domingo, 31 de julio de 2016

CUANDO EL CLOSET GRITA…



Ramiro era un joven bien agraciado. Desde pequeño siempre llamó la atención, por sus hermosos bucles dorados en su pequeña cabecita. El sol hacía que parecieran rayos de luz que guindaban e iluminaban el rostro del niño. Todos lo agasajaban y abrazaban.

Su padre se había alejado de la casa, cuando tenía ocho años. Dicen que era muy mujeriego y siempre tenía un amante en cada esquina. Llegó a tener una a dos casas de donde vivía con su familia. Una noche, la madre de Ramiro, se dio cuenta que ya no podía seguir mintiéndose y estaba segura que él jamás cambiaría, así que le preparó sus cosas y colocándolas en una maleta, se las dio y le abrió la puerta. Todo fue en silencio, nadie gritó y mucho menos suplicó. Sólo se oyó, cuando la puerta se cerró por el estruendoso ruido que hizo.

De esa forma el niño creció entre su madre, tías, hermanas y abuela. Todas querían lo mejor para él. Lo ayudaron a estudiar y logró graduarse con honores.

Nunca llevó una novia para que la conocieran. Siempre estaba rodeado de amigos y amigas pero sólo eso eran “amigos” De vez en cuando la familia se preguntaba la razón de que el muchacho no hubiese traído alguna chica. Era tan bueno en sus estudios y lo veían siempre rodeado de gente, que no le dieron la mayor importancia “En algún momento aparecerá la indicada” – Se decían-

Ramiro por su parte había pasado sus años de estudios tratando de hacerles creer que todo estaba bien. Nunca se quejó y mucho menos comentó lo que le había pasado, cuando estaba en los primeros años de su secundaria. Decidió dejarlo en el pasado y jamás hablar al respecto.

Pasó con muy buenas notas a la Universidad. Era una nueva vida para él. Alejado de su familia, creyó que podría vivir más tranquilo, ser él. Jamás pensó que la vida le tendría una sorpresa jamás esperada.

Los estudiantes se arremolinaban en un corredor del plantel frente a una cartelera, donde estaban los horarios de todos los años y los nombres de cada Profesor que impartirían las materias del año en curso. Cuando pudo llegar frente a dicha cartelera, sus ojos se abrieron al ver el nombre de quién le daría Matemática. Empezó a sudar frío y su cuerpo tembló tan fuerte que, sin darse cuenta cayó al suelo inconsciente.

Con un dolor muy fuerte de cabeza y llevándose las manos a ella fue abriendo los ojos muy despacio.
- Al fin despierta señor Ramiro- fue lo que oyó del otro lado de la habitación. Era el médico de la Universidad, que acercándose le preguntó cómo se sentía. Ramiro, aún sin saber por qué estaba allí, lo único que atinó a preguntarle fue - ¿Qué hago aquí Doctor?-

- Parece que tuviste un shock emocional porque te desmayaste y al caer, te golpeaste la cabeza muy fuerte, por eso el dolor. ¿Te había pasado eso, en otro momento? –Preguntó-

Ramiro se levanta, aún mareado y le contesta que no, jamás se había desmayado.

 - Entonces debiste recibir una fuerte impresión –acotó el Médico- ¿Qué viste en esa cartelera que te puso tan mal?

En ese momento recordó y entendió su desmayo. No tengo la menor idea Doctor –contestó. ¿Puedo retirarme?

- Me gustaría hacerte alguna placa porque el golpe que recibiste fue muy fuerte en la cabeza y así descartaríamos cualquier cosa que tengas o te haya ocasionado la caída. Por lo pronto tómate estas pastillas para el dolor- Las agarró y sin darle mayores explicaciones se despidió, dándole las gracias y salió rápido del consultorio.

En ese momento los pasillos de la Universidad estaban solos, ya todos estaban en clase. Se acercó, nuevamente, a la cartelera para confirmar lo que había visto y sí, allí estaba “Profesor de Matemáticas: Ildemaro González” Se agarró a la pared para no volver a caer y respirando, lo más profundo que pudo, dio media vuelta y se fue rápido hacia su habitación.

Sentía como si le hubiesen dado un golpe en la boca del estómago. No podía respirar. Sentía una opresión fuerte en el pecho. Quería gritar y gritar pero no era lo que debía hacer. Nadie debía de enterarse de lo que había pasado, hace tantos años atrás.

Acostado, le viene a la mente lo ocurrido cuando cursaba su primer año de secundaria. Con qué ilusión había empezado su bachillerato. Uniforme nuevo, libros bien forrados y unas inmensas ganas de pasar todas sus materias para así adelantarse a todos y salir más pronto hacia lo que era su ilusión, la Ingeniería.

Todos sus profesores se presentaron e indicaron lo que ellos esperaban de sus alumnos. Lo que podían y no podían hacer. Unos eran más estrictos que otros pero a Ramiro eso no le importaba, él daría el ciento por ciento en todas sus clases y le haría caso a todo lo que sus maestros dijeran.

Empezó su año escolar y fue haciéndose notar en todas las materias. Siempre era el que sacaba las mejores notas y su comportamiento era del alumno más tranquilo y educado del curso. Su profesor de Matemática, se asombraba al ver la forma de cómo aprendía tan rápido y la lógica que le aplicaba a los problemas matemáticos.

Un día le dijo que lo haría su asistente en clases, dado que sabía más que los otros estudiantes, él podría ayudarlo a poner al tanto a sus compañeros, en la materia pero que eso quedaba entre ellos para que los otros alumnos no se resintieran con él y lo trataran mal. No le importaba lo que dijeran sus compañeros era feliz al ver que lo tomaban en cuenta con semejante responsabilidad, por lo que aceptó no decirle a nadie sobre su ascenso.

Cierto día, cuando ya se retiraba hacia su casa, su profesor de Matemática, le pidió que se quedara un momento porque necesitaba explicarle algo para que se lo hiciera llegar a la clase. Cuando todos se habían ido, el profesor lo hizo entrar a su oficina. Le indicó que se sentara y que agarrara un caramelo de los que estaban sobre su escritorio. Ramiro tomó uno y quitándole el papel se llevó a la boca el caramelo. Era dulce, aunque tenía un sabor algo extraño pero pensó que sería uno de esos dulces caros, que él no había comido.

Sus recuerdos se atropellan y viene a su mente el rostro agitado de su profesor y de sus manos inmovilizándolo. No tenía fuerzas, no sabía cómo escapar del ataque brutal, del que era objeto. Tampoco entendía, cómo llegó a esa situación, no recordaba nada. Su rostro se llenó de lágrimas era imposible escapar de ese monstruo. Por lo que tuvo que quedarse tranquilo para no sentir más dolor. Cuando se sintió libre corrió hacia un rincón de la habitación y mientras buscaba sus pantalones, el malo le prohibía comentar lo que allí había pasado, bajo amenaza de sacarlo de la escuela, le hizo jurar que jamás se lo diría a nadie, total, le dijo es tu palabra contra la de un eminente Profesor. Ramiro no daba crédito a lo que oía, era muy joven pero entendía que había sido abusado por el hombre a quién más admiraba. Además de las advertencias hechas, jamás pudo decirle a nadie que se había equivocado colocando toda su admiración en un hombre malo, en un monstruo.

De allí en adelante se volvió taciturno, callado. Se encerró en sí mismo y no volvió a confiar en nadie.

Pensé, que después de tantos años, había superado ese episodio en mi vida, se dijo acostado en la cama de la Universidad. Con los ojos rojos e hinchados entendió que se había equivocado. Ese fantasma lo llevaba consigo, aunque jamás pronunciara su nombre y ahora hacía su aparición, de nuevo, en ella. No sabía cómo podría lidiar con algo que lo marcó tan poderosamente en su adolescencia. Aún ese niño estaba asustado. Lo que sí estaba claro era que tenía que volver a la Universidad.

No tendría clases de Matemáticas, hasta la otra semana. Era algo de tiempo para saber qué haría cuando lo tuviera frente  a él.

Cuando terminaba sus clases, corría hacia su habitación. Los momentos en que tenía que ir a la Biblioteca era un suplicio, se imaginaba que en cualquier momento entraría y se sentaría junto a él.

Los amigos de su infancia, que también lograron ser admitidos en esa Universidad, lo invitaban a fiestas y reuniones pero él siempre les daba una excusa para no ir.

Siempre le molestó no poder tener una novia, como sus amigos. Los veía tan felices compartiendo con ellas, que sentía envidia de no ser igual a ellos. Una de las pocas reuniones que asistía era al teatro o cuando se reunían a un conservatorio de algún libro en especial. Cierto día, que le tocaba leer un capítulo del libro de la semana, entró al recinto un integrante nuevo. No entendió por qué se había puesto nervioso al verlo. Volvió sus ojos a las letras y empezó a leer.

¡Lo que faltaba!, se dijo Ramiro, creo que me llama la atención Fredy. Si yo he estado esperando una mujer para ser feliz, ahora lo veo a él y ¡Experimento cosas que con ninguna chica he sentido! Eso hizo que se alejara un tanto del grupo y volvió a encerrarse en sus pensamientos y miedos.

Llegó el momento de enfrentar a la bestia. Ese día le tocaba Matemáticas, se colocaría en la parte de atrás para que ni lo notara pero cuando entró, todos los asientos traseros estaban llenos. Nadie quería estar en primera fila en Matemáticas. Sus piernas casi se doblan al entender que tendría que estar frente al hombre que le hizo tanto daño. Lo único bueno fue que a su lado se sentó Fredy, se saludaron y lejos de tranquilizarlo, se puso más nervioso.

Buenos días señores –dijo el Profesor- Todos contestaron con un “Buenos días Profeso”. Es bueno ver que hay bastante asistencia a mi clase espero que sigan así en la mitad del año –dijo- Yo no acostumbro a trabajar con libros, así que o están atentos a lo que digo y toman notas o pierden un día de clase, que es lo mismo, un día de sus vidas –acotó.

Hasta el momento ese hombre no se ha dado cuenta de mi existencia, - se dijo Ramiro-. Cuando de repente dice: Señor Ramiro, díganos qué ha entendido hasta el momento. Al sacar sus ojos de la libreta que leía, vio, cómo con una mirada burlona y una sonrisa sarcástica, lo anima a responder. No se esperaba semejante situación. Quería pasar desapercibido y ahora lo pone a que responda ante todo el alumnado.

¿Qué pasa Señor Ramiro, le comieron la lengua los ratones o no estaba poniendo atención a la clase? Era mucho para él, definitivamente. Se levantó y tomando sus libros se dirigió a la puerta de salida.
¡Este es uno de los que creo no llegarán a la mitad del año! –dijo mientras lo veía salir-

¿Qué podría hacer para que ese hombre no le dañara su vida? Estaba tentado a desaparecer de la Universidad para jamás volver a verlo. Por su mente pasaron miles de posibilidades pero todas eran descabelladas. Cuando por fin se dio cuenta, que llevaba años huyendo y estaba cansado de darle más protagonismo del que debiera a una situación que había pasado años atrás, que trastocó su tranquilidad, su vida completamente era cierto pero estaba en el límite donde, muchas veces no hay regreso.

También estaba lo que había despertado Fredy en él. No era posible que le gustaran los hombres. Él se sentía muy macho, nunca, a pesar de haber sido criado entre mujeres, había inclinado su afecto por una persona de su mismo género. Pero este chico lo tenía intranquilo. Siempre aparecía en su mente. Mientras que estudiaba, su rostro se dibujaba entre las letras. Si oía música, todo lo relacionaba con él. Estaba a punto de volverse loco y se preguntaba “¿No era suficiente con lo del profesor para que también, ahora resultara que era Gay?”

Han pasado algunos días, luego de su encuentro con su pesadilla y había reflexionado mucho al respecto.

Ese fin de semana viajó para ver a su madre. Estando con ella, la sentó frente a él y le dijo que le contaría algo que jamás le ha dicho a nadie pero que había llegado el momento de hacerlo porque estaba por malograr, lo que le restaba de vida, ese secreto que guardaba.

La madre con una cara de asombro total, oía cada palabra que su hijo le relataba. Saltó del asombro a las lágrimas y de allí a la furia. – ¿Cómo es posible que no me hayas dicho lo ocurrido, yo habría salido en tu defensa y seguro le quitaba la cabeza sobre los hombros al desgraciado ese? – lloraban juntos y sus lágrimas llegaron a unirse en un pequeño pozo que se hizo, luego de un buen rato de desahogo. Ramiro sintió como si hubiese podido exorcizar ese maléfico día de su vida. Ya no cargaba con ese secreto sólo. Aparecieron fuerzas, donde, desde hace tiempo no estaban. Se las habían roto aquella mañana.

Al otro día, en un exquisito desayuno familiar, Ramiro le comentó a su madre que era Gay. Le explicó que lo supo porque, al fin se había dado cuenta que no le gustaban las chicas, sino como amigas y que en donde estudiaba había conocido a un muchacho que, desde el mismo momento que lo vio se enamoró de él. ¿Qué si él me corresponde? – Le dijo a su madre- No sé pero ese será una buena razón para ir a enfrentarme con quien quiso dañar mi vida. Lo que si estoy seguro, madre es que ya no tengo miedo y sé qué es lo que quiero. Fue buscando refugio y consiguió la fuerza para seguir adelante. Su familia lo quería por lo que era y no por lo que no era.

Ese día fue la primera vez que su madre lo veía tan alegre y decidido. Había pasado por la vida como una sombra y ahora, sabiendo que no está solo y que no fue responsable de aquel acto horroroso. Verlo retomar las riendas de su porvenir, con eso tenía  bastante. Su decisión de cómo vivirá es suya. Nadie debe tener el control de la felicidad de las personas. Cada quién es dueño de sus acciones y consecuencias y eso se respeta. Así se lo hizo saber a su hijo.

Esa mañana regresó a la Universidad y fue en busca de su amigo Fredy. Lo encontró en la Biblioteca, junto a sus otros amigos. No sabía qué le diría pero estaba seguro de lo que sentía. Lo menos que podía esperar era un puñetazo en la cara y perder la oportunidad de amar. Cuando lo encontró, sin mediar palabras le dio un gran beso. De esos besos que han sido escondidos, secuestrados, añorados por tantos años. En él le iba la vida y fue eso lo que le transmitió a Fredy. Hubo un momento de silencia y al separarse su mayor alegría fue, cuando su amigo lo abrazó dándole un tierno beso de bienvenida. Ambos quedaron sorprendidos de sus reacciones y se dieron cuenta, habían abierto el closet de par en par.

Los amigos que estaban alrededor de ellos, también quedaron sorprendidos pero aplaudieron la valentía de decirle al mundo ¡Este soy yo! Luego fueron a un café del centro y allí festejaron ese amor que nacía entre ellos dos.

Ya en la intimidad, Ramiro le cuenta lo que le había pasado en su niñez a Fredy y cómo le cambió la vida. Ambos decidieron enfrentar al Profesor, al monstruo de su adolescencia y buscar por todos los medios, que pagara por semejante atrocidad, ya que era seguro que muchos otros niños pasaron por lo mismo que él y podría estar pasando en ese momento. Personas como esas puede que bajen su perfil pero volverán a las andadas y muchos jóvenes seguirán en peligro.

Su vida cambió y hoy, aunque Fredy no sea el amor definitivo, siguen juntos luchando por un mundo de igualdad, en todos los sentidos.

¡Es necesario saber qué es lo que nos hace felices e ir en pos de eso!


Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
31 de julio de 2016







jueves, 28 de julio de 2016

UNA AVENTURA HACIA MIS PROFUNDIDADES...




Sentada en el reposo de mi ventana consigo mantener mis pensamientos activos y somnolientos, como el que sueña despierto. Siento como si apareciera en mi alma, una especie de nube taciturna, que envuelve el pasado, el presente y juguetea con mi futuro.


No puedo y si les soy sincera, no quiero dejar al viento, esos maravillosos recuerdos, que hacen que todo mi ser entre en estampida agresiva por toda esa ancha sabana que es mi piel.  


Recuerdo sus labios, alimentándose de mi aliento que, agitadamente se atropella por salir. Esos dientes que con un solo mordisco hacen sangrar mis venas abiertas por él. Los que muchas veces laceraron mis puntas erguidas, en esos instantes de loca excitación


Esos ojos morbosos, que me desnudan, lentamente, y hacen que mis poros se ericen, mientras toda yo tiembla de placer.


Esa lengua que se asoma entre sus delgados labios, cual serpiente, que se mueve de un lado a otro. Al verla entrando y saliendo llega a mi memoria su exquisita travesía por toda la membrana que cubre mi cuerpo. Deteniéndose solamente, en aquellos lugares donde enloquece, con tal codicia, que me deja sin aliento.


Sus manos, fuertes y adiestradas para generar placer. Saben tocar el punto exacto, que me hace gemir. Sus dedos, ágiles, cual mariposas, de la misma forma en que se enredan en mis cabellos, en una suave y delicada caricia, tienen la destreza de hurgar mis lugares más recónditos y sensibles.


Sus caderas, recuerdo cómo se mueven, cómo se agitan, cual baile hawaiano. Me hacen evocar al mar cuando está en calma aparente, porque constantemente mantiene un movimiento ondulante, que hace despertar los enviones de uno contra el otro, en los encontronazos de amor que existieron.


Sus piernas, delineadas y fuertes. Con ellas me atrapaba, en un abrazo eterno, evitando así salirse de mi cuerpo y por largos momentos permanecíamos sujetos uno al otro en una placentera suerte de amor.


Tú, hombre de mis afectos. Tú, hombre de mis desvelos. Hoy te siento más presente que nunca. La espera es larga y las ganas son muchas. Volver a sentir tu cuerpo, tu calor, tú fuerza de hombre sobre mí, me permite esbozar una sonrisa al mundo.


Hoy, sentada frente al cielo, lanzo mis suspiros al viento y espero que esa nube que pasa lleve en su espalda, mis anhelos y deseos por ti. Sólo quiero pedirte que no tardes mucho. Mi espíritu es el de una niña revoltosa que se vestirá de gata salvaje al verte. Me despojaré, lentamente de mi piel, con la sensualidad y erotismo que sólo ese amor me permite consumar.


No tardes, la noche es larga pero los días lo son más y muero por vaciar mi vida sobre tu dorso erizado y potente.




Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
28 de julio de 2016


domingo, 17 de julio de 2016

¿POR QUÉ HAY QUE OLVIDAR?


Salta a mi mente esa pregunta ¿Por qué hay que olvidar? Ese errante caballero, que logró entrar a tus costas, bien resguardadas, que valga la acotación, trayendo un cargamento de emociones y esperanzas y que no había sido invitado, mucho menos seducido, pero llegó. También debes decir que te hizo sentir como nadie lo había hecho.

Cómo hacer para olvidar esa seducción literaria, unida a una melodía de ensueños, que llegaba, antes que el gallo cantara, a tus oídos, aún dormidos y que con una sola nota de su melodía hacía que vibraran mandando a tu cerebro estímulos agradables para que éste a su vez lanzara una respuesta de emoción por todo tu cuerpo. Despertándote con una sonrisa de complicidad divina.

¿Por qué olvidarlo? Si en el breve espacio de ese encuentro penetrante resultó ser cual daga, punzante y ardiente, que se atrevió a tocar fibras nunca rosadas por persona alguna y él con un solo movimiento de palabras logró que tu humanidad se erizara en un segundo.

Es difícil no recordar, ese despertar atropellado de tu sensualidad erótica. La vida cobró un sentido y tus amaneceres llegaban con un abrazo etéreo. Pareciera venir de tierras muy lejanas, en el lomo de un poderoso halcón, cuyas alas enormes rosaban tus mejillas como si fuera un beso acaramelado. Penetrando nubes de algodón y deslizándose por un tobogán de arco iris para así llegar repleto de luces y estrellas. Viajaba atiborrado de sensaciones punzantes, que te hacían recordar esa hermosa condición de Hembra.

De ese juego emergió la mujer erótica que eres. La que no necesitaba estar a su lado para imaginar fantasías exquisitas, donde los personajes hacían lo que les era vedado por tantas cosas, entre ellas la breve distancia en que se encontraban.

Después de tanto tiempo, regresan a ti todas esas locuras que envolvió tu pluma haciendo que trazaras escenas deliciosas y fuertes, tanto que a tus lectores los pusiste a gemir de gusto, por lo que eres tan culpable como él de ese derroche de pasión alborotado que subió hasta el mayor clímax que jamás habías vivido.

Llegó en barco de vela, de tierras muy recónditas y como un conquistador, colocó su bandera, la que, en silencio hondeaba gracias a la suave brisa de los recuerdos. Oh! Recuerdos, cómo sacarlos, luego de ser parte de tu índole.

Traía tesoros inimaginables pero sólo una cajita envuelta en tela de tul rosa, se había quedado refundida bajo las joyas, el oro y un incienso, que penetró por todos tus poros, envolviéndote la mente para que no pensaras y te dejaras llevar por lo llamativo pero menos valioso. Esa cajita fue la que, estoy segura, te llegó muy adentro. Es por eso que la guardas en un lugar muy especial y muy de vez en cuando la abres para recordar cómo lo percibías, palmo a palmo con tu mente.

Esos besos sumergidos en pasión y esa sed de hombre, calmaron tus ansias de una caricia, de un abrazo. También permitió aprovecharte de tantas sensaciones allí guardadas para trasmitirle a tu pluma todas las ganas de obsequiarle a tu amado el regalo de un buen encuentro sexual.

Entonces ¿Cómo puedes olvidarlo? Si se quedó asido a tu alma. Difícil alejarse de los sentimientos esculpidos con esa sinceridad que da el encuentro de dos almas parecidas y que queda en cada rincón de tu substancia como mujer amante.

Sin importar el transitar del tiempo y aun cuando exhales hacia otra forma de vida, siempre estará en tu mente efímera, tu amor callado y excitante. Vivo y seductor. Alegre y comprensivo. Esos son los amores eternos, como los de don Quijote y su Dulcinea. Mientras él conquistaba molinos de viento, en su mente, siempre estaba ella, la mujer que se inventó para tener una razón de vida y así seguir apostándole al amor y a seguir cuerdo en su locura.

Jamás olvidaré…

Carmen Pacheco
Lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
17 de julio de 2016




viernes, 8 de julio de 2016

¿QUIÉN ES EL AMOR?





Muchas veces despertamos sonriendo, luego de haber tenido un sueño, a pesar de no entender o recordarlo en toda su plenitud. Simplemente sabemos que nos hizo feliz porque por fin, alguien percibió qué es lo que hemos estado buscando toda la vida.

Se los digo desde mi posición, aun cuando no niego que existan muchos hombres esperando aquella fémina, que lo intuya, valore y haga feliz.

En mi espejismo, ésto es lo que recuerdo.
- Estoy con amigos disfrutando de un paseo y de pronto aparece un hombre joven, que se acerca muy rápido y con magistral destreza atrae mi cuerpo al suyo. Seguidamente estampa un beso frenético y profundo en mis labios, que siguen algo sorprendidos.

Cómo dudarlo, mi respuesta fue rápida y ardiente también y cual amante del siglo XIX, me abrí a la posibilidad de sentir y disfrutar de esa hermosa boca.

Me doy cuenta de haber sido atrapada por sus fuertes brazos, notando  sus manos, que desde ese momento, no se perdieron las curvas, que aún, mantiene este añejado cuerpo y así logra deslizar la punta de sus dedos por mi espalda, mientras cada poro de mi piel se erizada escandalosamente. Llega de una forma rasposa a mi derriere haciendo temblar cada parte de mi ser. Nos besamos, una y otra vez. Sentí que eran besos prometidos, besos esperados hacía una larga eternidad. Besos que encerraban un inequívoco compromiso.

Podía percibir una tranquilidad espiritual y por eso me entregué, si porqué negarlo, lo hice cómo sólo una mujer segura de ese sentimiento sabe disfrutar de una boca inquieta y ardiente, que entre sueños, me transmitió su apasionamiento. El descubrimiento perturbador del deseo hizo que apretara mis piernas para seguir gozando de esa impúdica sensación.

Hubo un momento, en que no lo vi y sentí que me dominaba la soledad, nuevamente. Luego, como cuando se está despierta, percibí su presencia a mi lado, cual aroma de rosas en plena primavera y de repente todo él rodeaba mi espacio y mirándome a los ojos dijo, “No te preocupes, yo estoy aquí y quiero estar contigo por siempre”. No contesté, solo disfruté de esa mágica braza que arropaba con mucha fuerza, todo el halo de mi vida -.

Analizando mi sueño puedo decir que el que funge como “El Amante Joven” no es, necesariamente un mozalbete. La realidad es que no visualizo la edad, como parte importante del simbolismo, sino el significado de la “Juventud” en mi sueño.

Aparece en mi mente lo que la juventud nos ofrece. La alegría, el entusiasmo, el atrevimiento u osadía. La posibilidad de soñar y crear. Todas esas características se pueden encontrar en cualquier persona que mantenga su espíritu joven, porque la edad no está en la piel, está en la forma en que vemos la vida.

El amor no es solo para los jóvenes en edad. Me encanta ver personas mayores, sin recato alguno, manifestar su amor con un beso o cuando dejan deslizar una mano bajo la cintura de ella o de él, mientras pasean por cualquier lugar del mundo. Que logren encontrar su estabilidad emocional y personal para no perder esa maravillosa oportunidad de andar en pareja, como lo hacen los lobos, que les encanta aparearse y caminar por entre la arboleda. Ni la neblina logra separarlos porque es su otro yo espiritual.

El amor a nuestra edad puede ser más profundo, que cuando teníamos veinte o treinta años, porque conocemos nuestras altas y bajas. Ya sabemos qué es lo que esperamos de una relación. Somos unos sumacunlaude, en cómo hacer vibrar a nuestro amado en cada centímetro de su piel. Hemos alcanzado la maestría en el arte de amar. Sabemos cómo deslizar un beso por sus fuertes muelles. Esas Cordilleras que invitan a sumergirse por sus profundidades y elevaciones erguidas al viento. Sin dejar de lado, sus deliciosos húmedos llanos.

Somos dueñas del tiempo. Entre ambos podemos disfrutar por horas ese orgasmo mantenido, que cuando jóvenes, por nuestras hormonas en pleno furor y desconocimiento del arte de contenerse, no lográbamos.

Sabemos despertar el punto más recóndito de él o ella y hacerlos gozar, en toda su majestuosidad. Claro, todo esto se logra, mientras ambos mantienen  el interés y las ganas de sentir, permitiendo que el amado o amada también profese las mismas avideces de seducir volviéndose un arpegio de amor.

Conversar… ¡Ah, que rico es conversar! Es una de las partes más importantes de la mujer, encontrarse con alguien que entienda la imperiosa necesidad de comunicarse, que en ellas existe. Si el hombre entendiera, de una vez por todas, que cuando sus mujeres, les dicen –“Amor, tienes un momento para que hablemos” – y se interesaran en oírlas, les auguro un buen sexo. Su relación en casa mejorará infinitamente. Hasta tendrían ese espacio, que tanto necesitan, algunos, para compartir con sus amigos o ejercitar algún deporte, que siempre han querido hacer.

No son tan complicadas, sólo necesitan COMUNICARSE y es válido. Hombres hasta cuándo van a entender que a una abeja se le conquista con miel y de paso mantienes tu hogar repleto de paz.

Si consigues una persona, que logre excitarte, con sólo imaginártelo, ten la seguridad que los encuentros serán tipo novela. Llenos de pasión y delirio. Qué habrá sus dimes y diretes, por supuesto. ¿Quién les dijo que andar en pareja es fácil? Pero esos reencuentros son los más divinos momentos de amor porque se hace con furia. Quieres lastimar al otro pero con mucho amor y te sumerges en cada caricia, acentuándolas para que se sienta hasta en la última neurona. y así terminar exhaustos de tanto amar.

¡Claro que sí lo puedes hacer! ¿Estás viva verdad? Y mientras haya vida, hay esperanza. No permitas que tu edad cronológica te cohíba de vivir a plenitud el amor, el deseo y las ganas de sentir cómo tu cuerpo se retuerce de ansias, cuando su mano o su recuerdo se asoman a tu cuerpo.

Cuántas, en su silencio lograron acallar su desasosiego por sí mismas y jamás lo comentaron. Son las que tildan de “Nerviosas, excéntricas que dicen sentirse sofocadas por el ambiente de la familia en general y por supuesto jamás fueron comprendidas". Lamentablemente se van a la tumba, amargadas secas, deshojadas. Con una infelicidad que duele de sólo imaginar y se llevan ese secreto hasta la tumba logrando qué con eso. ¿Alguien se los agradecerá? No creo…

Hoy, la mujer, en su mayoría, puede expresar su sentir y las que no lo hacen, terminan sus días, cual flor escondida, con la tristeza de seguir haciendo caso a los que mantienen la idea, que la mujer debe callar sus instintos naturales porque ya es mayor y debe darle vergüenza comentar sus ansias de amar, mucho menos manifestarlo.

Busca la Diosa, que dentro de ti existe. Explotarás de felicidad y harás feliz a tu compañero o compañera.

Envuélvete en la fragancia que nos da la vida y sé la flor más aromática del jardín, tanto por dentro como por fuera.

Ahora te hago una pregunta muy sencilla:  

Sabes ¿Quién es el amor?

¡EL AMOR ERES TÚ!

Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
7 de julio de 2016