El
barrio tranquilo amaneció
Los
gatos se esconden para hacer el amor
El
perro que vigiló busca dónde tirar sus huesos.
Cae
la lluvia como polvo alucinógeno.
La
brisa fría se cuela por mis cuencas
Me
arrimo a su cuerpo y lo despierto
Su
fuego se enciende como antorcha sedienta
Se
voltea y me abrazo con sus piernas.
Comienzo
a danzar sobre sus caderas
Respira
agitado y me besa desesperado
Su
boca baja cual gota en el espejo
Porosa
y ansiosa de mí verso.
Ya
su lengua juguetea cual gato indiscreto
Es
la guerra campal del gato y el ratón
Sólo
que este ratón se pliega
Y
sumiso se entrega.
Se
vuelve y me aprisiona con su peso
No
importa si no respiro, total para qué sirve eso
Si
la gracia y el ardor caminan cual errante por todo mi cuerpo
Jadeando
arremete, cuando me ve rendida y entregada.
Se
viene una vez, se viene dos veces
Es
la magia de mi fuego que lo quema con ansias
Parece
un loco, con los ojos desorbitados
Eso
me encanta porque me siento deseada.
A
lo lejos se oyen los gritos de un imprudente desesperado
La
mujer se le va y él no lo soporta
Le
grita: Puta, Zorra, Cualquiera
Esas
palabras me excitan y vuelvo por más.
Hoy
amaneció oscuro, como quien silba entre nubes
Hoy
el clima y yo nos hemos confabulado
Hoy
él no saldrá
Hoy
gozará de mis confines húmedos y llameantes.
Carmen
Pacheco
@Erotismo10
19
de junio de 2018
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