde
estaban, me inclino a pensar que es una bebida espirituosa. Arrimando su silla,
les preguntó si podía entrar en la conversación. Ambas se vieron y le hicieron
lugar para que se acercara.
No he podido dejar de oír la plática de las dos. Es algo que me
está pasando también y no lo entiendo, apenas tengo veinticinco años y mi
pareja no se preocupa por satisfacerme. Les contaré mi historia. Tenemos cuatro
años de casados y siempre fuimos muy fogosos. No podíamos estar separados por
mucho tiempo porque era un infierno. Los encuentros eran una batalla campal de
romanticismo y sexo apasionado. Entiendo que el tiempo pasa y que no puedo
esperar ser o que él continúe con el mismo entusiasmo pero ahora ya no le
importa mi satisfacción. Tenemos sexo dos veces al mes y de una forma rápida y
fugaz. Ese romanticismo o el pre, que a todas las mujeres nos encanta han
desaparecido. Llega directo a la cama y como si fuera un animal aplacando sus
ganas me posee, sin dejar, que por lo menos mis partes estén lubricadas, por lo
que termino adolorida, triste y sin haber podido satisfacer mis ganas.
Rosario levanta la mano indicándole al barman que sirva otra ronda
de lo mismo. Señoras mías, no entiendo que ustedes hayan dejado llegar su
matrimonio hasta ese punto. Son mujeres jóvenes y con mucha iniciativa por
dentro, ¿qué les ha pasado? Para empezar, quiero que sepan que se han dejado
manipular y agredir de sus compañeros, a sabiendas o no de parte de ellos. Si
ustedes están pasando por todo esto es porque se los han permitido.
María pide la palabra y explica que ella ha tratado de hablar con
su esposo para explicarle qué es lo que a ella la éxito, cuáles son los lugares
y cómo debe hacerlo para sentir más pero la respuesta contundente de él es “Yo
sé cómo hacerlo, vas a venir a enseñarme cómo complacer a una mujer” y con eso
se termina cualquier tipo de conversación entre nosotros.
Y tú por no tener una discusión, en pleno acto, -Le comenta
Rosario- callas y te sometes a lo que él quiere, ¿no es verdad? María baja la
vista asintiendo tristemente.
Queridas amigas, ¿por cierto cómo te llamas? – dirigiéndose a la
que se acercó a ellas-
Amaury, -respondió.
Ustedes han escogido ser infelices.
¿Nosotras? -Levantan sus voces María y Amaury- Si somos las
agredidas, las que sufrimos el comportamiento de nuestras parejas.
Les vuelvo a repetir que ustedes son las únicas culpables de que
eso esté pasando y por qué se los digo, sencillamente porque han aceptado en
silencio, que las sigan maltratando. Recuerden que si ustedes mujeres no se
quieren y respetan a sí mismas, no esperen que sus hombres o cualquier persona
lo haga. Ustedes son las llamadas a ponerle un alto a cualquier tipo de
agresión y ésa es una muy normal y no por ser normal es bueno. Me explico, esa
es la más común, luego vienen los golpes, los gritos y las amenazas. Si sus
compañeros no quieren entender que ustedes tienen el derecho de ser tratadas
con amor y consideración, lo más seguro es que tendrán que ir a un Terapeuta de
parejas.
María tú no necesitas de artimañas o yerbas para mejorar tu lívido
es la situación que estás viviendo, la que no te deja terminar o llegar al
clímax.
Haciendo las veces de Terapeuta, te voy aconsejar una cosa. Cuando
tengas el próximo encuentro sexual con tu esposo, déjalo que sea él quien
comience el juego. Aunque tengas muchas ganas de ser cómo eres en el sexo. Deja
que él tome la iniciativa y románticamente indúcelo hacia lo que tú quieres que
te haga. Una que otra vez actúa y hazle sentir muchas ganas pero déjalo con la
intriga. Posiblemente se vea en la necesidad de entender que tiene que
estimularte para que lo hagas sentir y así, poco a poco, si te ama, el
entenderá que no eres una máquina, a quién se le oprime un botón y empieza a
trabajar. Es seguro que se dará cuenta que necesitas más estímulo y más
caricias. Claro, una buena conversación, en un lugar que no sea la casa podría
mejorar aún más las cosas. Hagan una cita con ellos y encuéntrense en algún
sitio que a ambos les guste, sin expectativas, solo será para hablar y volver a
conocerse.
Muchas veces terminamos, imaginando otra situación, con otro
hombre o mujer, mientras estamos con nuestros compañeros y se puede volver un
hábito. Podríamos llamarlo un vicio, porque de esa manera se puede llegar a
tener un orgasmo. Esto no quiere decir que ya no amemos a nuestros hombres pero
es la necesidad de sentir, la que lleva a tomar atajos, que no son muy
recomendados. Cuando eso pasa, si se quiere mejorar o rescatar la relación,
deben buscar ayuda Profesional. Porque tres o cuatro en una misma cama, no es
normal, a menos que los cuatro estén de acuerdo con ese tipo de relación.
Yo considero –dice Rosario- que hacer el amor es algo tan sublime
que no podemos permitir que nos saboteen ese momento glorioso. Abraza a tu amor
y dile que quieres que te haga sentir, que te eleve hasta el cielo que por tu
parte harás que gima de placer por el tiempo que él quiera y cuando ya esté
listo o lista podrán lanzarse a la aventura más exquisita que todo ser
vivo puede disfrutar. Y así cual ríos que se encuentran para volcarse a un
manantial de amor sentirán cómo fluyen de sus entrañas la esencia de la vida. Hablen,
comuníquense antes y verán que, si son inteligentes, será el mejor sexo que
hayan tenido.
Ya se les estaba haciendo tarde y entre las tres pagaron la
cuenta. Tomaron rumbos distintos, no sin antes comprometerse a volver a
encontrarse y contar sí pudieron llegar a ese Orgasmo tan deseado.
Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
28 de septiembre de 2016