Ese doce de octubre, la
muerte te encontró sola.
Venías desandando tus pasos,
en un eterno desespero.
Subías, bajabas. Tu cuerpo
era un solo temblor.
No sabíamos si era por
nervios o por alguna enfermedad que ya se había alojado en ti.
Eras muy notoria entre los
vecinos. No te importaba llamar por su nombre, lo que pensabas estaba mal
hecho. Nunca aceptaste que te silenciaran.
Siempre fuiste recia y
directa en tus cosas. En el poco tiempo de conocerte, supe que no eras mujer
fácil de tratar. Fuiste como esos pajaritos, que no permitían que se le
acercaran mucho, cuando no conocía, de dónde venía la mano.
Fueron años de unión, con el
mismo hombre. ¿Cuántos? Ya no importa. Seguro aparecerá en alguna corona ante
tu ataúd, donde dirá “Para la esposa más abnegada y la madre más solícita”
Ya la Dama Blanca acechaba
tus pasos. Sólo esperó el momento oportuno para, que en silencio y sin
que nadie se diera cuenta, a pesar del movimiento que había, decidieras hacer
efectiva la salida a todas tus calamidades.
Desde arriba te veías
hermosa. Tu cabello castaño claro, con algunos hilos de oro, que quedaban de
tus años de moza, estaban sueltos. Era muy raro conseguirte de esa forma, en
cualquier parte. Siempre lo atabas hacia arriba, dándote un aire de mujer de
más edad.
Pero en ese fatídico momento,
estabas plácida. Tu rostro jamás lo había visto con ese tipo de serenidad, que
el que tenías allá abajo. Mostrándonos, que a la que veíamos subir y bajar,
quién sabe cuántas veces al día, era una mujer desesperada y capaz de cometer
lo que hiciste.
Viene a mi mente esa canción
de Rubén Blades “El último día de Adán García”. Ya venías maquinando lo que
harías y fue ese día que lo lograste, al percatarte que tenías una oportunidad,
como nunca para terminar con todos tus problemas.
Muchas veces las personas
prefieren que quede en su mente, la imagen de la persona sonriendo y
disfrutando de la vida.
Para mí, tu cuerpo frágil con
la cara hacia el sol es la única forma, en que he visto tu semblante
descansando en paz.
Estas palabras van para una mujer que decidió partir por
ella misma. ¡Hoy la saludo y le deseo el descanso eterno!
P.D. Esta vez me ha tocado
plasmar la triste realidad de la vida. ¿Qué podemos aprender de situaciones
como éstas? Espero que muchas cosas.
Una es que no debemos
permitir que se apodere de nuestra alma la desesperación, en cualquier
situación negativa por la que estemos pasando. Todo tiene arreglo, menos la
muerte.
Otra es, que la vida es corta
y debemos aprovecharla para VIVIRLA, en todo su esplendor. Nunca es tarde.
Lamento traerles este tema pero ¿Qué es la vida? sino está acompañada de la
muerte.
¡Todo lo que nace, tiene que
morir!
Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
13 de octubre de 2016
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