Ella estaba enamorada. Fue una casualidad
que le llegara el amor, pensaba ella pero tú y yo sabemos que la casualidad no
existe, que las cosas que nos pasan son por causalidad, principalmente. Ella comenzó
a suspirar desde ese momento, cosa que agradecieron, mucho, sus pulmones, su
piel, sus órganos, sus ojos, todo lo que conformaba a ese pequeño ser.
En ese instante, recordó que sabía sonreír
y se le transformaron sus labios. Sus ojos se dibujaron agraciadamente. También apareció una pequeña luz, que
jugueteaba con sus hermosas pupilas. Su rostro se había transformado en la
esperanza de felicidad y amor.
No recordaba el último día en que vio al
mundo, a pesar de los vaivenes de los acontecimientos, mecerse entre nubes y
canciones. Todo había cambiado, el matiz de los colores era más llamativo, la
luz en su ventana semejaban brazos que la invitaban a una caricia, a ese abrazo
tan anhelado.
Ella estaba enamorada…
Un día se encontró en una tienda para ropa
íntima y con algo de pena, porque pensaba que para ella, el comprarse algo
bonito, había pasado su momento. Sin embargo, apretando sus miedos y complejos pidió
que le enseñaran la lencería más atractiva que tuvieran. La empleada le mostró
diferentes modelos. Por su mente pasaban episodios de su vida por venir donde
se reflejaban las ansias de lucir hermosa y apetecible para su amado. Terminó comprando
varias prendas, segura que las luciría como esas modelos que salían en las
portadas de una revista, se negó a ver la realidad de su peso, del contorno de
su cuerpo, que ya no era el bien dibujado cuerpo de una mujer más joven, en fin
ella sólo pensaba en seducirlo a él.
Pasó el tiempo y las prendas permanecían en
la gaveta de su closet. Muy de vez en cuando las sacaba y las lavaba por el
polvo que hubiesen recibido, a pesar de estar bien resguardadas. Seguidamente las
volvía a colocar en esa caja de metal que consiguió, donde permanecían
envueltas con papel de seda y una pizca de perfume, del que ella usaba.
Otro año más y no había podido exhibir su
adquisición más preciosa. Los ojos estaban perdiendo su brillo, su sonrisa estaba
siendo opacada por una sombra de tristeza pero ella seguía con la esperanza.
Ella estaba enamorada…
Un día, su corazón no la quiso seguir
acompañando y dio unos saltos esquizofrénicos haciendo que se desvaneciera en
la cama. Sus ojos daban muestra de saber qué estaba pasando. Comprendió que era
su último suspiro el que, con mucha misericordia le permitió dar su adiós
definitivo y recordó esos ojos pícaros y risueños, que alguna vez la hicieron
vivir el amor más crucial que jamás había tenido. Una sonrisa iluminó su rostro
y su mirada volvió a brillar. Por un segundo su piel se tornó tersa y cual
mujer enamorada volvió a soñar. -Cuando venga estaré lista para amarlo- y con
el poco tiempo que le quedaba lanzó un beso al aire, con la esperanza que éste le llegue a ese ser que tanto amo y que no pudo
olvidar. Una lágrima rueda en silencio por su mejilla mientras su alma vuela hacia otros planos.
Porque… Ella estaba enamorada…
Carmen
Pacheco
@Erotismo10
25
de marzo de 2019