Estamos cansados de oír “El tiempo lo cura todo” pero no
nos dicen, cuánto dura ese tiempo. A veces se cruzan en nuestras vidas seres
que traen algo que enseñarnos, siempre es así. Nadie se acerca a ti por mera
casualidad, según, existen personas, idóneas para mostrarte lo que debes
aprender.
En determinados momentos renegamos de tal y cual relación, porque nos
resultó con cascos ligeros o es agresivo, mentirosa, inseguro, aburrida,
cansón, etc., pero si lo pensamos en frío, esa persona llegó a tu vida para
sanar algo, aprender que no eres pera de boxeo, que eres lo máximo, no mejor
que los demás pero si eres un ser espléndido que se merece otro tipo de
relación.También llegan para que sepas cómo convivir en pareja, cómo ser
tolerante, flexible, paciente, en fin, llegan para ENSEÑARNOS que no somos la
última Coca-Cola del desierto pero sí muy importantes en este universo.
Entonces,
en esos momentos no valoramos a la persona en cuestión y como no está de
acuerdo con lo que cada uno quiere en su vida o creen “saber” lo que necesita
en su vida, lo mandamos bien largo a…. la calle, para luego andar rumiando por
entre los cuartos, calles, amigos, lo mal que nos fue con esa persona y lo solo
que nos sentimos.
Han oído de personas que buscan lo que seguro tienen en
sus casas, ese es el síndrome del “Pájaro Azul” No valoran lo que tienen y
piensan que el mundo está en el derecho de darles la oportunidad de salir a
buscar lo que, según, no le dan en su hogar para luego, al regresar encontrar, que siempre lo ha tenido cerca de ellos o ellas.
Ahora aquellos que no logran sacarse de sus mentes o almas esa relación, que para ell@s era maravillosa, eso es otra cosa. Los amigos
te dicen “Piensa las cosas malas que te hizo” ¿y si todo fue bueno? ¿Si se
comportó como todo un gentleman en la relación? Si te hizo sentir el ser más
especial del mundo con sus atenciones, que gritaban lo maravilloso que se
sentía junto a ti. Cómo hacer con este tipo de personas, que aunque el tiempo
pasa, no logras exorcizarlo de tu ser y comienzas a preguntarle, -Si sabías que
no era para siempre, si sabías que sería un subir a la cima por poco tiempo, si
entendías que no sería una relación duradera por qué te comportaste como uno de
los mejores amantes, tan perfecto que es difícil olvidarte. Debiste ser un
cobarde, un embustero. Por qué me trataste bien y me miraste de esa forma. Esta
es la ruptura más difícil porque es la que más cuesta sacudir de tu vida. Aquí el
aprendizaje, imagino que es el desapego. Sólo que somos tan occidentales, tan
latinos, tan de sangre caliente, que tenemos que llevar un luto largo,
tomarnos, una que otra cerveza con los amigos, mientras cantamos alguna de esas
canciones para el guayabo y es cuando, quizás, sólo quizás podamos abrir,
definitivamente la puerta a ese pasión que se rehúsa a irse de tu piel y ver su espalda cuando se retira de tu vida, entendiendo que no existió tal afecto, sólo un estremecimiento de glándulas, lo demás lo creo tu necesidad de amar.
Es por eso que digo que, mientras esperamos que el tiempo
cure las heridas deberíamos interiorizar el por qué nos involucramos con seres
que no son los correctos en nuestro día a día. También existe ese otro dicho de
que “Un clavo saca otro clavo” pero se convierte en una maraña de sentimientos.
Te unes a otra persona, queriendo al anterior, no siendo honesto con ella o él y
mucho menos contigo. Así es que seguimos deshojando margaritas mientras llega
el o la correcta.
Somos seres de luz y de amor por lo que necesitamos
aprender a amarnos a nosotros y luego al que está afuera, si queda algo.
¡Ese fue mi aprendizaje!
Carmen Pacheco
@Erotismo10
28 de
mayo de 2018