viernes, 29 de noviembre de 2019

UNA TAZA DE CAFÉ…





En la mañana, bien temprano prepara el café y regresa para despertarme. Lentamente se desliza por entre mis piernas y besándome arrastra sus ganas por todo ese cuerpo que ya no me pertenece. Mientras tanto el aroma del café se mezcla con el de su carne, haciendo que se encienda mi alma. Ya estoy espabilada y le permito avanzar sobre mis ganas, como aquel que se desliza bajo alambres de púa cuidando no quedar enganchado en uno de ellos. Mi volcán se ha sacudido y grita por explotar. Me falta el aire. La respiración es sofocada. Un gemido emerge de mis adentros cual lava que incendia el matorral.

Somos dos seres que danzan bajo sábanas cual fantasmas en un elucubrante festín sexual. El gallo de la señora Filomena está practicando y su canto hilarante nos distrae por un momento. Su boca quiere decir algo pero mi beso le atrapa las palabras enmudeciendo en una sonrisa.

Aquel café mañanero, cómplice de los amantes, apretó el calor en las entrañas de la taza, jugando un papel importante tras el sosiego del encuentro.


Carmen Pacheco
@Erotismo10
29 de noviembre del 2019