sábado, 24 de marzo de 2018

WHO ARE YOU…



Who are you, who keep my mouth longing?
Who are you, that you remain tattooed in my senses?
Who are you, that without asking permission you persist in my dreams?
Who are you, to caress my soul without meaning?


Who are you, to sleep beside me caressing my folds?
Who are you; you have other possibilities at risk
Who are you, who silently love me?
Who are you, that in the distance I wait for you?

Who are you, that you entered my world turning it upside down?
Who are you, to for walk naked for all my life?
Who are you, that without asking you put your wings on my tongue?
Giving me the miserable hope of a I love you

Tell me, who are you?




Carmen Pacheco
Lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
March 23, 2018

DIME QUIÉN ERES...




Quién eres, que mantienes mi boca anhelante
Quién eres, que permaneces tatuado en mis sentidos
Quién eres, que sin pedir permiso persistes en mis sueños
Quién eres, para acariciar mi alma sin sentido. 

Quién eres, para dormir a mi lado rozando mis pliegues
Quién eres, que tienes a raya otras posibilidades
Quién eres, que en silencio me amas
Quién eres, que en la distancia te espero.


Quién eres, que entraste en mi mundo volteándolo patas arriba
Quién eres, para pasearte desnudo por toda  mi vida
Quién eres, que sin pedirlo posas tus alas sobre mi lengua
Dándome la mísera esperanza de un te quiero

Dime ¿Quién eres?






Carmen Pacheco
23 de marzo de 2018



lunes, 12 de marzo de 2018

UN CUERPO ARDE…




Vuelve el calor y tu cuerpo se afiebra
Gotas de sudor resbalan por tu cintura
Y lentamente se depositan en tu sexo
Las caderas bailan al ritmo de esas ansias.

Sólo hay un ventilador
Él mueve el poco aire que entra por la ventana
Las cortinas apenas se agitan
Necesitas sentir su cuerpo.

Mari Carmen tiene visita
Su música entra por las rendijas de la puerta
Se la oye reír y cantar
Esta noche ella será la idolatrada.

No puedes evitarlo hierves de pasión
Quieres  calmar esta sed
Sólo existe una manera
No hay otra cosa que hacer.

Una ducha de agua fría liberará el calor
El vapor no se hace esperar
Y cual hoya de presión
Desata estas ansias que tienes de sentir.








Carmen Pacheco
@Erotismo10
12 de marzo de 2018



domingo, 11 de marzo de 2018

WHEN MY GUITAR CRYED...



I reach my companion eternal and grabbing her by the waist I start to draw chords that make me remember you in the most intimate of my being.

My imagination flies over the strings of my guitar and your laughter is part of my memories.

I do not understand the reasons for the events. I do not know if it was me in my eternal foolishness or you were in your extreme patience with me.

Today knowing that you are far I want you to know that there is no distance between us and much less forget you

In each stroke that I give to my sonorous friend, I remember the simple way in which to you surrendered to me. In my delirium I can see how you let your robe fall on the floor and with that catlike shape that you had to slide barefoot in every corner of our house was the biggest frenzy I had ever lived. You were a dream come true

I give another higher note and that's when I see you enter our bedroom and my crazy hand produces a fast and delirious arpeggio. In my madness I saw you lay your head on the pillow, while your fingers slid down your breasts, provoking me to madness.

Already my companion rumbles of longing when he sees me enter that bed to assault your virginity like a feverish madman, who with eyes clouded with joy begins to devour every part of that beloved body.

The notes become more serious because from a distance I see how I enter your innocent youth and enjoy your spring juices.

 Each chord that comes out of my guitar is a moan of pleasure that comes from your throat like a song of birds. I can’t stop playing the guitar; I do not want to stop hearing you because it is life itself that I am taking from your source.

Sorry but my eyes have become cloudy and I have to dry them.

I still whip the strings and I can hear a soft accompaniment of violins, when in a moment you open step, giving me the permission to penetrate this unexplored territory. I got to glory. I was the object of the greatest gift a man can receive. You trembled in my arms and your breathing was so agitated that I thought about giving you time or rest but you did not allow it. You felt the strength of a man inside you and that made you bold and bold.

A red thread was seen between your thighs while I left your regions, which were now mine.

 Already tired and with tears rolling down my cheeks, I gave the last chords to my guitar while I remembered that I had definitely been the one to blame for not being in my bed today.

 If by chance this song that I am now writing reaches your ears I am sure that you will not have any doubt of knowing the name of the author since in it you will see reflected my clumsiness of losing you.

 That was the last song with which the guitar accompanied me because when I finished, their strings exploded with pain. Now I will not be able to hold her by her waist to make her sigh with my songs.




Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@ Eroticism10



CUANDO MI GUITARRA LLORÓ...




Llego hasta mi eterna compañera y agarrándola por la cintura empiezo a sacarle acordes que me hacen recordarte en lo más íntimo de mi ser.

Mi imaginación vuela sobre las cuerdas de mi guitarra y tu risa forma parte de mis recuerdos.

No entiendo el porqué de los acontecimientos. No sé si fui yo en mi eterna insensatez o fuiste tú en tu extremada paciencia para conmigo.

Hoy sabiéndote tan lejos quiero que sepas que entre nosotros no hay distancia y mucho menos olvido.

En cada trazo que le doy a mi sonora amiga, recuerdo la forma sencilla en que te entregaste a mí. En mi delirio puedo ver cómo dejas caer tu bata por el suelo y con esa forma gatuna que tenías de deslizarte descalza por todos los rincones de nuestra casa fue el frenesí más grande que había vivido. Eras un sueño hecho realidad

Doy otra nota más alta y es cuando te veo entrar a nuestra alcoba y mi mano enloquecida produce un arpegio rápido y delirante. En mi locura te vi recostar la cabeza sobre la almohada, mientras tus dedos se deslizaban por tus senos, provocándome hasta la locura.

Ya mi compañera retumba de ansias cuando me ve entrar a ese lecho para asaltar tu virginidad como un loco febril, que con los ojos empañados de alegría empieza a devorar cada parte de ese amado cuerpo.

Las notas pasan a ser más graves porque de lejos veo cómo me adentro a tu juventud inocente y disfruto de tus primaverales jugos.

Cada trazo que sale de mi guitarra es un gemido de placer que brota desde tu garganta cual trinar de aves. No puedo dejar de tocar, no quiero dejar de oírte porque es la vida misma la que estoy tomando de tu fuente.

Perdona pero los ojos se me han nublado y tengo que secarlos.

Sigo fustigando las cuerdas y logro oír un acompañamiento suave de violines, cuando en un momento abres paso dando, dándome así el permiso para penetrar ese territorio inexplorado. Llegué hasta la gloria. Fui objeto del mayor regalo que un hombre puede recibir. Temblaste entre mis brazos y tu respiración era tan agitada que pensé en darte tiempo o reposo pero no me lo permitiste. Sentías la fuerza de un hombre dentro de ti y eso te hizo briosa y audaz.

Un hilo rojo se dejó escurrir por entre tus muslos mientras me salía de tus comarcas, que ahora eran mías.

Ya cansado y con lágrimas rodando por mis mejillas, le di los últimos acordes a mi guitarra mientras recordaba que definitivamente había sido yo el culpable de que hoy no estés en mi lecho.

Si por casualidad llegase a tus oídos esta canción que ahora escribo estoy seguro que no tendrás dudas de saber el nombre del autor ya que en ella verás reflejada mi torpeza de perderte.

Esa fue la última canción con que la guitarra me acompañó porque al terminar, sus cuerdas explotaron de dolor. Ahora a ella tampoco la podré abrazar por su cintura para hacerla suspirar con mis canciones.


Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10



domingo, 4 de marzo de 2018

EL BURLESQUE DE LA VIDA...



Trizte bajas la cabeza
Mientras se burlan de tu pesar
Nadie entiende el por qué de tu torpeza
Nadie quiere entenderte aún más.


Te pones las medias negras sin apuros
Subes el cierre del vestido apretando los ojos
para no oír el recorrido de sus dientes
Mientras una lágrima se escapa sin gritar.


Mitigas el momento con una copa de vino barato
Quieres creer que hoy será diferente
Una melodía sale de tu tocadiscos
Es el llanto contenido de una pena.


Te fijas en la hora
Se te hace tarde
Tienes que apresurarte
Los tragos amargos se pasan rápido
Volteas y ves en la cama a tu criatura
Y te prometes que hoy será la última vez.


La brisa de la noche golpea tu cabeza
Olvidaste traerte algo que te abrigue
La noche será larga y fría
Practicas tu mejor sonrisa y te lanzas a la actuación.


Una sirena aulla por la calle
Un “No sabemos qué le ocurrió”
Sólo se dice que era una de ésas
La que una bala asesinó.


Y así, la noche cierra su burlesc dantesco
Con el llanto de un niño
Y el rompimiento de una promesa
Que no será cumplida…







Carmen Pacheco
@Eros10
4 de marzo de 2018


sábado, 3 de marzo de 2018

EN CAÍDA LIBRE...





Lo único que recuerdo son sus piernas entrelazadas en mi cadera, mientras caíamos vertiginosamente al mar. El viento trataba de desnudarla sacudiendo su blusa de seda y dejando a la vista esos hermosos senos que me habían traído loco desde que la vi en aquella famosa reunión.

Se aferraba a mis pantalones, como si en eso le fuera la vida y a decir verdad, le iba la vida. Lloraba sin consuelo porque estaba muy asustada. Yo sólo la veía ceñida a mi cuerpo y pensé: Este sería un magnífico momento para  poseerla. Está indefensa y no quiere separarse de mí, al contrario, se pega tanto que me encantaría sentir sus caricias donde justo tiene su boca en este momento. Dirán que estoy loco pero es que  esa mujer me traía chiflado y en lo único en que pensaba era en poseerla y hacerla, completamente mía pero para que ustedes vean, estábamos tan cerca y tan lejos a la vez.

Una Semana Atrás con unos amigos….
Jorge ¿qué te parece si nos vamos esta noche al club y conocemos mujeres, de esas que andan buscando compañía?

Jorge era yo. Les contesté que esa noche tenía que reunirme con unos amigos de mi padre en la casa, esas reuniones aburridas, donde sólo se habla de negocios y de cómo sacar del camino al que nos hace la competencia, porque mi padre no es muy limpio, en lo que se llama negocios.

Ya la velada estaba en su apogeo cuando llegué a mi casa. Como se acaban de dar cuenta, aún vivo con mis padres pero eso será por corto tiempo, no se preocupen.

Entré por la puerta trasera, para no encontrarme con la visita, tomando un atajo para subir a la habitación y así darme un buen baño y vestirme para la ocasión. Desde lejos se oían las risas y el choque de copas, que me hacía pensar que todo iba viento en popa.

Al rato bajé para reunirme con los invitados. Siempre fui un perfecto Anfitrión, modestia aparte. Lo llevaba en la sangre. Mis padres acostumbraban hacer fiestas lujosas y pude aprender de ellos un lema “Que si atendías bien a tu invitado, lograbas de él lo que quisieras”

-Jorge- Me saludó mi madre. Al fin has llegado. Todos aquí han estado preguntando por ti. Fui y le di un beso en la mejilla y comencé a saludar a nuestros invitados. Un mesonero se acercaba del lado izquierdo con una copa de champan y aproveché para hacer un brindis de bienvenida.

No había probado bocado en todo el día y me valí del momento para deslizarme hacia la mesa de los entremeses. Allí estaba una chica algo extraña y digo extraña porque no parecía ser el tipo de mujer que visita nuestra casa. Robándome un croissant me fui acercando a ella y al tenerla frente a mí, noté que era muy hermosa. Traté de hacer un encuentro muy casual pero no me salió bien la jugada. Ella ya me había visto llegar y antes de que le dijera algo se presentó, mientras extendía su mano frente a mí.

-Hola, mi nombre es Jésica Carrusco. ¡Hermosa reunión!

Me dejó desarmado en el momento pero reaccioné lo más rápido que pude.

-Hola soy Jorge. Gracias, siempre tratamos que nuestros invitados se sientan muy bien, dejando ver mi mejor sonrisa.

Hubo un instante donde alguien destapó una botella y sonó por toda la habitación y ella volteó para ver lo que pasaba. Allí aproveché para escanearla de pies a cabeza. Llevaba un vestido ceñido a su cadera de color turquesa dejando ver solamente sus tobillos, que me dieron la idea que hacía deporte. Cuando volteó y quedamos de frente, lo que cubría de sus caderas hacia abajo, lo dejaba bastante descubierto, de la cintura hacia arriba.

Yo parecía un perro babeando, con lengua afuera y todo. La parte de arriba del traje tenía un leve escote que mostraba a esas niñas traviesas, que parecían estar bien alimentaditas. Su espalda estaba cubierta por una piel morena, sólo una cadena delgada y con un pequeño dije en la punta, que servía como un peso, acariciando así hasta lo más bajo del escote. Lamentablemente la joven se dio cuenta de mi estupidez y con ojos pícaros me deleitó con una sonrisa.

Salí del trance en que había caído y sintiéndome el más tonto de la fiesta, tartamudeé tratando de llevar la conversación hacia algún tema interesante. Sin embargo no pude escapar de la carcajada que me dedicó Jésica al ver mi atoro en la situación.

Ese día no me importaban los demás invitados y mucho menos los negocios. Esa mujer había quedado prendada en mis ojos y en toda la noche, no hice más que buscarla por todo el lugar. Intercambiando miradas cómplices y provocativas.

A altas horas de la noche, mi padre se dio cuenta que se estaba terminando la bebida y le interesaba mantener el ánimo de sus invitados para poder cerrar un negocio que traía entre manos.  Me hizo señas, mostrándome una botella y le entendí inmediatamente. Bajé al sótano, donde se había construido una pequeña bodega de vinos. Ya abajo noté que no estaba solo y al voltear, me conseguí con una Jésica provocadora, con un vino en una mano y dos copas en la otra. Por supuesto que se me olvidó de inmediato a lo que iba y acercándome donde se encontraba, le dije:

-Tenía tiempo que no probaba una botella de vino en la bodega de mi casa. Ella se movió cual gata, dejando ver el vaivén de sus caderas atrapadas en la tela del traje. No quise perderme ese instante y desistí de avanzar para que ella siguiera acercándose. Era un sueño. Sus pechos libres como aves nocturnas se movían, con la cadencia que da una ola, en la llegada del mar a la playa. Le quité la botella y serví el exquisito vino, entregándole la copa cerquita de su boca. No dejaba de verme en todo momento y sentí su mensaje que llegó rápido como una bofetada en plena madrugada.

La subí a una mesa, mientras la bañaba de enloquecidos besos y mis manos iban descubriendo lo que debajo de su vestido no había. Fue una locura el saberla ligera con su piel desnuda y caliente. Su boca dejaba, en la mía, un elixir de miel que jamás había probado. Era como una droga que te incita a querer más y más de su saliva. La monté en esa mesa, mientras se retorcía de placer y gemidos. Mis manos recorrieron toda su piel ardiente y pude abrigarla con mi cuerpo en cada centímetro de ella.

A lo lejos llegó el sonido de mi nombre, era mi padre que pedía su vino. Nos separamos lentamente, mientras nuestros ojos no dejaban de observarse. No pude dejar de disfrutar cómo se colocaba la tela que medio la cubría. Sus piernas volvieron a quedar bajo el vestido pero sus pechos parecían dos caballos galopando desenfrenadamente por la ardua excitación en que habían estado. Haciendo que mí ser se volviera a despertar, con más ganas de saborearla.

Dando media vuelta y olvidando las copas y la botella subió cual reina triunfadora, luego de haberle dado un jaque mate al Rey. Dentro de mí reí satisfecho de haber sido el Rey que perdió en ese encuentro. Aunque si lo ven bien aquí sólo hubo ganancia.

Días después la conseguí en el aeropuerto haciendo el mismo curso de paracaidismo que yo y volvió a acercase a mí sin dejar espacio de oxígeno para más nadie. Temblé cuando mi cuerpo la rozó.  No sabía cuánto la extrañaba hasta ese momento. Volvió la Dama a tomar las riendas del juego y este Rey estaba feliz de ser, el supuesto perdedor de otra faena más de sexo y amor.

En ese momento en que caíamos, definitivamente había decidido no separarme jamás de esa mujer que, hasta en situaciones extremas, quería bajarme el pantalón.



Carmen Pacheco
@Erotismo10
03 de marzo de 2018