Este amor apasionado, que se remonta
hasta la cumbre más alta de los sentimientos hace que mi esperanzado corazón,
le dé más trecho para lograr ese codiciado encuentro.
Se dice que la distancia es como el
tiempo pero, hasta cuándo puede esperar un cuerpo que se desgasta, no con la
rapidez de mis sueños y anhelos pero si con el devenir de los tiempos.
Este amor, que una vez fue carne y
sudor, hoy es distancia y platonismo.
Me parece vivir en los años en que era
muy difícil el encuentro de los enamorados. Donde no existían aviones o trenes.
Sólo un maravilloso cartero que, contra viento y marea hacía llegar esas letras
impregnadas de pasión y deseo.
Que si estoy ansiosa, claro que lo
estoy. Qué mujer no lo estaría sabiendo del volcán que se forma, cuando
nuestros cuerpos se juntan y dejan escurrir esa lava ardiente que sale de
nuestras entrañas.
La espera pero con esperanza es lo que
mantiene la llama encendida. Tu voz ronca, que sale de un perol fonético pero
que hace que se me
Enchine la piel deteniendo los recuerdos
agazapados en mis poros.
¿Cuánto puedo aguardar? sólo Dios lo
sabe porque si es por mí, lo haría como aquella mujer que envejeció sentada en
el muelle de San Blás, en la espera de aquel que le prometió regresar. Sólo los
cangrejos y las gaviotas pudieron ser testigos de tanto amor y de tanta entrega.
De todas formas, querido mío recuerda
que los cangrejos pican duro y ya mi corazón me lo han lastimado y las gaviotas
merodean para ver qué pueden sacar de ese festín, mientras migajas de él caen
entre las tenazas rápidas y certeras de esos crustáceos.
Nunca olvides que aquella mujer, del
muelle de San Blás, la tuvieron que llevar a un manicomio pues su amado jamás
regresó y enloqueció de amor.
Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
@Erotismo10
26 de abril de 2016