Muchas veces despertamos sonriendo, luego de haber tenido un
sueño, a pesar de no entender o recordarlo en toda su plenitud. Simplemente
sabemos que nos hizo feliz porque por fin, alguien percibió qué es lo que hemos
estado buscando toda la vida.
Se los digo desde mi posición, aun cuando no niego que existan
muchos hombres esperando aquella fémina, que lo intuya, valore y haga feliz.
En mi espejismo, ésto es lo que recuerdo.
- Estoy con amigos disfrutando de un paseo y de pronto aparece un
hombre joven, que se acerca muy rápido y con magistral destreza atrae mi cuerpo
al suyo. Seguidamente estampa un beso frenético y profundo en mis labios, que
siguen algo sorprendidos.
Cómo dudarlo, mi respuesta fue rápida y ardiente también y cual
amante del siglo XIX, me abrí a la posibilidad de sentir y disfrutar de esa
hermosa boca.
Me doy cuenta de haber sido atrapada por sus fuertes brazos, notando sus
manos, que desde ese momento, no se perdieron las curvas, que aún, mantiene
este añejado cuerpo y así logra deslizar la punta de sus dedos por mi espalda,
mientras cada poro de mi piel se erizada escandalosamente. Llega de una forma
rasposa a mi derriere haciendo temblar cada parte de mi ser. Nos besamos, una y
otra vez. Sentí que eran besos prometidos, besos esperados hacía una larga
eternidad. Besos que encerraban un inequívoco compromiso.
Podía percibir una tranquilidad espiritual y por eso me entregué,
si porqué negarlo, lo hice cómo sólo una mujer segura de ese sentimiento sabe
disfrutar de una boca inquieta y ardiente, que entre sueños, me transmitió su
apasionamiento. El descubrimiento perturbador del deseo hizo que apretara mis
piernas para seguir gozando de esa impúdica sensación.
Hubo un momento, en que no lo vi y sentí que me dominaba la
soledad, nuevamente. Luego, como cuando se está despierta, percibí su presencia
a mi lado, cual aroma de rosas en plena primavera y de repente todo él rodeaba
mi espacio y mirándome a los ojos dijo, “No te preocupes, yo estoy aquí y
quiero estar contigo por siempre”. No contesté, solo disfruté de esa mágica
braza que arropaba con mucha fuerza, todo el halo de mi vida -.
Analizando mi sueño puedo decir que el que funge como “El Amante
Joven” no es, necesariamente un mozalbete. La realidad es que no visualizo la
edad, como parte importante del simbolismo, sino el significado de la
“Juventud” en mi sueño.
Aparece en mi mente lo que la juventud nos ofrece. La alegría, el
entusiasmo, el atrevimiento u osadía. La posibilidad de soñar y crear. Todas
esas características se pueden encontrar en cualquier persona que mantenga su
espíritu joven, porque la edad no está en la piel, está en la forma en que vemos
la vida.
El amor no es solo para los jóvenes en edad. Me encanta ver
personas mayores, sin recato alguno, manifestar su amor con un beso o cuando
dejan deslizar una mano bajo la cintura de ella o de él, mientras pasean por
cualquier lugar del mundo. Que logren encontrar su estabilidad emocional y
personal para no perder esa maravillosa oportunidad de andar en pareja, como lo
hacen los lobos, que les encanta aparearse y caminar por entre la arboleda. Ni
la neblina logra separarlos porque es su otro yo espiritual.
El amor a nuestra edad puede ser más profundo, que cuando teníamos
veinte o treinta años, porque conocemos nuestras altas y bajas. Ya sabemos qué
es lo que esperamos de una relación. Somos unos sumacunlaude, en cómo hacer
vibrar a nuestro amado en cada centímetro de su piel. Hemos alcanzado la
maestría en el arte de amar. Sabemos cómo deslizar un beso por sus fuertes
muelles. Esas Cordilleras que invitan a sumergirse por sus profundidades y
elevaciones erguidas al viento. Sin dejar de lado, sus deliciosos húmedos
llanos.
Somos dueñas del tiempo. Entre ambos podemos disfrutar por horas
ese orgasmo mantenido, que cuando jóvenes, por nuestras hormonas en pleno furor
y desconocimiento del arte de contenerse, no lográbamos.
Sabemos despertar el punto más recóndito de él o ella y hacerlos
gozar, en toda su majestuosidad. Claro, todo esto se logra, mientras ambos
mantienen el interés y las ganas de sentir, permitiendo que el amado o
amada también profese las mismas avideces de seducir volviéndose un arpegio de
amor.
Conversar… ¡Ah, que rico es conversar! Es una de las partes más
importantes de la mujer, encontrarse con alguien que entienda la imperiosa
necesidad de comunicarse, que en ellas existe. Si el hombre entendiera, de una
vez por todas, que cuando sus mujeres, les dicen –“Amor, tienes un momento para
que hablemos” – y se interesaran en oírlas, les auguro un buen sexo. Su
relación en casa mejorará infinitamente. Hasta tendrían ese espacio, que tanto
necesitan, algunos, para compartir con sus amigos o ejercitar algún deporte,
que siempre han querido hacer.
No son tan complicadas, sólo necesitan COMUNICARSE y es válido.
Hombres hasta cuándo van a entender que a una abeja se le conquista con miel y
de paso mantienes tu hogar repleto de paz.
Si consigues una persona, que logre excitarte, con sólo
imaginártelo, ten la seguridad que los encuentros serán tipo novela. Llenos de
pasión y delirio. Qué habrá sus dimes y diretes, por supuesto. ¿Quién les dijo
que andar en pareja es fácil? Pero esos reencuentros son los más divinos
momentos de amor porque se hace con furia. Quieres lastimar al otro pero con
mucho amor y te sumerges en cada caricia, acentuándolas para que se sienta
hasta en la última neurona. y así terminar exhaustos de tanto amar.
¡Claro que sí lo puedes hacer! ¿Estás viva verdad? Y mientras haya
vida, hay esperanza. No permitas que tu edad cronológica te cohíba de vivir a
plenitud el amor, el deseo y las ganas de sentir cómo tu cuerpo se retuerce de
ansias, cuando su mano o su recuerdo se asoman a tu cuerpo.
Cuántas, en su silencio lograron acallar su desasosiego por sí
mismas y jamás lo comentaron. Son las que tildan de “Nerviosas, excéntricas que
dicen sentirse sofocadas por el ambiente de la familia en general y por
supuesto jamás fueron comprendidas". Lamentablemente se van a la tumba,
amargadas secas, deshojadas. Con una infelicidad que duele de sólo imaginar y
se llevan ese secreto hasta la tumba logrando qué con eso. ¿Alguien se los
agradecerá? No creo…
Hoy, la mujer, en su mayoría, puede expresar su sentir y las que
no lo hacen, terminan sus días, cual flor escondida, con la tristeza de seguir
haciendo caso a los que mantienen la idea, que la mujer debe callar sus
instintos naturales porque ya es mayor y debe darle vergüenza comentar sus
ansias de amar, mucho menos manifestarlo.
Busca la Diosa, que dentro de ti existe. Explotarás de felicidad y
harás feliz a tu compañero o compañera.
Envuélvete en la fragancia que nos da la vida y sé la flor más
aromática del jardín, tanto por dentro como por fuera.
Ahora te hago una pregunta muy sencilla:
Sabes ¿Quién es el amor?
¡EL AMOR ERES TÚ!
Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
7 de julio de 2016
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