A veces me despierto pensando, no me
haces falta, sonrío y me felicito por ese logro. Pero volteo y muy dentro de mí
sale una vocecita que me dice “mentirosa, mueres por oler su perfume”
Enderezo el corazón acomodándolo por
entre mis senos y levantando el mentón vuelvo a repetir “Hoy no te recuerdo”.
Otra vez la vocecita aparece pero ahora con una estruendosa carcajada.
Me volteo y le digo, pero -qué es lo
que esperas Manipulando mis decisiones del día-. ¿No ves que estoy dándole
fuerza a este corazón que casi desvaría?
Esta vez se desliza por entre mis ojos
y hace que vea mi reflejo en el espejo, mientras dice. Dímelo así, viéndonos a
los ojos. ¿Es cierto que ya no lo recuerdas? Y bajando la mirada con vergüenza,
le digo – tienes razón, aún sigue escondido por entre el caudal de mis venas.
Es sólo que agarró otra vía y se ha sumergido por otros lugares de mi cuerpo y no
lo percibo.
Silencioso navegas por mi torrente
sanguíneo, con un sigilo tal que ni mis mejores radares te pueden detectar.
Ahora vas por mi estómago, es lo que llamamos el mariposear del amor. Corriente
abajo te agarras a mis trompas y te mantienes erguido y maravillado del poder
que tiene ese lugar tan querido. Eres como uno de mis óvulos, que aunque haga
el recorrido que le corresponde está seguro que nunca llegará ser fecundado.
Pero qué importa mientras sigas navegando por entre mis profundidades y me
colmes de vida y esperanza.
No sé si será esta suerte de ilusión
que ahora vivo o mis años me llevan a reconocer cuando en verdad es amor lo que
siento. Lo que importa es sentirte traspasar mis adentros, como si siempre
hubieses formado parte de mis moléculas y células.
Tú navegas en mí, con el permiso que te
da mi Yo, con la seguridad de que eres el navegante más deseado que mar
alguno haya disfrutado. Al pasar por mis pulmones siento que el aire
se renueva y mis bocanadas son profundas y excitantes. De un brinco saltas a
mis labios y es cuando más necesidad tengo de un beso porque duermes sobre
ellos y despiertas el recuerdo de aquel último que me diste y que jamás olvido.
Mi corazón da brincos de emoción porque
sabe que muy pronto estarás abrazándolo con amor.
Y vuelves a empezar tu recorrido en mi
humanidad y vuelvo a sentirte aún más y puedo gritarle al mundo que...
Te siento, cómo te siento.
Carmen Pacheco
21 febrero de 2019