Hay
un Cristofué elevando su trinar entre el realce verde del parque, mientras la
rama que lo sostiene, se bambolea de un lado a otro siguiendo el ritmo del
viento.
Todo
ha quedado en silencia, sólo se alcanza a escuchar, su grito hilarante que
retumba entre los árboles y flores que embellecen una especie de zanja o herida
en la montaña, semejando un sendero y éste a la vez permite imaginar, etéreas
Hadas que revolotean por entre el follaje, con sus hermosas alas transparentes
y sus seductores cuerpos. Dejándose deslizar de flor en flor, a la vez que
saborean el néctar de cada una.
Coloquémoslo,
en la posición de ser humano, en este momento. Al observarlo, a la distancia,
lo visualizo algo estremecido por las tribulaciones de la vida. El viento lo
lleva, de un lado a otro, imitando las distintas situaciones por las que ha
pasado.
Le
pondremos nombre al viento, lo llamaremos “Decisiones”.
Por
cada giro que da la rama, hacia cualquier dirección será la buena o mala
elección que tomemos, en las diferentes etapas de la vida. Recordando, que
muchas veces, optamos por el camino más corto o supuestamente más fácil.
Creyéndonos muy inteligentes o “vivos”.
En
varias oportunidades, la rama no aguantará el peso del ave, dado que unido a la
fuerza e inclinación que se le imprima al soporte, éste se romperá bruscamente.
Quiere decir que tendrá que agitar sus alas para mantenerse a flote o
levitando, si es el caso, mientras encuentra otra rama donde posarse.
Muchas
veces, nosotros, escogemos el camino equivocado, porque sólo pensamos en
nuestras apetencias íntimas, llámese del tipo carnal o esas que llenan nuestro
ego. De repente, no lo vemos venir y se revienta la rama donde estábamos y
caemos estrepitosamente.
En
esas oportunidades, he oído algunas personas arremeter contra Dios, el destino,
la suerte, el fulano karma, en fin, todos tienen la culpa, menos este
atolondrado ser vivo. Es cuando empezamos a tomar malas decisiones, las que nos
llevan a saltar de rama en rama perdiendo así la oportunidad de crecer para,
verdaderamente, encontrar la felicidad.
El Cristofué,
del cual les hablo tuvo que posarse en distintas ramas. Cada rama que probó
fueron las situaciones en las que pensó serían las más apropiadas. Y el viento,
que como dijimos, son las decisiones que tuvo que sortear, lo movió haciéndolo
caer varias veces.
Abran
la mente y focalícense sobre la última rama de un gran Árbol y sean,
en este momento, esa ave.
Seguro entenderán que la vida está llena de obstáculos pero si se centran en lo que quieren y al fin, logran conocer sus fortalezas y debilidades podrán cantar, a lo que den sus pulmones, la melodía más hermosa que jamás hubiesen imaginado tararear. Consiguiendo así la simbiosis, entre la rama y tú esencia. Esto traerá el entendimiento de cómo puedes conectarte a las situaciones inesperadas y saber tomar la decisión adecuada para cada vaivén de la vida.
Nunca
es tarde para entender que no somos infalibles y que nos dieron la posibilidad
de equivocarnos. Aunque Dios nos hizo a su imagen y semejanza, también nos
otorgó la posibilidad de tener “Libre albedrío”. Es por eso, que siempre
estaremos conscientes, que las decisiones tomadas, en cualquier momento de
nuestras vidas tendrán sus consecuencias, buenas o malas. Esto quiere decir,
que todos nuestros aciertos y desaciertos serán responsabilidad de nosotros
únicamente.
Si
hoy tienes que tomar una decisión importante en tu vida, hazlo con la mano en
el corazón y piensa no solo en ti. Observa los daños colaterales que esa
decisión afectaría tu entorno, a corta o larga distancia y da gracias por tener
la oportunidad de elegir tu destino.
Por
supuesto déjate ir en un vuelo delirante, en el recorrer de tus días para que
puedas disfrutar lo bello que es vivir…
Carmen
Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
19
de junio de 2016
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