Quién
puede obligar a una rosa que nos de su perfume.
Quién
puede decirle al mar bravío que no ruja.
Quién
puede decirle a la lluvia que no moje.
Quién
puede evitar que el aire sople.
Quién
puede detener el tiempo.
Sólo
un alma adolorida cree que es posible.
Sólo
un ser adormecido se niega a entender.
Sólo
un sordo entiende de silencios.
Sólo
un ciego sabe de oscuridad.
Sólo
un necio se empecina.
Cuando
llega, al fin la luz, somos libres.
Cuando
nos invade la verdad, somos libres
Cuando
encontramos el silencio, somos libres
Cuando
seguimos nuestro camino, somos libres.
Hay
vida mía, cuánto duele la libertad.
Carmen
Pacheco
@Erotismo10
6
de mayo de 2017
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