Me encuentro en esos días de fogosidad
literaria y recostada en mi cama, lo veo respirar plácidamente. – Su aliento se
escapa por entre sus abiertos labios y es una especie de calidez pegajosa, que
incita a saborearla. Es un aroma como aquellos dulces que le llamábamos “Melcocha”
y que dejaban siempre la sensación de querer seguir estirándose, hasta alargarlos
en toda su extensión, dejando al aire su dulce y aromática tersura.
Su pequeña barba bordea esos labios, tan deseados. Le dan un
aspecto de hombre de letras, de esos que subyugan con su profundidad de ideas y
verborrea. Me excitan las mentes brillantes.
No puedo dejar de observarlo. Siento
que, no solamente mi cama ha sido abordada, con piratas en plena alta mar. Mi alma
se alegra de que ese ser de las mil facetas, haya logrado asaltar esa solitaria
extensión, cuando mi tripulación había desestimado la perseverancia de
tan arrojado ser.
Días atrás, en mi alcoba no se
respiraba otro tipo de olor, que no fuese el de la persona que, día a día, lo
ocupaba. Sólo, algunas veces podía percibir el aroma de los silencios y de la atractiva
pero maléfica Soledad.
Puedo hacer una retrospectiva, muy
reciente de dos semanas, por ejemplo y al unirla a la de este momento, cuando observo
el movimiento acompasado de su respiración, me indica que no estoy sola. Puedo
ver cómo se va transformando o mejor dicho, cómo se va rellenando, una parte de la sábana que cubre este desnudo y deseoso cuerpo.
Ante mis ojos se manifiesta una
forma de nacimiento a mi lado. No me da miedo, solo es incredulidad al ver cómo
emerge por debajo de la sábana la forma de una persona.
Si pudiéramos unir esos
dos tiempos podríamos hacer una buena
secuencia desde la soledad hacia la locura más grande y sentir ese cuerpo caliente,
que hoy ocupa el otro lado de la cama.
El anhelo ha sido abrigado. Sus manos rodean ese ser sintiendo su temperatura afiebrado y jadeante, con una multiplicidad de sensaciones y
sentimientos. Su voz ronca, aunque anda con un poquito de gripe, me suena como
el gato que siempre quise tener ronroneándose en mis oídos.
Su boca, al fin ha probado el néctar,
que permanecía, en plena maceración y que, según su catador, está en el punto
ideal para su degustación. El tiempo ha sido benévolo con mis esencias y las ha
mantenido jugosas para mi sibarita especial.
Muy quedo me ha dicho, que
mantengo mis curvas y la tenacidad en mi cuerpo. Qué están en el punto perfecto para sus apetencias y
deseos. Mi ego de mujer se dispara, cual cohete al viento. No hay nada mejor, cuando
un hombre enciende, de esa forma, las ganas de galopear sabana adentro, a una
mujer. No existen límites para ensillarlo y demostrarle, lo lejos que se puede
llegar, con ella. ¡Dios! mi mente se desnuda y aparece la trovadora, la amante,
la puta, la amiga, la compinche, la loba hambrienta y sedienta de amor.
Mi alma se ha vestido, con ropa
de campo. Mis pies permanecen descalzos manteniendo el contacto con la suavidad
del monte y la humedad de la tierra. Con el olor a flores silvestres estoy lista para lanzarme a todo galope sobre
ese caballo brioso y fuerte, que me llevará a seguir disfrutando de la belleza
de la vida.
El sol ilumina mi rostro,
mientras, una suave brisa, se cuela por los rizos de mis cabellos, que
orgullosa agitan mi melena encanecida. ¡Toda yo soy vida, todo Él es mi vida!
Carmen Pacheco
@Erotismo10
9 de agosto del 2016
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