Todo
comienza, cuando respiro tu aliento.
Mis labios
entre abiertos reciben tu atrevida
Y turbadora
lengua, que ungiendo con su saliva mi garganta
Se
desliza husmeando, con la determinación de lamer mis ansias.
Entre tu
boca y la mía se produce una explosión de sensaciones, que iluminan mis
papilas, dando la alucinación de un día festivo y con el dulzor de nuestras
salivas se cruza un saludo cálido y húmedo.
Llegando a
evocar el primer beso, cada vez que nos encontramos.
En ese
instante danzan al compás de los quejidos esas dos locas, logrando aprisionar la
tuya entre mi avaricia y el éxtasis que provoca la energía que transmites
cuando me tocas.
Suavemente
te volteas buscando una posición que te permita acariciar mi campanilla.
Mientras paso mis brazos por detrás de tu cuello, con la chiflada esperanza de
hacer más largo ese encuentro.
Nuestros
cuerpos no piden otra cosa. No desean más, que ese exquisito nocturno entre tu
boca y la mía.
Dudo que
hayan existido besos más íntimos, como el que nos ofrecemos, en esos párvulos momentos
de amor apasionado.
Carmen
Pacheco
@Erotismo10
5 de
marzo de 2017
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