lunes, 30 de mayo de 2016

TU AMADA... AMANTE.



Sonó la alarme del teléfono indicando que debía comenzar el día bien temprano. Se estira con desgano para alcanzar el que lo ha sacado de un sueño maravilloso, con palmeras y un incesante vaivén de olas, en una playa exótica. Sentía henchida su humanidad por múltiples emociones que lo mantenían sumergido en ese alucinación.

Al fin logra callarlo, cuando le da una cachetada directamente al minutero lanzándolo por el aire. Al caer dio la impresión de haberse deshecho en mil piezas. El ruido que hizo, lo levantó de un solo golpe de la cama y sentándose en la orilla, se llevó las manos a la cabeza quejándose de un fuerte dolor. Era obvio, la noche anterior, se había ido de fiesta con los amigos. Estuvieron haciéndole una despedida de soltero. De pronto supo que se había llevado a su casa, parte de la despedida, cuando sintió unos pies, que le acariciaban la espalda al compás de una voz melosa de mujer, que lo instaba a regresa debajo de las sábanas.

Dio un salto y al voltear vio que de ellas salía una poderosa rubia. Le calculó, un metro setenta y algo de puro cuerpo celestial. Su melena dorada como el trigo, tapaban sus selectos senos desnudos, que se movían inquietos por aparecer, mientras deslizaba la sábana con cierta travesura, dejando a la vista un vientre bien esculpido y unas piernas, ¡Dios... qué piernas! Dadivosas, delicadas y muy bien torneadas, que se movían, cual culebra destinada a hipnotizar a su presa que la observaba embelesado moviendo la cabeza e imitando su vaivén. Poco a poco fue entrando de nuevo a la cama y cual araña lo atrapó entre sus piernas. Con una dulzura pecaminosa lo cobijó con la fragancia de su cuerpo. En ese momento él comenzó adorarla… Sólo se veía la agitación de una membrana que guardaba dos seres en franca actividad poética.

Cuando se disponía a subir hacia sus voluptuosos pechos, un click sonó en su cabeza y sólo pensó
 –Tengo que verme con Rosmery- (su novia)

Federico, siempre había sido un auténtico mujeriego. Sus amigos lo consideraban el ser más afortunado. No había mujer que se le resistiera. Es por eso que les parecía muy raro que se fuera a casar con una chica como Rosmery. No auguraban un buen futuro para ese enlace.

Rosmery era una chica muy distinta, con relación a las que ellos estaban acostumbrados a ver. Era hermosa. Una mulata que tenía una belleza sin igual, tanto por dentro como por fuera. Había estudiado en los mejores colegios y graduada con altos honores. Hacía su residencia en un hospital de la ciudad y esperaba especializarse en Neurocirugía.

Por un momento le llegó un ápice de responsabilidad pero la tigresa que tenía en la cama comenzó a incitarlo a continuar con el juego y fue suficiente para agarrarse de las sábanas y hundirse en sus largos brazos, que lo llenaban de gratas caricias. Esto lo arreglo rápido –se dijo- y arremetió con ansias sobre ese espectacular cuerpo de mujer.

Rosmery ya estaba en el lugar de encuentro. Era un café al aire libre y se dispuso a esperar. Siempre era la que llegaba primero a sus citas. Esto lo veía como algo natural por la especie de rutina que se había impuesto al empezar los estudios de medicina.

El mesero del lugar, la saludó con afecto. Era su lugar preferido para verse con Federico. Éste le preguntó si esperaba o le servía su habitual taza de café. A lo que ella le dijo - Por favor tráigame una grande y la acompaña con un pastelito de queso con espinaca –. Seguramente –pensó- hoy no llegará puntual, ayer fue la despedida de soltero y debe estar con una tremenda resaca. ¿Qué podía hacer? era el hombre que le gustaba y amaba. Por lo que abriendo su libro preferido, del momento, siguió la narrativa de una novela, que la había atrapado.

Mientras, en la habitación del novio, se desarrollaba un encuentro no planificado. La chica le había resultado experta en algunos artificios, en cuanto a sexo se refería y no quería perderse la oportunidad, de disfrutar, algo que no sabía, cuándo volvería a vivir. Estaba claro, para él, que su novia, aunque era una mujer hermosa había sido criada chapada a la antigua y seguro su relación sería… cómo llamarla, normal o tediosa, ese tipo de mujer que no se sale de los cánones regulares en los juegos de amantes.

Las invitaciones habían sido despachadas y todo lo referente a lo eclesiástico o civil estaba arreglado. Las madres de ambos novios, se habían encargado de los por menores e incluso les habían regalado el viaje de la Luna de Miel. Les pareció raro, cuando vieron que preferían ir hacia las montañas y no a la playa pero Rosmery le pidió a Federico que la complaciera en pasar su Luna de Miel en un Hotel especial, que había visto en Internet y había quedado prendada del lugar. Él no entendía ese repentino arrebato por las montañas pero qué podía hacer, le dijo que estaba bien.

Había pasado una hora esperando, cuando aparición Federico, todo agitado y pidiendo disculpas por la tardanza la llenó de besos y se sentó a su lado.

Rosmery le preguntó – ¿Y qué tal tu despedida de soltero?- Agarrándolo desprevenido, éste tuvo que tragar duro, antes de contestarle. –Bien, todo estuvo normal, tu sabes, ese tipo de reuniones es para tomar hasta acabar con la última botella llena y hablar tonterías con los amigo. En ese momento apareció el mesero con el pedido y cambiando de tema pidió le trajera lo mismo que comería su novia.

Rosmery lo ve de soslayo y se ríe al notar lo afanado por explicar el porqué de su tardanza. Faltaba una semana y tenían que dar los últimos toques de la ceremonia, por lo que se metió en el tema de la boda, sin decir más.  Estaba segura que luego todo se arreglaría.

En el hospital donde hacía las pasantías, le otorgaron una semana de licencia para su boda. En cuanto a Federico era su propio jefe. Algo que tenía él era su responsabilidad en los negocios. Por lo que dejó todo listo para no estar recibiendo llamadas en esa semana.

Llevaban un año de relaciones y sentían que eran diferentes en distintos tópicos pero había algo que los hacía querer estar juntos. Disfrutaban de la cercanía del otro, de sus encuentros y conversaciones.

Llegó el gran día. El lugar donde sería la recepción ya estaba listo. La comida, bebida y adornos esperaban por los comensales. La Iglesia, la decoraron con muchos Lirios. Cintas blancas, que entrelazadas a los bancos del lugar, daban la impresión de un pasadizo romántico. Estos estaban llenos de ramilletes de distintos colores. Por ese lugar transitaría la novia con su cortejo y debía parecer como sacado de un cuento de hadas.

Los nervios no podían faltar, sobre todo en los novios y surgió la pregunta ¿Estaré haciendo lo correcto? ¿Él o ella es la persona con la que quiero vivir mi vida? Fue cuando aparecieron los y las amigas al rescate. El rol de ellos era el de tranquilizarlos y hacerles entender que era la persona correcta para él o ella.

En la Iglesia, ya los esperaban los amigos e invitados. Se podía percibir el aroma del incienso y a cera derretida. La infraestructura había sido construida en el siglo dieciocho y aún se mantenía  en muy buenas condiciones. La luz se dejaba colar por unos grandes y hermosos vitrales, que al llegar cerca del altar, se descomponía en una variedad de tonos dándole un aire de paz y armonía al lugar. Era lo que Federico veía, mientras esperaba la llegada de su prometida, junto al altar.

De pronto se oyen los acordes de la marcha nupcial y todos, en el lugar, callan y voltean para ver la entrada de la novia. Mientras las notas musicales bailan entre la nube que se ha formado, combinada entre del humo de las velas y los rayos solares que  invaden el lugar dándole un halo sacramental.

Al fondo del pasadizo, hace su aparición la hermosa novia, escoltada por su padre. Ella semeja una hermosa visión. Su traje blanco, le da ese no sé qué de inocencia, que a la vez, al estar tan ceñido a su cuerpo realza su talle. El escote, que hasta el padre tendrá que disimular para no bajar la vista, la coloca en las dos condiciones, entre inocente y atrevida.  No hacían falta más detalles o accesorios, su belleza se realzaba bajo la luz del candelabro principal. La cola del traje arrastraba los pequeños pétalos, que las niñas, hermosamente vestidas dejaban caer al suelo, para que su pisar estuviera lleno de rosas y jazmines. Su velo silenciaba su rostro, dándole un aspecto de misterio e intimidad.

Ya en el altar, al descorrerle, Federico, lo que mantenía cubierto su rostro, éste quedó atónito. Fue como ver por primera vez a su novia. Definitivamente era otra mujer y le gustaba, le gustaba mucho. Rosmery sintió que había logrado lo que tanto deseaba, que su novio la viera como en realidad era ella y sonrío, como acostumbraba, pícaramente.

Ya en la fiesta bailaban y disfrutaban con los amigos y familiares. Se acercaba la hora de marcharse. Tenían que tomar un avión a la una de la mañana y debían escaparse, como era la costumbre.

Entre abrazos, lágrimas y buenos deseos, se despidieron montándose en el auto que arrastraba el ruido de las latas que les habían amarrado al mismo.

Llegaron justo para embarcarse. El personal de la línea los ayudó con las maletas y al fin pudieron atravesar el túnel que los unía al avión.

A todas éstas, Federico no sabía qué hotel había escogido Rosmery. Al verlo le gustó y lo sintió muy acogedor. Los esperaban con una botella de Champan, que llevaron a la habitación. Por supuesto que la novia cruzó el umbral en los brazos de su amado.

Cansados decidieron darse una ducha. Él esperaba hacerlo con ella pero Rosmery no lo pensó así y le dijo que se metiera al baño primero, mientras ella buscaba unas cosas para esa noche. Le pareció extraño pero era su primer día como esposos y pensó – ¿qué sorpresa me tendrá esta noche?- y se fue a bañar. Al salir, ella le sugirió que fuera sirviendo la champaña en las copas, que no tardaría mucho en el baño.

Federico algo desmotivado busca las copas y la bebida y se da cuenta que también les colocaron fresas con crema. Puso algo de música y esperó que saliera.

Aún dentro del baño, Rosmery le dice - apaga la luz principal y deja las lamparitas encendidas, ten paciencia-

Él está a punto de perderla, cuando hace su aparición, una mujer montada sobre unas botas de cuero con unos tacones cual agujas. Llevaba unos pantalones ajustados a sus piernas y una chaqueta negra apretada, tanto que hacía que sus senos estuvieran a punto de salir volando. Sin perderla de vista, notó que en su mano izquierda blandía un látigo de cuero de cuatro puntas y en ellas había una especie de perla, que brillaba cada vez que las movía de un lado a otro emitiendo un sonido algo amenazante.

Él no podía hablar, su estupor era tan grande que sentía que su garganta se había cerrado, cuando vio que lentamente se acercaba. Su cuerpo empezó a temblar pero no de miedo. Jamás había sentido de esa forma. El grado de excitación que invadía su ser en ese momento, ninguna mujer se lo había hecho experimentar. Las copas llenas de champán se volcaron sobre el piso, ella ya estaba sobre la cama y lo conminaba a colocar sus manos sobre su cabeza mientras acariciaba con las puntas del látigo todo su cuerpo. ¿Te gusta? –Le preguntó- a lo que él solo atinó a mover la cabeza, dando a entender que sí. Qué bueno porque ahora es que vas a saber lo que es tener a una verdadera mujer en tu cama todas las noches. Solo tú serás el que detenga este juego. Cuando pidas más, más te daré y cuando digas que paré pararé. – ¿Estás de acuerdo?- y sonriendo le dijo que si y se entregó a esa mujer que esa noche estaba conociendo, la que lo llevó por caminos deseados pero jamás transitados.

Con ella supo lo que era ser fiel a una sola mujer.


Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
30 de mayo de 2016




viernes, 27 de mayo de 2016

HOY NECESITO UNOS VASOS COMUNICANTES



En este momento quisiera tener dos vasos  comunicantes. Yo los llamo así desde siempre. De esos que utilizábamos cuando niños para poder hablar de nuestras cosas, sin que los mayores llegaran a enterarse.

Quisiera que el cordón, que une a ambos vasos estuviera tenso y vibrante de la palabra y de los sueños, que caminando por el borde, cual hormigas en la cuerda floja, vibran y logran mecerse de placer, en cada expresión, en cada suspiro, mientras nos decimos esas frases que se ahogan en ese mar de angustia, que habita en nuestras almas.

Hoy me gustaría que uno de los vasos estuviera junto a ti y al ver que se tensa el cordel, te dieras cuenta que del otro lado hay alguien que espera por una plática profunda.

Hoy no quisiera hablar de nuestras intimidades febriles, muy al contrario, me gustaría revivir sueños lejanos. Permitiendo que en el desliz de una palabra fuerte y penetrante, llegue hasta ti un corrientazo de añoranzas y de necesidades.

Hoy me encantaría tener una charla amena y divertida, como esas que se dan con un vaso atado, imaginando que estamos tras un mueble, lejos de la vista de nuestras madres mientras, éstas preparan la cena y así, poder entrelazar pensamientos y sueños, a través de ese hilo rígido que llega hasta el otro vaso y disfrutar de las tonterías que pasan en un día Trivial del mes de mayo

Me imagino entornando los ojos y diciéndote mis secretos más recónditos, ya que están albergados por un corazón palpitantemente soñador. Tomaría el vaso entre mis manos y llevándolos hasta los labios, te susurraría al oído palabras sucias y exquisitas, que sólo tú podrías oír.

Comentarte los chismes del momento, la plaza recién construida. La barriga de la vecina, que no se hace pequeña porque en ella vienen unos morochos. El barcito de la cuadra, donde tantas veces nos escapábamos para poder tomarnos de las manos y besarnos con frenesí, lo remodelaron y ya no es lo mismo de antes. Esa parte romántica la cambiaron por lo novedoso de la época. Estoy segura que no lo disfrutarías.

Platicarte de las necedades del vecino, que no deja de mandarme flores a la oficina y decirme frases desleídas, cada vez que por su puerta paso. Definitivamente sigue siendo un baboso engreído pero, eso ya tú lo sabes.

Son esos vasos comunicantes los más acertados para esas almas silenciosas. Las que, como la mía, buscan decir mucho pero en la intimidad de lo sincero.

Con tanta tecnología, no estoy segura si mis palabras llegarán al Parlamento o a una oficina llena de agentes, que buscan averiguar, de qué está hecho el amor. Que acertados estábamos, en aquel entonces, cuando decidimos fabricar nuestra propia forma de comunicación.

Hoy trataré de construir ese método de interacción, que nos hacía tan felices, en aquellos momentos de virginidad e ingenuidad.

Lo único que cambiaré será el cordón. Supongo, que si lo hago de un material que pueda estirarse y encogerse lograré que nuestras palabras vayan y vengan en un vaivén parecido al de un acordeón, que llora en las manos de un músico, en el momento en que lo abre y cierra exprimiéndole el sentimiento y los recuerdos.

Hoy... necesito dos vasos comunicantes.


Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
27 de mayo de 2016  



martes, 24 de mayo de 2016

EL MITO DE LO COMPLICADA QUE SON LAS MUJERES...



El único ser, que existe sobre la tierra y que detalla minuciosamente, la posibilidad de tener una relación amorosa es la Mujer.

No me van a negar que es un ser exquisito, lleno de las más grandes delicias que macho alguno hubiese imaginado y digo “macho” porque, ese género femenino que vive en cualquier tipo de especie lleva dentro de sí la esencia inigualable de todas las hembras que habitan este planeta y si hubiese otro lugar, fuera de esta nave, donde vivimos, segura estoy, que también sentiría igual a las de nosotros.

Cómo evitarlo o cómo concebir esta vida sin ese toque delicadamente apasionado de la Mujer. Definitivamente no hubiesen podido sobre llevar la vida estos hombres, que dicen haber dado una de sus costillas para que existieran.  

La Mujer nace con una “dualidad” en su yo interior y no es mentira, sin olvidar su ¡Sexto Sentido! Ah! ¿Es que no lo sabían? Sí, es cierto. Ese ser que está a tu lado, a la cual no comprendes, no es una sola persona. Tranquilos no les estoy hablando de una “Linda Blair”, la que protagonizó el Exorcista.

¿Cómo te lo puedo explicar? En ella habitan dos mujeres y éstas a la vez son rivales, sobre todo cuando no logran entender que la satisfacción de una es el beneficio de la otra.

Este personaje, del cual les hablo, muchas veces está perdido dentro de sí porque hay días que te quiere y otros que daría cualquier cosa por verte colgado, de la rama más alta que encuentre. Así sucesivamente van pasando los días y es cuando dices, “A esta mujer no hay quién la entienda” das un portazo y sales de la casa más bravo que toro en plazoleta.

Solo puedes vivir feliz con una mujer, cuando logras conocer a las que habitan en ella. Feliz de aquel que lo consigue porque podrá disfrutar de la Mujer Salvaje y de la Mujer dócil pero muy intuitiva, que no te engañe. ¿Qué cómo lo haces? Los hombres también tienen su rasgo salvaje y es ése el que tiene que buscar la compañera para los juegos atrevidos, la que te secunda en invenciones locas. Esa mujer a la que tanto anhelan tener y siempre la ven en películas, revistas y pare de contar, sin darse cuenta, la tienen al alcance de un suspiro.

Siempre he dicho y mantengo, que no existe una mujer que sea frígida, solo que no tiene a su lado a un hombre que le haga sentir su lado animal, parte importante para el equilibrio de ella.

Sobre todo la pueden encontrar en esa pareja cotidiana. Es decir, la esposa, novia e incluso, la mujer que no vive contigo pero que muy de vez en cuando se reúnen para compartir momentos de placer. Muchas veces no logras que tu mujer se abra a tus necesidades porque, simplemente, no estás hablando con la mujer indicada y sales como “El que va por lana y sale trasquilado”. Te topaste con la mujer dócil, la que le gusta que la oigas, que le des masajes, la que espera la ayuda en cualquier área de la casa. Ésa a la que le encanta la seguridad que le das. Esa mujer no es la que quiere ir de correrías contigo. Es la otra, la que está esperando que la estremezcas. Que siempre le hagas recordar, el por qué te eligió como compañero. Ella quiere sentir esas ganas de estrujar su cuerpo al tuyo y oler ese perfume que emana de tu aliento. Es la que aullaba de placer, cuando tus manos se introducían en sus bragas, en esos momentos en que había gente cerca y el instante era peligroso y retorciéndose de placer ahogaba gritos de lujuria ante la indudable cercanía de sus padres. Esa es la mujer que extrañas o deseas.

¿Que las mujeres son complicadas? Sólo para el hombre que no entiende, que ellas son seres repletas de todo tipo de maravillas y su confort o comodidad los frena en una tarea tan ardua pero que al final será satisfactoria.

Sí y solo sí quieres vivir con dos mujeres a la vez,  entregándote a una, te confieso que encontrarás la magia que siempre buscan en sus fantasías románticas. Te advierto que para tener a una loba en tu cama recorriendo junto a ti la vida, cabalgando con melena al viento las mieles del amor y del deseo tendrás que entenderla y buscar, esa piedra preciosa que está medio escondida a la espera de su hallazgo. Es en ese momento que encontrarás la verdadera felicidad con tu pareja.

Para ti mujer, que siempre estás a la espera del hombre perfecto, te confieso que - ¡No Existe! - “Bájate de esa nube y ven aquí a la realidad”.

Lo perfecto es monótono. No tiene color y su perfume se debilita con el pasar del tiempo. Tú también tienes que reconocerte, como la Diosa de los secretos, en cuestiones del amor. Visualízate y busca a tus dos mujeres. Son, cada una, en su espacio, maravillosas y capaces de hacer que el mundo gire al revés.

La Mujer está llamada a indicar al amante lo que ella desea y es así cómo podrá hacerle entender al hombre que está dispuesta hacerlo feliz, si es que logra montarse, con amor y sabiduría, sobre la loba que lleva por dentro. Por supuesto, si él no entiende, luego de varias introducciones, definitivamente no es el indicado para hacerte feliz.

No somos de Venus y mucho menos de Marte, simplemente llevamos dentro de cada una, formas distintas de sentir y percibir las cosas. Rompamos con ese mito de que “Las mujeres son difíciles” y les auguro señores, que podrán, al fin, disfrutar de sus verdaderas mieles.



Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
24 de mayo de 2016






miércoles, 4 de mayo de 2016

EL PASADISO DEL BOSQUE...



Josefina estaba de visita donde su antigua amiga de la secundaria. Tenían mucho tiempo que no se veían y le llegó la oportunidad, como mandada del cielo, para retirarse de tanto estrés  en su trabajo.

Los lugares campestres nunca formaron parte de su  idea de pasar la vida y mucho menos sus vacaciones. Ella se sentía muy citadina. Necesitaba el movimiento y el sonido que una ciudad puede dar. Solo que en esta oportunidad, el silencio y la quietud eran imperante en ese momento de su vida.

Graciela estaba encantada de tenerla en casa. En aquellos años de adolescentes habían logrado llegar a ser unas grandes amigas. Con más nadie compartían sus confidencias más íntimas. Siempre se las veía juntas en las fiestas y en los paseos de la escuela. En determinados momentos, cuando a una de ellas les gustaba un joven, siempre se reunían y lo analizaban de pie a cabeza y si no encajaba en lo que ellas llamaban “el hombre ideal” lo lanzaban a la cesta de papeles y lo pasaban por alto.

En varias ocasiones lograron encontrar al chico que se acercaba a lo que ellas pensaban era el ideal de hombre. Paseaban, les encantaba ir a bailar con ellos pero jamás los dejaron pasarse de la raya. Su lema era – “Mi Perla será para el hombre indicado” -

Mientras se ponían al tanto de sus vidas Josefina pudo ver por la ventana, cómo aparecía un camino lleno de árboles y maleza, que indicaba, por su corriente zigzagueante, que existía un sendero hacia una parte más profunda y llamativa. Su amiga, en ese momento le avisó que ya estaba lista la comida y  era tanto lo que tenían que contarse, que se le olvidó lo que había visto.

Pasaron unos días maravillosos. Graciela había invitado algunos de sus amigos y amigas para agasajar a Josefina. Por lo que, la llevaron a lugares atractivos de la ciudad. La vida nocturna en esos días estaba más agitada. Festejaban el triunfo del Equipo de Futbol de la casa y en todos los lugares, se encontraba a jóvenes y adultos disfrutando de esa especie de algarabía, que se había apoderado de la población.

Un domingo, tras una juerga de las buenas, Josefina había decidido no salir para restablecer fuerzas, aún le quedaban dos semanas y quería verlo todo, si era posible. Se levantó primero que su amiga y preparó un humeante y agradable café con una pizca de chocolate. Se lo sirvió en una gran taza y en silencio fue a la ventana para disfrutar del paisaje que podía apreciar desde esa altura. Volvió a ver el sendero que se hacía con los árboles y sintió, como si algo la estuviera invitando a transitar por ese túnel boscoso. Se calzó sus zapatillas y tal como estaba, con un short, una blusa de dormir, su café y sin pensarlo mucho bajó hacia el parque, que la conduciría al camino de árboles.

El ruido de las aves y sus aleteos cerca de ella, la mantenían en atención. Alcanzó a ver un pájaro azul, otro con pintas doradas y ocres y muchos otros que jamás había visto. Todos emitían un trinar que se le fue introduciendo por sus venas. Cual transfusión recorrió su cuerpo en un segundo. Por un momento pudo percibir que ya no sentía la tierra. Era como si volara y al mismo tiempo cayó en un sopor de embriaguez total. Su piel estaba fresca pero dentro de ella bullía un volcán, que ardía en deseos. Sintió, cómo la brisa se convertía en manos que la acariciaban. Ya ella no era dueña de sí. Su cuerpo estaba transitando por un sendero extraño y etéreo.

En su levitar con los ojos abiertos veía figuras sutiles que pasaban sobre ella y hasta logró percibir que algo la traspasaba con un calor delicioso que la hacía vibrar hasta los tuétanos.  Pronto llegó al centro del bosque, donde estaba una especie de esfera que irradiaba energía con colores brillantes. De ella salieron diversas luces que rodearon su cuerpo y cada una de ellas llenó de embeleso el lugar que habían tocado. Su organismo era un cúmulo de zonas eróticas. Desde la uña de los pies, hasta su  último cabello tuvo sensaciones, que en su larga vida jamás había percibido. Entregada a toda esa experiencia llegó a un estado de ansiedad y a la vez satisfacción, de todas las distintas formas de excitación, conocidas y no conocidas por algunos.

En su viaje por el aire llegó a un manantial de aguas tibias y cristalinas, donde fue sumergida con mucha delicadeza. Allí sintió cómo era cuidado su yo interior y al secarla, no podría decirse, que fueron manos las que frotaron su cuerpo pero si que algo energético dejó su cuerpo seco y bien hidratado. Luego vio cómo unas uvas eran puestas en sus labios y que al masticarlas le producían mucho placer. Eran dulces, con un toque amargo que, inmediatamente envolvió toda su boca dejándola con la expectativa de recibir otra.

Siguiendo su viaje fue trasportada hacia otro lugar más oscuro. La cantidad de árboles, que allí existían, no permitían el paso de luz alguna y hacían del lugar más húmedo y acogedor. La depositaron sobre pétalos de Orquídeas  y en ese momento sintió cómo un cuerpo traslúcido se acercaba a ella y empezaba  acariciarla palmo a palmo. No hubo rincón que no tocara o besara. Josefina estaba extasiada y quería que siguiera haciéndola sentir de esa forma y fue cuando con la sutileza jamás pensada pero bien sentida, concibió que la penetraran, de una forma suave, exquisita y muy apasionada. Su cuerpo se arqueó en un momento de placer haciendo flotar sus sentidos mientras lanzaba un grito de goce.

Cuando despertó estaba en la entrada del camino que da al  bosque, con su taza de café completo y caliente, aún. Se sentó y sacudiendo su cabeza, se decía así misma, -¿Qué me pasó? ¿Todo fue un sueño? Al regresar al departamento de su amiga, notó que todos seguían durmiendo y que sólo habían pasado minutos, desde que bajó al parque.

Cuando su amiga despertó, le comentó lo que le había pasado y ésta incrédula, le dijo que seguro lo había soñado. La conocía y ella no era de esas personas carismáticas o que creyeran en duendes y cosas extrañas. Seguro fue un sueño. Estos lugares para personas como tú pueden sugestionar de distintas maneras.

Desde ese día Josefina siempre es visitada por una energía extraña, que traspasa sus conocimientos y creencias para hacerla sentir como hoja que flota al viento emitiendo una luz fosforescente, en el momento de mayor placer.



Carmen Pacheco
Lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
04 de mayo de 2016